Algunos culpan a nuestros ancestros y también a nuestros genes. Es que motivarse a realizar una actividad física no es algo que se dé de un día para otro.
Mientras algunos tienen una voluntad de hierro y se lanzan a correr de un día para otro, hay otros a los que les cuesta enormemente siquiera pensar en hacer algún tipo de ejercicio.
“Es posible que la razón por la que te cueste tanto estar activo físicamente no pase por tu falta de voluntad, sino por el simple hecho de cómo eres. O que las innumerables excusas que sueles mencionar para justificar una vida sedentaria en realidad tengan fundamento, o por lo menos algunas de ellas”, dicen en el sitio de la BBC.com.
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Culpa de los antepasados
En la misma web el profesor David Lieberman, experto en evolución biológica del ser humano, indica que uno de los motivos de que nos cueste hacer deporte podría estar ligado a nuestros antepasados.
“Nuestro instinto ha sido siempre ahorrar energía. Durante la mayor parte de la evolución humana eso no tenía relevancia porque si querías poner comida en la mesa tenías que trabajar realmente duro”, explica, agregando que nuestros ancestros tenían la tendencia a reposar cuando “no estaban obligados a someter al cuerpo a exigentes jornadas de caza o de traslado”.
Por eso, para este investigador, “es natural y normal ser físicamente flojos”.
Factores sociales
En tanto, Bradley Cardinal, de la universidad estatal de Oregon, indicó en un artículo de The Washington Post que no todo se debe a un aspecto biológico, sino también a aspectos sociales negativos.
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De esta forma, el experto dice que “en muchos círculos de la vida en los que nos desenvolvemos, sea con amigos o profesionalmente, está mal visto no hacer ejercicio y no se entiende que la actividad física se debe llevar como algo natural, incluso cuando se decide no hacerla”.
Dejar la zona de confort
Junto con esto, Sherry Pagoto, profesora de medicina de la universidad de Massachusetts, indica en el portal Psychology Today, que “lo más difícil es poder superar el rechazo psicológico que se genera a raíz de las muchas situaciones incómodas que se experimentan del propio ejercicio físico”.
La especialista enumera que “sudar, pasar frío, sentirse sin aliento, los dolores musculares o el sacrificio que implica son elementos que juegan constantemente con la mente, que suele entrar a menudo en una confrontación con la voluntad de las personas”.
No obstante, Pagoto dice que esta incomodidad “es algo temporal y que el cuerpo humano se adapta a las nuevas experiencias, lo que abre un abanico de posibilidades y recompensas”.
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