Explorando cómo superar un trauma

Por BBC Mundo

Pocos imaginamos cómo sería si estuviéramos viajando en un tren y, tras un choque, éste de repente se transforma en una bola de fuego.

Pero una británica, Pam Warren, sobrevivió precisamente esa situación cuando el tren en el que viajaba se estrelló en Londres, Inglaterra, en octubre de 1999.

Warren sufrió quemaduras severas en su rostro y en sus manos y pasó a ser llamada en los medios “la mujer de la máscara”, pues a medida que sus quemaduras sanaban lentamente ella se vio forzada a utilizar una máscara para reducir los efectos de la cicatrización.

Desde ese accidente, Warren ha quedado fascinada con la forma como las personas manejan los eventos traumáticos.

Hoy, ella ya aprendió a vivir con los efectos físicos y sicológicos de su drama y ha aparecido en los medios con su campaña para que los ferrocarriles británicos sean más seguros.

Un “escupitajo” de humo

Mientras se recuperaba de sus propias heridas faciales, Warren conoció a otro sobreviviente de quemaduras graves, Simon Weston, quien fue atrapado por el fuego cuando su barco fue bombardeado durante la guerra en las Falklands/Malvinas.

Él fue la primera persona a quien ella pudo confiarle que estaba bebiendo demasiado para sobrellevar el trauma que había experimentado.

Después de su drama, Weston también dijo que se había vuelto dependiente del alcohol.

“Cualquiera que haya tenido un evento que le cambió la vida, desde una pérdida hasta una enfermedad terminal, tiene un alto nivel de trauma”, dice Simon Weston.

Simon Weston dice que bebió demasiado para sobrellevar el trauma que vivió en las Falklands/Malvinas.

“Para algunos el refugio es el alcohol. Es un falso refugio, porque es un refugio destructivo. Uno quiere estar perdido, quiere estar entumecido”.

“Cuando me grabaron tomando de una botella, eso me sacudió. Fue penoso, no era yo, era algo que no me gustaba”.

Weston recuerda que un “escupitajo” de humo y llamas que se formó cuando una bomba golpeó su barco fue la última cosa que vió sin tener cicatrices.

“Esa es la guerra”, dice.

“No hay nada en el manual que lo prepare a uno para estar en un barco como parte de la infantería y ser atacado por un avión”, añade.

Otra persona que ha sufrido traumas es John Peters. Él es un oficial de la fuerza aérea británica que fue secuestrado y torturado por soldados iraquíes durante 47 días, en 1991.

Logró escapar de un jet en llamas cerca de Bagdad, después de que fuera atacado con misiles y pistolas, pero luego lo golpearon con porras, le impidieron dormir, lo quemaron con cigarrillos, lo mantuvieron en solitario, simularon su ejecución y lo amenazaron con violarlo en grupo antes de mostrarlo en televisión.

“Contener los horrores”

Él dice que una combinación de su personalidad con el entrenamiento lo ayudaron a recuperarse de su experiencia.

“Soy un piloto superficial, arrogante y veloz”, cuenta.

“Me estuve preparando por meses para ir a la guerra. Podía contener mis horrores. Estaba en Irak, estaba en guerra, era una circunstancia anormal”.

Dice que volver a una vida normal fue “fácil”, a pesar del “circo mediático” a su llegada al Reino Unido.

Sin embargo, civiles sin entrenamiento militar como Tim Coulson deben recurrir a reservas de fuerza interior para permanecer en calma durante la crisis.

Coulson destruyó la ventana de un tren y se coló en un vagón del metro de Londres para ayudar a las personas que estaban encerradas durante los bombardeos del 7 de julio de 2005.

Los atentados del 7 de julio de 2005 causaron 52 muertes.

Él estaba viajando en un vagón adyacente al que Mohammad Sidique Khan hizo explotar cuando salía de la estación Edgware Road.

El hombre de negocios Michael “Stan” Brewster murió en sus manos y le salvó la vida a una trabajadora australiana, Alison Sayer.

Sin embargo, el antiguo profesor dice que no se siente un “héroe”.

“Sentí que era clave consolar a Stan de cualquier manera y asegurar lo que de verdad creo: que nadie debe morir solo”.

“Cuando estaba trabajando con Alison, estaba convencido de que no moriría”.

Coulson y Warren dicen que sintieron una “calma inquietante” tras los accidentes.

“Hubo cierto reconocimiento de que no sabíamos qué nos ha pasado, pero que tenemos que trabajar juntos para hacer de este un mejor lugar. Sentí una paz especial en ese momento”.

Warren está de acuerdo. “Una cosa que me acuerdo del choque fue la calma de todo el mundo, lo calmados y colaboradores que estaban”.

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