Entrevista a Antonia Livingstone

Nieta de Sergio Livingstone se prepara para ir a mundial de Touch Rugby: “Todo lo tenemos que pagar nosotros”

Antonia Livingstone es kinesióloga deportiva y entrenadora del equipo de touch rugby en Chile. Pese a la falta de financiamiento, se autogestionan para llegar al mundial de Malasia en 2019. Aquí cuenta de qué se trata el deporte, que como pocos, trata de jugar a la par con los hombres.

Por Tamy Palma Silva

Antes de llegar a ser la entrenadora del equipo chileno de touch rugby, Antonia Livingstone las hizo todas en el deporte: en atletismo corrió 1500 mt., hizo garrocha y se dedicó por años al fútbol. Esto último lo heredó. “Mi papá fue futbolista y mi abuelo, Sergio “sapito” Livingstone, también”, dice. Al touch rugby, deporte que empezó hace casi 15 años en Chile y es una variación del rugby profesional, en el que en vez de tackles la pelota se entrega al tocar al rival sin un contacto fuerte, Antonia llegó por un hastío con el deporte que realizaba entonces.

A través de un primo, llegó como principiante al pequeño equipo que existía en 2012 en Chile. “Me encantó este deporte, porque es rápido y hay cambios indefinidos”, dice. Entonces, la kinesióloga deportiva y madre de Gael (6) decidió quedarse en un incipiente grupo de deportistas, especializarse y utilizar las herramientas que le brindó su carrera para poder llegar a ser parte de los tres entrenadores del equipo que espera llegar al mundial de Malasia en 2019.

Santiago agosto del 2017 Entrevista a la jugadora de Touch Rugby Antonia Livingstone (en la imagen) realizada en el Prince of Wales Country Club ubicado en la comuna de Ñuñoa. FOTO: Javier Salvo/ La Tercera

Santiago agosto del 2017
Entrevista a la jugadora de Touch Rugby Antonia Livingstone (en la imagen) realizada en el Prince of Wales Country Club ubicado en la comuna de Ñuñoa.
FOTO: Javier Salvo/ La Tercera

¿Por qué te decidiste por el touch rugby y no otro deporte?

Después de once años jugando fútbol, de haber jugado en el colegio, en la universidad, de haber pasado por unos panamericanos en una selección B de Chile, quise cambiar rotundamente mi vida porque necesitaba otro deporte. Había terminado recién con un pololo que jugaba mucho fútbol, y la gente del fútbol se ve en todos lados y son todos amigos. También esta cosa de tanta mujer para todos lados. A veces había rollos de minas que yo no quería. Yo soy súper apasionada. A veces quería armar grupos para jugar y me entusiasmaba, pero me fallaban. Terminaba muy decepcionada. Estando en eso, un primo que juega touch rugby me dijo que fuera a probar en 2012 y acepté.

¿Qué te atrajo de este deporte?

Que es muy ágil. En este juego hay que estar pendiente de muchas cosas; que agarrar una pelota fuerte, que no tenerle miedo, correr rápido, que no te dé nervio jugar con hombres porque al principio igual te impacta. Ves corriendo hombres a toda velocidad y dices “se me va a escapar, ¿cómo lo alcanzo?”. A veces los ves corriendo contra ti y ves que te tiran pases larguísimos y fuertes, y tienes que tener la confianza para ir a agarrarlo y seguir jugando al ritmo. Esto es como un desafío constante.

¿Qué diferencias disciplinarias percibes entre este deporte y los otros que has realizado?

Acá se avanza. En el fútbol, en cambio, me pasó que me quedé un poco ahí. Jugué en varias ligas, en varios equipos y jugué por la selección de mi universidad (Finis Terrae) y por una selección de Chile. Jugando esto te das cuenta que no necesitas nada más que una pelota. En lo que se parecen el touch y fútbol es que no necesitas raquetas o zapatillas, solo es lo mínimo. Además, lo puedes jugar en cualquier lado. Me encantó por eso, porque era atlético, rápido, desafiante y dije: este es mi deporte, yo lo voy a jugar.

En sus inicios, la liga partió entrenando en el Banco Central, mismo lugar en el que partió Antonia Livingstone en 2012. Hace dos años, llegaron al Country Club de La Reina en donde a través de conversaciones con conocidos y jugadores afiliados, consiguieron un espacio para entrenar y utilizar el espacio en el que se perfeccionan hoy para para llegar al mundial de Australia en 2018.

Santiago agosto del 2017 Entrevista a la jugadora de Touch Rugby Antonia Livingstone (en la imagen) realizada en el Prince of Wales Country Club ubicado en la comuna de Ñuñoa. FOTO: Javier Salvo/ La Tercera

Santiago agosto del 2017
Entrevista a la jugadora de Touch Rugby Antonia Livingstone (en la imagen) realizada en el Prince of Wales Country Club ubicado en la comuna de Ñuñoa.
FOTO: Javier Salvo/ La Tercera

¿Quién entrena a los que entrenan hoy a los jugadores de touch rugby?

