Quesos

Mitos y verdades de la intolerancia a la lactosa

Por Biut y Agencias

Esta desagradable patología es muy común y afecta a cerca del 60% de los chilenos.

¿Le ha sucedido que después de comer un trozo de queso o tomar un vaso de leche  se sienta hinchado o tenga un fuerte dolor abdominal? Si su respuesta es afirmativa y atribuye estos síntomas a una gastritis o a colon irritable podría equivocarse rotundamente. Lo más probable es que se trate de intolerancia a la lactosa, “una patología muy común, que afecta a cerca del 60% de los chilenos”, afirma el gastroenterólogo de Vidaintegra, Dr. David Kutz.

Mito 1: La intolerancia a la lactosa se produce por una deficiencia en la enzima lactasa.
Verdadero. “La intolerancia a la lactosa se presenta cuando el intestino delgado no produce suficiente enzima lactasa. Las enzimas le ayudan al cuerpo a absorber los alimentos. Los bebés producen esta enzima, porque la leche es el único alimento que pueden consumir. Con el tiempo empezamos a incluir otros alimentos en nuestra dieta, por lo que la lactasa se va perdiendo”, explica el Dr. Kutz, gastroenterólogo de Vidaintegra.

Mito 2: Es recomendable que jóvenes y adultos no consuman lácteos.
Falso. A pesar de que cerca del 60% de los chilenos sufre de intolerancia a la lactosa, el especialista señala que “se debe seguir consumiendo leche para proteger los huesos,  ya que los lácteos en general son la mejor fuente de calcio”.

Mito 3: La intolerancia a la lactosa tiene síntomas similares al del colon irritable.
Verdadero. Los síntomas, explica el gastroenterólogo, son: “distensión abdominal (hinchazón), meteorismo, a veces puede estar acompañado de dolor abdominal y diarreas. Incluso, hay pacientes que muestran ambos cuadros, por lo que se busca el mejor tratamiento para aliviar los síntomas”.

Mito 4: Ante cualquier síntoma es urgente consultar.
Falso. Se aconseja consultar con un especialista “cuando existen molestias gastrointestinales que influyen en la calidad de vida”. Hay personas que conviven sin problemas con la intolerancia a la lactosa porque los síntomas son imperceptibles o bien no son significativos.

Mito 5: Eliminando los lácteos de la dieta desaparecen los síntomas.
Verdadero. “Si ya no se consume lactosa, no hay síntomas”, agrega. Sin embargo, estas personas deben preocuparse de consumir calcio por otras vías. “Existen alimentos sin lactosa”, explica el Dr. Kutz, y agrega que otra alternativa de tratamiento son las cápsulas de lactasa que se toman antes de ingerir lácteos.

Mito 6: La intolerancia a la lactosa puede convertirse en cáncer.
Falso. El Dr. Kutz aclara que la intolerancia a la lactosa no es un problema grave y es enfático al señalar que “es imposible que se transforme en cáncer o en alguna otra enfermedad. La intolerancia a la lactosa sólo produce malestares – que pueden ser mayores o menores – pero no significa ningún riesgo mayor”.

Mito 7: Los niños no sufren de intolerancia a la lactosa.
Falso. Si bien no es frecuente que un menor presente intolerancia a la lactosa, es posible. Incluso, hay niños que nacen con deficiencia de esta enzima, por lo que no puede ingerir lácteos, incluso leche materna. ¿Cómo identificarlo? El especialista explica que “hay que estar atento al niño, por ejemplo, después de tomar leche puede presentar diarreas e hinchazón”.

Mito 8: De los lácteos, la leche pura es la que tiene más lactosa.
Verdadero. Si bien todos los lácteos y sus derivados (yogurt, queso, quesillo, crema, etc.) tienen lactosa, “la leche es la que mayor cantidad de lactosa tiene, sin importar si es entera o descremada”, señala el Dr. Kutz.

Mito 9: Tomar leche o suplementos de calcio es lo mismo.
Falso. “El calcio en comprimidos no es lo mismo que el que ingerimos en la leche”, señala el gastroenterólogo de Vidaintegra, y agrega que de las leches, la descremada tiene más calcio.

Mito 10: Hay distintos grados de intolerancia a la lactosa.
Verdadero. “La intolerancia a la lactosa que se sufre en la niñez no es la misma que se tiene de adulto, asimismo, en el mundo este problema tiene distintos matices: los asiáticos en su mayoría sufren de intolerancia a la lactosa porque desde muy pequeños dejan de consumir leche, mientras que en los europeos este problema es menor”.

Por otro lado, “algunas personas pueden beber una taza de leche sin síntomas, pero otras presentan dificultades tomando sólo un sorbo. A través del tiempo el paciente aprenderá cuanta leche u otros productos lácteos puede consumir sin tener consecuencias indeseadas”, añade el especialista de Vidaintegra.

¿Cómo convivir con la intolerancia a la lactosa?

•    Conoce los alimentos que contienen lactosa. La lactosa está en la mayoría de los productos lácteos, algunos alimentos horneados y procesados como el pan, cereal seco, dulces, galletas dulces, aderezo para ensalada, sopas hechas con leche, mezclas de bebidas, y alimentos preparados como pizza y lasaña.

•    Presta atención a las etiquetas de los alimentos.
En las etiquetas de los alimentos hay una lista de ingredientes en orden de la cantidad en que se encuentran en el alimento. Si la leche se encuentra primero en la lista, sabrás que ese producto contiene mayormente leche. Si tú eres intolerante a la lactosa es probable que debas evitar comerlo ó cómelo en pequeñas cantidades.

•    Si  la deficiencia de lactasa es parcial, se pueden tomar pequeñas cantidades de leche (máximo un vaso, según tolerancia) sin que se produzcan trastornos.  En este caso:

•    Prueba con pequeñas porciones de productos lácteos. Si las puedes tolerar, quizás seas capaz de añadir más productos lácteos poco a poco. Al añadir productos lácteos lentamente, sabrás cuanta lactosa tu cuerpo puede manejar.

•    Disfruta productos lácteos con productos no lácteos. El combinar productos lácteos con otros alimentos disminuye la manera en que la lactosa entra en el cuerpo.

•    Ten en cuenta que ciertos productos lácteos tienen menos lactosa que otros. Por ejemplo, el queso y el yogur generalmente contienen menos lactosa que la leche.

•    Para obtener calcio, prefiere las leches y yogures sin lactosa y una alimentación variada, que incluya verduras de hojas verdes (acelga, espinacas, brócoli etc…), pescados como el salmón y las sardinas, y jugo de naranja enriquecido con calcio.

•    Consulta a tu médico por suplementos de calcio.

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