[Opinión] Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género: Más allá de la política de la presencia

"En su gran mayoría, los analistas políticos tenían una leve ilusión acerca de la composición de un gabinete “para la unidad” sin embargo, el Presidente electo al parecer, se ganó más de algún problema con su elenco debutante".

Javiera Arce RiffoLicenciada en Ciencias Políticas y Gubernamentales, de la Universidad de Chile y Editora del libro "El Estado y las Mujeres".

Licenciada en Ciencias Políticas y Gubernamentales, de la Universidad de Chile y Editora del libro 'El Estado y las Mujeres', analiza la nominación de Isabel Plá en el Ministerio de la Mujer.

Por Biut

En su gran mayoría, los analistas políticos tenían una leve ilusión acerca de la composición de un gabinete “para la unidad” sin embargo, el Presidente electo al parecer, se ganó más de algún problema con su elenco debutante

Abundantes expectativas causó el hecho noticioso de estos días, el nombramiento del nuevo gabinete del presidente electo Sebastián Piñera, en particular en áreas sociales claves para la ciudadanía como es el Ministerio de Desarrollo Social- y de la familia -, Educación, Salud y de la Mujer y la Equidad de Género. Este último caso, es sin duda, el foco de este análisis, que no dejó por cierto indiferente a nadie.

Si bien el actual gabinete cuenta con 7 mujeres de 23 carteras, lo que equivale al 30%, el gobierno saliente contó solo con un 34% de ministras. Lo que llama la atención de la composición del gabinete, con abundancia de independientes, pero con una Unión Demócrata Independiente (UDI) que solicitó carteras relevantes: Interior, Justicia, Bienes Nacionales y Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género.

Los analistas políticos tenían una leve ilusión acerca de la composición de un gabinete “para la unidad” sin embargo, el Presidente electo al parecer, se ganó más de algún problema con su elenco debutante.

Muchas críticas se pueden esbozar en torno a los avances alcanzados por el actual gobierno, en que es posible apreciar todavía, la fragilidad de la institucionalidad que resguarda la política de equidad de género en Chile, pues no introdujo a la ciudadanía organizada en el proceso de transversalización de género en las políticas públicas. Sin embargo, a pesar de todo, quedan más interrogantes respecto de la mantención de las mejoras o en su efecto observadas en los recientes años, o si este nuevo nombramiento generará retrocesos.

En su gran mayoría, los analistas políticos tenían una leve ilusión acerca de la composición de un gabinete “para la unidad” sin embargo, el Presidente electo al parecer, se ganó más de algún problema con su elenco debutante, que va más allá de la educación, generando dudas respecto a las respuestas políticas que podrá tener su nuevo equipo.

Isabel Pla, la nueva ministra de la Mujer y la Equidad de Género, es una reconocida militante UDI, que se opuso con firmeza, a una de las políticas públicas más significativa del saliente gobierno, la ley de aborto de las tres causales (la cual compara con la pena de muerte). Asimismo, se ha resistido a evaluar la mera necesidad de instalar una política para prevenir el acoso callejero, aduciendo razones, tales como que “a la mayoría de las mujeres les gustan los piropos”.

Como ya es sabido, las mujeres llegaron tarde a participar en política, alcanzando el derecho a voto prácticamente a mediados del siglo XX. No obstante, existen expectativas sobre su performance en cargos de poder. Es más, de acuerdo a la teoría de la representación política, se instalan a mujeres en cargos claves, para lograr una representación efectiva y sustantiva de los intereses de su grupo (Pitkin, 1967; Lovenduski y Norris, 2003; Celis et. al. 2007).

Bastante estudiada está la teoría de la presencia en ciencia política. Desde la incorporación de minorías afrodescendientes en la Cámara de Representantes, en los Estados Unidos, su presencia impulso una batería de reformas orientadas a ampliar las garantías de éstas, mejorando sus condiciones de vida, así como también su reconocimiento como sujetos de derechos (Cameron et. al., 1996).

