Ha sido duro y despiadado. Así al menos lo catalogan algunos, que lo critican en redes sociales.
Es que Jordi Castell no se calla nada en “Maldita Moda”. Y a veces, sus críticas de look terminan siendo comentarios que nada tienen que ver con la ropa como cuando, por ejemplo, le dijo a Gabriela Zambrano que “una mujer con esos jamones no puede usar mini”, o trató de “chana” a Ingrid Parra por su pinta en una alfombra roja.
¿Te arrepientes de estos dichos Jordi?
Mira, muchas veces digo cosas sin medir la envergadura. Cometo errores y muchos. Yo entiendo que moleste lo de las críticas a los cuerpos.
Claro, muchos te han tachado de desubicado, porque deberías evaluar las prendas, no las curvas…
Sí, por tirar una broma inocente no te das cuenta que estás dañando a mucha gente. Al final, después de lo que pasó con Gabriela, yo quedé como apuntando con el dedo a las personas con sobrepeso.
¿Sientes que deberías tener más filtro ahora?
Yo siento que hay que ver hasta dónde uno puede llegar y hasta dónde no. Es un desafío semanal. Y es cosa de aprender los nuevos códigos de respeto.
Quizás los rostros se lo toman muy personal…
No sé. Hay un exceso de alarde que me parece entendible, pero es también en la gente, en todo. Socialmente todo ha ido cambiando harto.
¿Y cuánto ha cambiado “Maldita Moda” la forma de enfrentarnos al mundo fashionista?
Yo siento que el programa ha servido para recordarle al famoso que, una vez que cierra la puerta de su casa por fuera, ya está trabajando y eso implica vestirse bien. Es algo extraño, pero sólo en Chile al rostro no le gusta vestirse bien ni arreglarse. Tú vas a cualquier país de Sudamérica y las actrices se pelean por una cámara. En cambio acá nos gusta parecer como que no nos bañamos hace tres días. Y eso no me voy a cansar de criticarlo siempre: hay algo que se llama ducha, jabón y toalla. Y todo eso va más allá de la ropa linda.
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