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¿Por qué le ponemos apodos a nuestras parejas?

Estudio asegura que llamar a tu pareja con apodos del tipo 'gordito', “chanchito” o “monito” hace que las parejas se sientan más felices con su relación. ¿Por qué? Acá te contamos.

Por Soledad Reyes

Más de alguna vez te debe haber pasado que te descubriste diciéndole a tu pololo “chanchito” o “monito”. Y es que ponerse apodos es una práctica común entre las parejas, que ayuda a acercarse de una forma cariñosa y potenciar el vínculo.

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Imagen: gentileza Pixabay.com

Así lo demuestra un estudio de la Universidad de Ohio, realizado por Carol Bruess y Judy Pearson, donde se revela que “las parejas que tienen apodos se sienten más satisfechas con su relación”.

Beneficios de usar apodos con tu pareja

Otorgar un apodo es una clara demostración de amor o un afecto genuino al otro, uno que lo hace sentir diferente del resto de la personas con quienes nos vinculamos a diario. “Los apodos se crean para sentirse únicos con el otro, da un trato distinto al que uno tiene con los amigos o la familia”, explica María Francisca Guzmán,  psicóloga de Clínica Bicentenario.

Por eso, estos sobrenombres suelen ser bastante cariñosos, fomentando la complicidad en una relación. “El uso de un lenguaje amoroso entre la pareja, es una manera simbólica de demostrar que la relación te importa lo suficiente como para desarrollar una propia manera de hablar”, explica Carol Bruess, sicóloga directora de estudios de la familia en la University of St. Thomas y coautora del estudio mencionado anteriormente.

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Imagen: gentileza Pixabay.com

Tipos de apodos

En cuanto a los alias que le entregamos a nuestras parejas, los más comunes son los nombres de animales: “chanchito”, “monito”, “pollito”, etc.

Además, existen aquellos que hacen alusión a aspectos físicos, aunque muchas veces pueden no coincidir con la realidad, ya que puedes llamar a tu novio “gordito” o “guatón”, cuando físicamente no lo es.

“Para algunos recurrir a diminutivos como ‘cosita’, ‘pequeñita’ o ‘amorcito’ siempre es muy efectivo. Sin embargo, a otros puede parecerles el peor canto a la cursilería”, indica una nota publicada La mente es maravillosa. com, un sitio web especialista en temas de psicología.

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Imagen: gentileza Pixabay.com

Cuándo no hay que utilizarlos

Steven Stosny, psicólogo y autor del libro “Living and Loving after Betraya”, afirma en una nota del sitio Bienestar180.com que “cuando el afecto es muy fuerte, el uso del nombre propio entre la pareja parece casi inapropiado. Y es que suele relacionarse con momentos de enojo o de regaño”.

Y claro, tal como Doña Florinda llamaba Federico a Kiko cuando se enojaba, probablemente tú también utilizas el nombre de tu pareja y no su apodo cuando pelean.

Sin embargo, más allá de solamente olvidarnos de ellos en un conflicto, también hay otras ocasiones en las que no deberíamos repetirlos, por ejemplo en público, ya que si uno de los dos se siente incómodo podría acarrear más problemas que afectos a tu relación.

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Imagen: gentileza Pixabay.com

“El apodo se suele utilizar para manifestar contento o descontento. Así, cuando la pareja se refiere al otro por un nombre distinto al apodo: o bien la pareja se encuentra en un contexto formal (en el que hay que mantener las formas) o bien la persona que omite el apodo está enfadada”, complementa Sofía Alcausa, bloggera de La mente es maravillosa.

Otra de las cosas que no hay que hacer es degradar al otro con el alias. Los apodos son una forma de hacer sentir bien a quien te acompaña, no de incomodarlo. De esta forma, si a tu hombre no le gusta cómo le dices o le molesta que lo llames así frente a sus amigos, deben conversar y llegar a un acuerdo que fortalezca su relación en vez de perjudicarla.

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