Bueno, cuando partimos conseguimos a un entrenador y empezamos a jugar por la buena onda. Esos profesores son de Nueva Zelanda, de Australia o Inglaterra y son los mismos que llegaban a colegios y ellos empezaron a jugar. De hecho, fue gracias a ellos que empezaron a meter chilenos. Empezó como algo muy social y con reglas más relajadas, luego aparecieron viajes. En uno de esos, en San Francisco, fue la selección que existía, que era muy chica, y se dieron cuenta que no jugábamos a nada. Eso debe haber sido en 2012. El año siguiente era en Orlando y quise ir. Pensé que era patuda, porque no jugaba nada, pero por mis aptitudes, sabía que podía ir. Fue una buena experiencia.

¿Cómo se financia la selección?

Cada uno de su bolsillo. Este año fue reconocida la federación de touch de Chile, y eso ya es muy bueno, porque significa que fue reconocido como deporte. Eso, en teoría, nos debería dar fondos. Pero pasa que hay que concursar a fondos y esos fondos en general se los dan a la escuelita que quiere meter deporte en Maipú. Es decir, gente que en verdad lo necesita más, pero siendo una selección, debería existir un apoyo. Sobre todo si viajan 16 personas. A nosotros nos dicen “ah, pero ustedes entrenan en el Country”, pero la plata no la tengo yo; yo tengo que trabajar igual que todo el mundo. El ser jugados nos ha armado como equipo.

Aparte de ti, ¿quién más está a cargo de la selección?

Nosotros somos tres entrenadores para la selección. Uno de ellos dos es mi pololo. Nosotros empezamos a armar equipo y a partir de eso el año pasado fuimos a Estados Unidos en donde hacían un curso de coach. Lo hicimos. Al volver, en Chile ya teníamos 30 niños en el verano entrenándolos. Las mamás llegaban y decían que era algo muy bueno este deporte porque estaba el fútbol o nada para las niñas. No sabían a qué meterlas, y el touch, que es como jugar a la pinta con pelotas, les gustó. Hemos visto que esto es muy importante en niños. Y no solamente para que sigan jugando rugby después o hockey, sino para cualquier deporte porque tienen todas las habilidades juntas. Además, no es un deporte exclusivo. Aquí cualquiera puede jugar. Si yo te paso una pelota y tiraste un pase, puedes jugarlo.

Santiago agosto del 2017 Entrevista a la jugadora de Touch Rugby Antonia Livingstone (en la imagen) realizada en el Prince of Wales Country Club ubicado en la comuna de Ñuñoa. FOTO: Javier Salvo/ La Tercera

Santiago agosto del 2017
Entrevista a la jugadora de Touch Rugby Antonia Livingstone (en la imagen) realizada en el Prince of Wales Country Club ubicado en la comuna de Ñuñoa.
FOTO: Javier Salvo/ La Tercera

¿Eso tampoco es financiado?

No. Nosotros no recibimos ni uno por entrenar a la selección, por idear y planificar y hacer estos cursos. Todo lo tenemos que pagar nosotros. Los viajes también. Ahí se limita un poco el crecimiento.

¿Qué diferencia al equipo chileno de los que existen en Latinoamérica?

Nosotros somos el único equipo de Latinoamérica federado. Otra cosa es que cuando jugamos con Argentina siempre les ganamos. De hecho, nos pide hacer clínicas. Para nosotros es muy bueno ser pioneros en algo en América Latina. En Chile está subiendo el nivel deportivo mucho. Fuimos a este mundial, jugamos todos contra todos y lo primero que sorprendió fue un amistoso que jugamos contra Sudáfrica en el que ellos salieron terceros y jugamos muy bien. Todos se sorprendieron de que jugáramos. Partimos la copa y el primer partido lo perdimos. Si hubiésemos tenido más roce internacional, habría sido de otra forma, pero recién ahí empezamos a entender el lenguaje de los árbitros. Y hemos avanzado.

¿Qué necesidades tienen al ser un equipo más artesanal?

Nuestra primera necesidad es alguien que nos dirija de afuera. Creo que lo podemos lograr porque tenemos buenas relaciones con gente de otros lados. Lo ideal sería tener financiamiento de aquí a la fecha del mundial. Ahora, por lo menos, se puso una marca de ropa que nos dijo que nos haría todos los implementos. Y para nosotros cualquier cosa suma. Si necesitamos una pelota y nada más. Lo ideal sería llevar a dos equipos. Por equipos viajan 16 personas. Al primer mundial fue un equipo. Hoy podríamos ir con equipos dos mixtos y uno sénior. Hemos avanzado. El año pasado fuimos a jugar a Orlando y le ganamos a Estados Unidos. Eso nos potenció a seguir. Por lo mismo, mucha gente se motivó y la gente ve que esto va serio.

¿Qué planes tienes para el equipo ahora que tienen más gente, que han logrado cierto reconocimiento en otros países?

En octubre vamos a California a jugar. Iremos a un campeonato que hace Estados Unidos en el que invitan a cinco equipos internacionales. Dentro de esos está Chile. Ellos nos aman. Dicen que lo que más les gusta de nosotros es el corazón, la fuerza y ganas que le ponemos a todo. Además, en 2019 viene el mundial en Malasia. Para eso ya está la preselección. Somos 52 de 20 que partimos para el mundial de Australia. Es bueno, porque ahora podemos hacer hasta dos equipos. El mayor de la selección debe tener 40 años. Y ahora empieza el proceso de entrenamiento físico y técnico. El Saint George’s –colegio en el que estudié- nos dio el espacio para hacerlo. La idea final es hacer un torneo en el que juegue gente desde los cinco años a los 80. Esto te da un estilo de vida. Es difícil porque no hay remuneración.

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