En relación a las mujeres, Phillips (1995), plantea que las mujeres deberían estar en posesión de una identidad de grupo, basada en intereses compartidos sobre el aborto, el cuidado de los niños, la igualdad de oportunidades en educación y en el trabajo. Asumiendo que hombres y mujeres podrían tener intereses diferentes, Phillips (1995) afirma que las representantes poseen redes sociales, intereses de clase y divisiones ideológicas, que determinarían sus posiciones políticas, pudiendo incluso anular, pronunciamientos esperados para beneficiar a las mujeres (Lovenduski y Norris, 2003).

Gabinete cuenta con 7 mujeres de 23 carteras, lo que equivale al 30%, el gobierno saliente contó solo con un 34% de ministras

No obstante definir los “temas de interés” de las mujeres, ha sido una experiencia controvertida para la ciencia política, aún así éstos pueden ser definidos en tres grandes líneas:

1. las mujeres constituyen una categoría social, por lo que la neutralidad política debe ser cuestionada.
2. las desigualdades de poder entre los sexos deben ser reconocidas y problematizadas
3. realizar políticas para aumentar la autonomía de las mujeres, tanto física, como económica y social (Lovenduski y Norris, 2003).

Ahora bien, supongamos que Isabel Pla centrará su gestión en los “temas de interés de las mujeres”. En primer lugar, debería mantener la política de Estado ya alcanzada, tanto la del Ministerio de la Mujer y la Equidad de Género, como estructura institucional, sin agregar nuevos apellidos como familia, o infancia, pues la mujer es una categoría social, que debe respetarse como tal, y no confundirse con otras. En un segundo orden, Pla debería profundizar los avances orientados a mermar las desigualdades de poder entre los sexos, tales como la ley de cuotas y las medidas de acción afirmativas adoptadas en el marco de la reforma electoral y la ley de partidos políticos, medidas para promover los liderazgos al interior de las empresas privadas y los sindicatos, asumiendo la situación de secundaridad en la que todavía se encuentran las mujeres en Chile – y en el mundo-.

La situación de las mujeres institucionalizadas en los partidos políticos de la Nueva Mayoría no es mejor que las de Chile Vamos.

A pesar de los avances en materia de representación política de las mujeres, es posible apreciar que el propio partido de la ministra Pla, no se esmeró por incrementar la representación de sus mujeres en el Congreso Nacional.

Por otro lado la Ministra Pla deberá considerar mantener los avances en materia de autonomía del cuerpo de las mujeres, es decir, no retroceder la ley de aborto de 3 causales, que representa una medida civilizatoria – pero no óptima-, para el Estado chileno, que vino a solucionar un problema de salud pública, en que las mujeres han puesto en riesgo la vida, por interrumpir su embarazo. Además, queda pendiente completar la tramitación de la ley que asegure a las mujeres una vida sin violencia, norma que vendría a perfeccionar la ley de violencia intrafamiliar, es aquí donde la ministra podría ocupar todo su capital político para asegurar que en un tiempo corto, el proyecto vea la luz y sea aplicado con suma urgencia a modo de evitar que sigan ocurriendo femicidios, maltratos, y otras formas de violencias como los acosos sexuales en los lugares de trabajo, estudio, partidos políticos, en la calle, entre otros.

Agregar además que se espera en el punto de la autonomía, que se promuevan nuevas políticas públicas tendientes a entregar herramientas a las mujeres para alcanzar la autonomía económica para evitar la subyugación – en el caso de las mujeres más pobres-, por parte sus parejas, y dejar de reproducir estas formas de dominación patriarcal, propias de las sociedades latinoamericanas.

Otros pendientes, mejorar la ley de cuotas, ampliarla a otras elecciones como las municipales y de consejeros regionales. Perfeccionar la normativa en el caso del Congreso Nacional y los Partidos Políticos, y así propender además a evitar una división sexual del trabajo político, en que las mujeres están asignadas a ciertas tareas que pueden cumplir, que precisamente no se trata de tener una completa injerencia en la toma de decisiones, ya sea a nominar candidaturas, participar de las definiciones políticas del partido. De esta manera, las mujeres podrían alcanzar efectivamente a tener acceso a temáticas reservadas exclusivamente para los hombres, no sólo como se presenta en el actual gabinete, sino también en la labor parlamentaria, en que las mujeres abundan en las comisiones relativas a las “áreas femeninas” como es: la infancia, la familia, la pobreza, adultos mayores, en desmedro de comisiones más “duras”, como la de Constitución, Hacienda, Defensa, Seguridad Pública, por nombrar algunas.

