Picadas patrimoniales

Por Biut y Agencias

Chancho a la chilena

Las Delicias de Quirihue es una casa antigua, de pisos de madera y baldosas, amplios comedores y terrazas con mesas de mantel impecable, donde el recibimiento comienza con pan amasado, pebre cuchareado y brochetitas de carne e interiores, gentileza de la casa. Aquí se encuentra chancho a la chilena en pleno centro de Santiago, preparado como en el campo, con cocciones lentas y tiempos de reposos, para que se impregne el sabor del orégano, ají color y comino. Hay que probar las longanizas hechas en el lugar, sin aditivos ni preservantes, sabrosas y con la sal justa (cuestan $ 6.500 con agregado), o el arrollado de chancho hecho con la receta de la familia, más de medio siglo de tradición en un plato ($ 7.500 con agregado). Los postres son el secreto para pasar tanto sabor intenso: el tradicional mote con huesillo o la leche nevada. Para tomar, el infaltable pipeño a $ 750. Aunque hay opciones más osadas, como la malta con leche condensada, a $2.990. Todo atendido por señoras de impecable uniforme celeste y azul, que no dudarán en sugerirle que es mejor compartir el plato cuando éste es muy grande. Dirección: Domeyko 2059, Santiago Centro. Tel.: 6951096.

Más de 100 recetas

No espere encontrar un cartel ni un número en la puerta que indique la dirección exacta del restaurante Don Peyo. Como buena picada, la existencia de este lugar, en la calle Lo Encalada, la delata una aglomeración de autos estacionados en la entrada. La carta cuenta con más de 100 platos tradicionales de la cocina chilena. ¿La estrella del menú? La plateada, cocinada durante siete horas; cuatro en el horno y tres a baño María, para darle a la carne esa textura blanda y tierna que se parte con un tenedor. Sola cuesta $ 5.800; en otras preparaciones, como en charquicán con huevo frito y longanizas, $ 2.990. No hay que perderse las sopaipillas, gentileza de la casa, hechas por manos expertas con más de 20 años de oficio. Hace más de 30 años, Carlos Hahn, “Peyo”, comenzó a recibir gente en su casa y de a poco fue incorporando mesas, hasta convertirse en una picada imperdible. Actualmente, Don Peyo tiene capacidad para 700 personas y otra sucursal en la calle Manuel Montt. Si bien el original “Peyo” ya murió, el restaurante conserva ese toque de antaño, gracias a que su actual dueño, Olguer Inostroza, partió atendiendo mesas en el lugar cuando todavía era un universitario. Dirección: Lo Encalada 465, Ñuñoa. Tel.: 2740764.

Para pasar las penas

Entre el olor a flores y el sonar de un arpa, si es un festivo o fin de semana, se pasan las tristezas en el Quitapenas. Es el popular restaurante ubicado frente al Cementerio General, en Av. Recoleta, donde el pernil, el pipeño y la chicha son los reyes. “Aquí se vive de la desgracia ajena, del Que en Paz Descanse y el Paró la Chala”, cuenta José Miguel Mendoza Yáñez, el último dueño a lo largo de sus más de 100 años de existencia. Se trata de un boliche sencillo, acogedor y de platos muy abundantes, donde el pernil con papas -suficiente para alimentar a un batallón de cinco- cuesta $ 5.000 y el vaso de chicha, pipeño o la cañita de vino cuesta $ 500. La leyenda de este lugar cuenta que en la década del 20, los futbolistas David Arellano y Clemente Acuña llegaron al bar a pasar las penas tras haberse alejado de su ex club, Magallanes. Ahí, entre cañita y cañita, se les ocurrió formar uno nuevo. Nada menos que Colo Colo. Dirección: Recoleta 1485. Tel.: 7378199.

Como en Venecia

Partió hace cerca de 70 años como un almacén, donde la gente del barrio pedía un cerveza y se podía quedar jugando a las cartas o al cacho. Pero en los 70 comenzaron a instalarse las mesas y el Venezia se convirtió en un restaurante con platos típicos chilenos. Solía frecuentarlo Pablo Neruda, vecino del sector, quien iba a comer cazuela y se sentaba siempre en el mismo lugar, que hoy lleva una placa en su honor con la leyenda “Mesa Pablo Neruda”. El nombre de este restaurante tiene su origen en los canales de aguas servidas que bajaban antes desde el cerro San Cristóbal hasta el río Mapocho. “Esta era la esquina de los canales, aunque de italianos no tenemos nada”, cuenta Guillermo Gonzalo, el propietario y nieto del fundador del lugar. Lo mejor es el pernil o el costillar con agregado a $ 5.800, tan abundante que alcanza para dos. También se destacan los guisos hechos con recetas de antaño, como la cazuela o el ajiaco. Dirección: Pío Nono 200. Tel.: 7775869.

Confitería Torres

Sólo dos domingos al año abre la emblemática Confitería Torres de la Alameda, inaugurada en 1879 y punto de encuentro de la clase política chilena. Abre para el Día de la Madre y para el Día del Patrimonio. Por eso, el 29 de mayo, José Santos, garzón desde hace 52 años, recorre el lugar con todos los comensales que quieran conocer la historia de cuando él atendía a ex presidentes como Frei Montalva, González Videla o Allende. El tour llega incluso hasta el subterráneo del local, donde está la Cava del Bicentenario y sus vinos ancestrales. Ojo, que en la Confitería Torres se celebró el primer centenario de la República, con un ágape organizado por el entonces Presidente Emiliano Figueroa. El actual Mandatario, Sebastián Piñera, repitió el brindis junto a los últimos cuatro ex presidentes del país para el Bicentenario. Pero, entre tanta historia, no hay que olvidar comer los clásicos calzones rotos o las sopaipillas pasadas ($ 1.800). Dirección: Pasaje La Alameda 1570. Tel.: 688 0751.

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