A pocos meses de cumplir 30, hay una pregunta que me hacen de manera cada vez más recurrente. “¿Y? ¿Cuándo vas a tener hijos?” Con el Diego vamos a cumplir nueve años pololeando, vivimos juntos hace cuatro y quizás por lo mismo la segunda pregunta más frecuente suele ser cuándo nos casamos. Pero ese ya es otro tema.
Mi respuesta a la pregunta de los hijos casi siempre es la misma: por ahora no está en mis planes, quizás más adelante. Me lo preguntan en mi familia, pero también amigas con hijos, que con mi misma edad ya son muy mamás, algunas lo planearon con reloj y no hay nada en la vida que hoy sea más importante para ellas que la maternidad. Y las admiro mucho, pero yo no sé si eso sea para mí. No creo que todas las mujeres hayamos nacido para ser mamás, y aprendí que está bien. Está bien no querer serlo.
Siempre he esperado que en algún momento “me vengan las ganas”. Tal vez pase, tal vez no, no me niego a ninguna opción para nada, pero últimamente he pensado en reformular mi respuesta, agregando un factor muy importante que es una de las razones clave de mi actual decisión: no quiero ser mamá porque no quiero que mi hijo o hija llegue a un mundo todavía tan incompleto y cojo. Digámoslo: un mundo todavía tan de mierda.
No creo que todas las mujeres hayamos nacido para ser mamás, y aprendí que está bien. Está bien no querer serlo.
Especialmente hoy, cuando en los matinales muestran gente enfrentándose y gritonéandose por tener ideas diferentes, dan ganas de que te trague la Tierra. Por eso, especialmente hoy, le escribo al hijo que todavía no quiero tener.
Veo la tele y me angustia, a veces hasta me dan ganas de llorar. Porque no quiero que crezcas en un país donde buses vengan a decirte qué es lo que se “debe” ser, que sentirte diferente “está mal” y que debes amoldarte a lo que la sociedad aún tan cerrada de mente te impone. Me deprime pensar que tengas que soportar la intolerancia. Que ni siquiera te vas a poder sentir libre de amar a quien quieras amar; que por más que yo te eduque de una manera, que yo te ame tal y como seas, el mundo se va a encargar de poner de su cosecha.
No quiero ser mamá porque no quiero que mi hijo o hija llegue a un mundo todavía tan incompleto y cojo. Digámoslo: un mundo todavía tan de mierda.
Me aterra la idea de que si eres mujer, no vas a poder salir a la calle de noche sin sentir miedo. Que si es que alguna vez te corren mano en la micro, va a ser una humillación que vas a recordar para siempre, independiente de que yo intente abrazarte para quitarte la vergüenza. No quiero que vivas en una sociedad donde a las mujeres se nos pone en duda, donde tenemos que salir a marchar para que se nos escuche y para pedir justicia porque nos están matando. No quiero que seas testigo de cómo nadie hace nada por nosotras, y que en Chile no importa que tu ex pareja te haya sacado los ojos y golpeado con una piedra en la cabeza; acá eso no significa que él te haya querido matar.
En este país tampoco podrás decidir qué hacer con tu cuerpo. Si por alguna razón quedas embarazada y no te sientes preparada para ser mamá, no podrás elegir. Olvídalo, porque vivirás en uno de los menos de diez países del mundo donde elegir está prohibido.
No quiero que seas testigo de cómo nadie hace nada por nosotras, y que en Chile no importa que tu ex pareja te haya sacado los ojos y golpeado con una piedra en la cabeza; acá eso no significa que él te haya querido matar.
Más terrible es que incluso si decides y tienes la posibilidad de irte a otro país, uno desarrollado, con más oportunidades, no estarás a salvo. El odio hoy parece estar ganando y suena catastrófico pero es así. Hay personas que quieren imponer sus ideas a otros, que no toleran que creamos en algo que ellos sí creen, que son capaces de sacrificarse a si mismos por demostrar lo lejos que pueden llegar.
Pienso y pienso qué podría hacer yo como mamá para evitar que te vieses expuest@ a todo esto. Yo puedo enseñarte que puedes ser libre, que puedes hacer y decir lo que piensas; que nunca vas a estar sol@, que si en segundo básico un compañero viene, te dice que eres fe@ y te empuja, yo voy a estar ahí para decirte que todo va a estar bien. Yo puedo hacer muchas cosas y hasta lo imposible por intentar que seas feliz, pero nada me asegura que realmente lo vayas a ser.
No sé si algún día me sienta preparada para prepararte a ti para este mundo. Tampoco sé si nací para ser mamá, a lo mejor no y supongo que sólo lo sabré si lo soy. Como dije al comienzo, en este momento no está en mis planes y si es que algún día te conozco voy a entender también si no quieres ser mamá o papá nunca, por la razón que sea, nadie tiene por qué cuestionarte o tratar de convencerte. Porque de eso se trata el respeto, palabra que hoy parece estar en peligro de extinción y que de verdad espero podamos recuperar un día no muy lejano. Entonces quizás nos podamos encontrar.
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