Los defensores de los “cerros isla” de Santiago

Por Biut y Agencias

En 2009, un grupo de estudiantes del magíster de Paisajismo de la Facultad de Arquitectura de la Universidad Católica realizó un proyecto para crear un parque en el Cerro Alvarado, que se ubica entre Vitacura y Lo Barnechea. Su propuesta se centraba en rescatar su paisaje xerófito, aquel que está compuesto por árboles y plantas que crecen en condiciones naturales, sin necesidad de una mantención muy cuidada.

Aseguran que les fue bien con el proyecto, tanto que los profesores los motivaron a que gestionaran su viabilidad. Mientras seguían investigando, se dieron cuenta de que en Santiago existían decenas de otros cerros que, como el Alvarado, están insertos dentro del paisaje urbano. Son lo que se conoce como cerros isla y que en la ciudad tiene al San Cristóbal y al Santa Lucía como sus exponentes más reconocidos.

Ese fue el origen del grupo Santiago Cerros Isla, que hoy integran cuatro arquitectos y tres estudiantes de los últimos años de arquitectura de la UC. En forma paralela a sus actividades individuales, se reúnen a trabajar al menos dos veces por semana. Su cuartel general son las dependencias de la facultad, en la calle El Comendador, en Providencia, precisamente justo a los pies del cerro San Cristóbal.

Su idea es que los nuevos parques puedan convertirse en hitos urbanos de la ciudad.

Sin embargo, cada vez que puede trabajan in situ en los terrenos que estudian, que es donde más les gusta estar. “Somos todos amantes de los cerros. A mí me matan”, confiesa Etienne Lefranc, unos de sus integrantes. Así, estos jóvenes -cuyas edades van desde los 24 a los 34 años- se convirtieron en los principales defensores de un elemento del paisaje que muchas veces pasa inadvertido a los ojos de los santiaguinos.

Lo primero que realizaron fue un catastro con los cerros isla que existen en la ciudad, su altura y su situación. Así, contabilizaron 25 cerros. Entre ellos, Apoquindo, San Luis, Blanco, Calán, Chena y 18. ¿Su conclusión? Que estos elementos no son considerados dentro del desarrollo urbano de Santiago. “Están en deterioro y no son tomados en cuenta por la trama urbana. Creemos que los han aislado y se están perdiendo”, plantea la arquitecta Catalina Picon.

Su propuesta consiste en recuperar estos cerros y convertirlos en parques, de manera de relacionarlos con su entorno y, al mismo tiempo, aumentar la cantidad de áreas verdes de la ciudad.

El grupo sostiene que en ese sentido, Santiago tiene un déficit, ya que posee 4,7 m2 de áreas verdes por persona, cuando el mínimo que establece la Organización Mundial de la Salud es de 10 m2 por habitante.

“Cada comuna podría tener un parque al lado, pero no es así. Lo bueno es que estos espacios existen y no hay que buscarlos ni crearlos”, agrega Lefranc.

“Si estos cerros se desarrollaran de manera adecuada, no sólo serían de gran potencial turístico, sino que también generarían una imagen ciudad. Se convertirían en hitos urbanos”, aseguran.

Santiago Cerros Isla destaca que el mejor ejemplo del aprovechamiento del potencial que se hizo de estos accidentes geográficos, fue la planificación del cerro Santa Lucía que hizo Benjamín Vicuña Mackenna cuando fue intendente, entre 1872 y 1875.

Un nuevo parque

Por el contrario, como ejemplo de mala planificación ponen el caso del Cerro Alvarado. En su ladera poniente se construyeron edificios de departamentos y frente a su ladera sur pasa la Costanera Norte. Lefranc plantea que este último proyecto cortó los corredores biológicos naturales, ya que los animales antes bajaban a tomar agua al río Mapocho. Hoy, la autopista eliminó esa posibilidad.

El proyecto que realizaron para su magíster consiste en proteger y rescatar las zonas de conservación que existen en este cerro, como las quebradas, las riberas norte y sur del río Mapocho y la cima, y crear el Parque Metropolitano Oriente Cerro Alvarado.

La iniciativa plantea la realización de senderos y un plan de reforestación. “Este es un lugar con una vegetación muy exuberante, con especies nativas como espino, peumo, quillay y boldo, que además son de tipo xerófito”, explica Lefranc.

“Si se protegen la cumbre y las quebradas, este cerro no se transformará en el patio trasero de los edificios”, agrega la estudiante de arquitectura Antonia Beza.

El grupo plantea que estos cerros de Santiago no están tomados en cuenta por la trama urbana y que se están perdiendo.

En mayo del año pasado, Santiago Cerros Isla presentó este proyecto a la concejal de Vitacura Patricia Alessandri, quien lo derivó a la Secretaría de Planificación del municipio. Los arquitectos se reunieron con los directivos de esta división, pero la iniciativa nunca prosperó.

“En todo caso, es un proyecto interesante, podría ser una muy buena continuidad del Parque Bicentenario”, sostiene Alessandri.

La idea del grupo es afinar esta propuesta y, además, realizar una publicación sobre los cerros isla de Santiago, para la cual buscarán financiamiento con fondos de investigación.

El proyecto del Cerro Alvarado es su caballo de batalla y plantean que éste es replicable en algunos de estos 25 cerros insertos en la ciudad.

“Nuestra meta es que este sea un tema de discusión y que finalmente la gente de Santiago conozca estos lugares y los haga suyos”, concluye Picon.

 

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