No hay evidencia de que el punto G existe

Por BBC Mundo

Los informes han hablado durante décadas del “extremo placer sexual” que es capaz de proporcionar.

Pero nunca nadie ha podido comprobar dónde exactamente se ubica esta zona en la anatomía sexual de las mujeres y si realmente, si existe, se trata de un área de extrema estimulación sexual.

Una nueva investigación llevada a cabo por científicos de la Universidad de Yale, Estados Unidos, afirma que no encontró evidencia “consistente” de que esta zona exista.

Pero no descartan totalmente que sea real.

Tal como señalan los investigadores en Journal of Sexual Medicine (Revista de Medicina Sexual) podría ser que no se han llevado a cabo estudios más precisos en búsqueda de esta elusiva zona erógena femenina.

Legendario

El punto G fue nombrado así en honor del ginecólogo alemán Ernst Gräfenberg quien dijo haber descubierto la zona en los 1950.

Desde entonces muchos -principalmente terapeutas sexuales, medios de comunicación y la industria pornográfica- han logrado mantener la popularidad del punto G.

También algunos estudios científicos han sugerido que se trata de una zona genital localizada en la parte anterior de la vagina detrás del pubis donde se concentran varias terminaciones nerviosas, lo cual puede producir “placer sexual intenso”.

Para analizar la evidencia científica, el doctor Amichai Kilchevsky, urólogo del Hospital New Haven de la Universidad de Yale en Connecticut, decidió revisar todos los estudios publicados sobre sexualidad femenina que se han publicado desde 1950.

El investigador y su equipo analizaron unos 100 estudios en los cuales se hablaba de punto Gräfenberg, punto G, orgasmo femenino y zona erógena femenina.

Específicamente buscaban “datos objetivos válidos sobre evaluaciones científicas de la existencia de un punto G anatómicamente distintivo”.

“Los estudios radiográficos no han sido capaces de demostrar una entidad única, además del clítoris, cuya estimulación directa conduzca al orgasmo vaginal”, Dr. Amichai Kilchevsky.

Tal como señala el investigador “las mediciones objetivas no lograron ofrecer evidencia clara y consistente de la existencia de un lugar anatómico que pueda estar relacionado al famoso punto G”.

Estas mediciones objetivas, explica el científico, incluían desde estimulaciones digitales hasta escáneres de resonancia magnética durante la última década.

Los científicos afirman que los estudios revisados revelaron, por ejemplo, que las biopsias de tejidos del supuesto punto G fueron “no concluyentes”.

Algunos estudios, dicen los investigadores, informaron de la ubicación de más terminaciones nerviosas en la supuesta área del punto G, pero otros encontraron menos terminaciones allí.

“Mi opinión es que el punto G es realmente sólo la extensión del clítoris en el interior de la vagina, análogo a la base del pene en el hombre” concluye el doctor Kilchevsky.

“Los estudios muestran que una mayoría de mujeres cree que el punto G realmente existe, pero no todas las mujeres que creen en éste son capaces de localizarlo”.

“Además, los estudios radiográficos no han sido capaces de demostrar una entidad única, además del clítoris, cuya estimulación directa conduzca al orgasmo vaginal”, agrega.

Más investigaciones

Pero el investigador no descarta que el tema pueda seguir investigándose con metodologías más modernas.

“Los informes confiables y testimonios anecdóticos sobre la existencia de un área altamente sensitiva en la región anterior distal de la vagina plantean la pregunta de si se han implementado suficientes modalidades de investigación en búsqueda del punto G” expresa el científico.

Los resultados del doctor Kilchevsky apoyan otros estudios pasados que han intentado comprobar la existencia de la zona erógena.

Uno de los más amplios sobre este tema fue el realizado por científicos del King’s College de Londres en 2009, quienes entrevistaron a 1.800 mujeres, que eran pares de gemelas, sobre sus hábitos sexuales.

Aunque los resultados fueron anecdóticos, se encontró que algunas mujeres pensaban que tenían punto G, pero otras no. Y entre las que sí creían en su existencia, hubo diferencias entre la supuesta zona dónde éste se localizaba.

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