Las mujeres deberían estar en posesión de una identidad de grupo, basada en intereses compartidos sobre el aborto, el cuidado de los niños, la igualdad de oportunidades en educación y en el trabajo

Finalmente una breve referencia a las posibles estrategias de la oposición para poder hacer frente, a lo que podría representar una gestión conservadora en materia de derechos humanos de las mujeres.

La situación de las mujeres institucionalizadas en los partidos políticos de la Nueva Mayoría no es mejor que las de Chile Vamos. Si se observa con detención, los partidos que componen la coalición, además de carecer de un compromiso con la ley de cuotas, persisten en mantener sus violentas prácticas internas, resultando éstas excluyentes para las mujeres, impidiéndoles a sus propias militantes, constituirse como fuertes figuras políticas, las cuales se diluyen constantemente en la acción directa de los partidos. Asimismo, no se ha observado un cuestionamiento a las prácticas patriarcales reproducidas por las propias mujeres que participan de la estructura, que tienden más al fraccionamiento político que a la acción colectiva, situación que quedó de manifiesto en el complejo proceso de nominación de las candidaturas el año 2017, en que las mujeres, fueron puestas como “acompañantes”, en lugares poco preferentes de las listas, incluso hubo partidos como el PS, que bajó de 5 a 4 diputadas su representación parlamentaria, la DC mantuvo su única representante al igual que el PR, el PC sólo incrementó en 1 diputada, y el PPD en 2.

Es importante considerar, que más allá de las cuotas de género, la construcción política de una resistencia feminista, va más allá de los mecanismos electorales para asegurar la mera presencia, consiste en transformar las formas de hacer política que impiden una libre circulación de intereses y avances sustantivos para las mujeres al interior de las estructuras partidarias. Las construcciones discursivas y las estrategias políticas obligan a llenar de contenido las acciones incluso de la naciente bancada feminista que se encuentra en formación que sin duda, será fundamental para evitar la esperada “retroexcavadora” conservadora que se espera con Piñera 2.0. Es más, existen fuertes expectativas con el ingreso de las nuevas parlamentarias del Frente Amplio, cuya situación, no es mejor que las de la Nueva Mayoría. A pesar de ello, el temor que existe es que las mujeres políticas, sólo se centren en los debates superficiales, sin abordar asuntos de desigualdad estructurales.

El desafío entonces consistirá además de resistir la posible ola conservadora, y avanzar hacia una nueva etapa en la lucha feminista, la cual no puede seguir considerando la adaptación de las mujeres a las instituciones, si no como decía la gran Julieta Kirkwood (1986), la búsqueda por la transformación de las mismas.

Referencias
Cameron, Ch., Epstein, D, O’Halloran, S. (1996). Do Majority-Minority Districts Maximize Substantive Black Representation in Congress? The American Political Science Review, Vol. 90, No. 4 (Dec., 1996), pp. 794-812.
Celis, K.; Childs, S.; Kantola, J.; y Krook, M. L. (2007). Rethinking Women’s and Substantive Representantion. Documento preparado para el Consorcio Europeo para la Investigación Política, Sesiones Conjuntas de Talleres, Helsinki, Finlandia.
Kirkwood, J. (1986). Ser política en Chile. Santiago. Editorial Cuarto Propio.
Lovenduski, L., y Norris, P. (2001) Westminster Women: the Politics of Presence. Political Studies. Vol. 51. 84-102.
Phillips, A. (1995) The Politics of Presence. Oxford: Clarendon.
Pitkin, H. (1967) The Concept of Representation. Berkeley CA: University of California Press.

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