Muchas veces la gente nos dice que estamos amargadas porque queremos estarlo. Casi como si tuviéramos una habilidad para encontrar la forma de autoboicotearnos constantemente. El problema, es que probablemente nunca nos damos cuenta cuando estamos jugando en nuestra contra.
Por eso, el psicólogo David Escudero explicó al Huffington Post cuáles son esas actitudes que no hacen más que ponernos trabas para lograr la felicidad y hacernos sentir amargadas.
Las actitudes que nos amargan
1. Prestas demasiada atención a los problemas
No sólo a los tuyos, sino también a los ajenos. “Si quieres amargarte, haz un listado amplio, elige los más sangrantes y da vueltas a todas sus consecuencias e implicaciones”, dice el especialista. Pero si no quieres, empieza a resolver lo que puedas. Verás cómo tu existencia se va alivianando.
2. Vives agobiada por lo que pueda pasar a futuro
Como si no fuera suficiente con los problemas del día a día, la gente que quiere amargarse comienza a ver el futuro de una forma tenebrosa. “El pensamiento catastrofista o la anticipación de escenarios negativos facilita el mantenimiento de estos estados deprimidos y/o ansiosos”, señala Escudero.
3. Dejas que el pasado se apropie de tu presente
Según el psicólogo, hay gente a la que le gusta cargar con esa actitud eternamente negativa, y por eso, vuelven al pasado constantemente, ya sea para rememorar situaciones que ya no existen, haciendo que el presente se vea completamente gris, o para regodearse en “traumas y pasajes oscuros”, con el fin de buscar cosas que que justifiquen tu amargura.
4. Ves hasta debajo del agua
“Gran parte de los conflictos interpersonales se generan no tanto por hechos, sino por lo que interpretas en el discurso o comportamiento del otro”, indica el psicólogo.
Así que deja de andar interpretando, leyendo entre líneas o adivinando el pensamiento del otro. Esto sólo te hará daño, fomentará tu desconfianza y te hará andar infeliz por la vida.
5. Intentas controlarlo todo
No sólo quieres controlar tus emociones, sino también las de los demás. Intentas mantener todo dominado: a tu pareja, tu perro, tu familia, amigos, trabajo, etc. “Una necesidad excesiva de control provocará una menor tolerancia a la frustración y una mayor presencia de estados ansiosos”, comenta el especialista al Huffington Post. Por eso, empieza a soltar. Y entiende que no puedes mantener todo a tu pinta. Sólo así encontrarás la plenitud.
6. Eres dependiente del amor
Lo pones como el eje central de todo. La búsqueda del amor desplaza a tu familia, trabajo y amigos. Y lo peor es que, la mayoría de las veces, tus elecciones no son las mejores: o te buscas a alguien con millones de defectos, como para estar constantemente soñando con que cambiará por ti, o te buscas a alguien carente de empatía, que sólo piensa en sí mismo.“El temor a la soledad, la voracidad afectiva y la centralidad del amor favorecen el establecimiento de relaciones de dependencia emocional”, señala David Escudero.
Así que si quieres dejar de amargarte, empieza a dejar de lado los impulsos y niñerías, y a valorar tu propia compañía. Sólo así la persona que elijas también disfrutará de una relación saludable y plena.
Si quieres conocer otras formas que tenemos de amargarnos la vida, sigue leyendo la nota publicada por el Huffington Post.
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