Andrea Condemarín se interesó por la política desde que fue consciente de las injusticias y desigualdades que afectaban a la sociedad chilena. Ingeniera Civil Industrial de profesión, le molestaba que los políticos no tuvieran una visión de país clara, por eso “cuando irrumpió Marco Enríquez-Ominami, en 2009, me re encanté, sentí que al fin un político hablaba de temas que me convocaban, le hablaba a mi generación con ideas y planteamientos futuros, ahí decidí que sería parte del Partido Progresista”, señala.
Sabe que en política los hombres siguen siendo mayoría. “Es difícil ser mujer en Chile y en el mundo a la hora de hacer política, se nos exige más y al final los hombres tienden a cerrar los espacios a la hora de tomar decisiones. Es importante que nos preparemos para una sociedad menos individualista y más comunitaria, debemos volver a la simpleza de la vida, a la colaboración, ese es el camino al equilibrio, a la equidad y a una sociedad más próspera”.
Afirma que integra un partido político donde se vive y se practica el feminismo, que desde sus inicios incorporó en los estatutos la cuota de género, y que en el último Consejo Federal aprobó un voto político que obliga a la paridad a la hora de reuniones con otras fuerzas políticas a nivel nacional y regional.
“En otros partidos están lejos de llegar a esto, porque vienen con una carga histórica y una identidad muy marcada en lo “macho” y otros partidos que se dicen modernos, feministas y liberales, tienen diferencias de sueldos abismantes entre hombres y mujeres”, relata.
En una sociedad en la que el cuidado familiar depende de las mujeres señala que: “Nunca fui muy buena para estar en la casa a cargo del cuidado familiar, me construí desde un rol más bien proveedor, que tiene que ver con mi profesión. Hay que empezar a correr esos límites que bloquean a muchas lideresas, que deben restarse por hacerse cargo del rol social que se nos impuso. Históricamente hemos cargado con ese chantaje que dice que todo debemos hacerlo por amor . Esta no es mi realidad, vengo de una familia igualitaria. Mis hijos son mi vía de escape, viajamos juntos, cocinamos juntos, preparamos postres, desayunos ricos, vamos al cine. Lo infaltable en mi vida con mis hijos, es la feria de Quinta Normal, comer empanadas hechas ahí, in situ y comprar los alimentos para la semana”, asegura.
Desde el rol que decidió ocupar, aclara que la idea socialmente impuesta de que las mujeres son mas emocionales, es falsa.
“Me da risa cuando dicen que la política es sin llorar, como si fuese un atributo de las mujeres. ¿Y podría ser sin enojarse? ¿sin golpear la mesa? ¿menos competitiva? Me gustaría que se abrieran a reflexionar en cómo hacer una nueva política donde quepamos todas y todos. Y no sólo al gusto de ellos, con el único argumento de siempre ha sido así” sentencia.
“En Chile las mujeres somos el 52% de la población, no somos precisamente minoría. En política nadie te da nada, todo lo que se ha ganado ha sido peleando el espacio de poder. Donde hay 1 mujer, hay 10 hombres dispuestos a pelear ese espacio. Las nuevas generaciones vienen cargadas de lideresas muchísimo más empoderadas, nosotras estamos preparando el terreno para las que vienen, y esa fuerza ya se siente. Todo lo que venga de ahora en adelante será avance, el futuro será femenino” finaliza.
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