La nueva era de los productos dermatológicos

Por Camila Essus

El smog y las bajas temperaturas invernales pueden resultar tan dañinos para la piel como el exceso de sol durante el verano. Debido a esto, el rostro puede sufrir severas alteraciones, entre ellas envejecimiento prematuro, irritación y, en casos más complejos, patologías dermatológicas severas.

Hoy la contaminación atmosférica causa un daño permanente para la epidermis y para este problema, afortunadamente existen los antioxidantes que cumplen una función protectora de la piel con muy buenos resultados sobre los pacientes. Con ayuda de la dermatóloga Cecilia Orlandi, en la siguiente nota te contamos cómo han evolucionado estos productos dermatológicos y sus beneficios.

“Los antioxidantes naturales defienden la piel de los daños causados por la exposición permanente a factores ambientales como la polución, el sol, el viento y la temperatura”, asegura una publicación reciente del Journal of Cosmetic Dermatology.

El uso de productos dermatológicos evita en primer lugar la formación de los radicales libres, sustancias muy reactivas capaces de dañar las estructuras de las células. Si bien el organismo dispone de forma natural de antioxidantes propios que contrarrestan su acción, utilizar ciertos productos contribuye a mantener el equilibrio en el metabolismo de todos los órganos, incluida la piel. Según la dermatóloga Cecilia Orlandi “los antioxidantes se van agotando con la edad, y mayormente aún por condiciones ambientales, estrés y otros, por lo que hay que aportar algo de ayuda extra”.

Y para proteger las principales zonas que pueden resultar dañadas, existen los productos dermatológicos naturales y anti-polución, que cuentan con la ventaja de reforzar las defensas propias específicamente en zonas expuestas al aire libre, ya que quedan fuera de la ropa.

Especialmente durante los meses de invierno, la utilización de cremas dermatológicas naturales puede ayudar a disminuir las dermatitis inespecíficas que se producen por el uso de estufas contaminantes en ambientes cerrados. Pero más allá de la época propicia sobre cuándo cuidarse, la experta menciona que, respecto de los tiempos y edad de cuidados, no hay un límite específico, pero ello depende de la piel de cada persona. “Para aquellas mujeres de piel seca es recomendable empezar el tratamiento de forma temprana, los 20 años es una edad ideal”.

En tanto, agregó que el clima también es un factor importante ya que en ambientes húmedos puede empezarse más tarde. En caso de países como Chile, donde el aire es seco, posee aguas y sol duro y existe más polución, lo aconsejable es habituarse a un tratamiento obligatorio a más tardar a los 25-30 años.

La zona más sensible es la que rodea el ojo debido a que dispone de menos número de glándulas por centímetro cuadrado y tanto epidermis como dermis, es mucho más delgada. Por lo mismo es la que se arruga en forma más precoz.

: Novedades dermatológicas para la temporada. Han aparecido más y mejores antioxidantes, que complementan las defensas propias, además de los filtros solares que tienen texturas mucho más agradables y disponen de protección tanto para UVB como para UVA. Muchos de ellos vienen con un poco de color por lo que son más fáciles de usar. También se puede utilizar polihidroxiácidos para humectación y péptidos para recuperar colágeno.

Tal como la alimentación y el interés por la salud, las personas deberían preocuparse por el cuidado de la piel de por vida una vez que se inicia cualquier tipo de tratamiento. Por más que muchas mujeres deseen retrasar la utilización de cremas para el rostro, la especialista asegura que “como en todas las cosas, hay que poner de nuestra parte. Como actitud de vida no podemos esperar que por un milagrito tengamos la piel sana si no estamos dispuestos a una rutina mínima de cuidado”.

Apoyo casero

La mejor ayuda con productos antioxidantes proviene en forma natural de los alimentos, frutas, verduras y cereales. Entre las frutas y verduras, escoger los de colores fuertes, como arándanos, frutillas, moras, granadas, así como betarragas, tomates y el zapallo. También el té verde, la rosa mosqueta.

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