No importa hace cuanto tiempo seamos madres ni cómo es que me convertí en una, todos los días es como si fuera el primero. Ser madre es la única labor en la que lo aprendido debe desaprenderse al día siguiente porque la vida es un sube y baja y todo puede cambiar.
Aunque como se que está todo bien a ratos, permito que todo esté mal en otros y vamos de la mano al ritmo de ese ir y venir. Salud – enfermedad, querer quedarme con pasión – querer irme con locura. Amar en lo que te haz convertido y querer tu vida de vuelta.
Duele el alma a veces y te llena el alma en otras. Ser mamá es vivir entre síntomas de pérdida y re nacimientos; entre latidos y ahogos; entre siempre acompañada y otras sola. La maternidad nos arma y nos desarma, nos envalentona y nos hace frágiles. Ser mamá es ser vulnerable porque tu responsabilidad está afuera y tiene nombre. No eres tú pero lo amas como si fuera parte de ti, no eres tú pero te duele como si fuera una extensión. Ser mamá es dulce y salado, es limón y azúcar.
Las madres podemos cambiar el mundo, porque decidimos si criamos para competir o para colaborar; decidimos si le dejamos al planeta seres que sean aporte y brinden ayuda o dejamos personas que se defiendan para anular al otro.
Ser madre no nos hace superior al resto, ni mejor persona en automático. Pero puede ser la razón por la que mires el mundo de una manera más adecuada y nos acerquemos a ser la mejor versión de nosotras mismas. Es un motor creativo indomable y la razón por la que muchas logramos hacer lo que nunca pensamos que lograríamos.
Ser madres es difícil, porque es relativo, la relatividad en lo más intenso es difícil de entender. Pero pasa que los hijos no son nuestros, tampoco son prestados porque no son objetos, son de ellos mismo. Los niños los cuidamos todos y todas. Y los niños son de ellos.
Frases como: “hago lo que quiero con mi hijo porque soy su mamá”, distan un poco de lo que deberíamos aprender de generosidad. Hacer con los niños lo que ellos necesitan debería ser la vía, creo yo… que nos lleve a un mejor trato y a una real conciencia de lo que es un niño realmente.
Hoy podemos tomar decisiones informadas, y desde ahí decidir qué haré para que los niños estén mejor. Desde lo que tengo, desde lo que puedo, desde lo que mi madre hizo conmigo, desde lo que la abuela hizo con mi madre y así infinitas veces.
Las madres podemos cambiar el mundo, porque decidimos si criamos para competir o para colaborar; decidimos si le dejamos al planeta seres que sean aporte y brinden ayuda o dejamos personas que se defiendan para anular al otro.
Criar es un verdadero poder, porque podemos moldear quién se queda acá, todo lo que nos pasa cuando niños nos hace devenir en el adulto que somos, nada queda sin ser representado en algún lado de nuestra adultez. Todo queda codificado ahí y nos mueve de adultos.
Hoy podemos tomar decisiones informadas, y desde ahí decidir qué haré para que los niños estén mejor. Desde lo que tengo, desde lo que puedo, desde lo que mi madre hizo conmigo, desde lo que la abuela hizo con mi madre y así infinitas veces. Solo la conciencia de saber que lo que estoy haciendo me dará la real libertad de ser la madre que soy.
Ser mujer es difícil, ser madre lo es más. No es fácil ser mamá porque sabemos la real implicancia.
Extiendo estas letras a todas las que maternan a un niño, las que ponen palabras a su experiencia, las que enseñan y cuidan con respeto. Las que dejan atrás lo que ellas esperan de un niño y le dan paso a ese niño que se es realmente. Las que dejaron de creer que es una lucha de poder y entendieron que es compañía y guía. Pero fundamentalmente, a las que predican con el ejemplo y avanzan día a día para ellas, pero con sus hij@s en mente, mentalizándolos, sintiendo como ellos, poniéndose en su lugar y tomando decisiones desde ahí. Aquellas que recuerdan que fueron niñas y vibran con ellas dentro, protegiéndolas pero ayudando a leer la letra poco clara, que es para algunos, la infancia.
Cuando eres mamá de uno, eres mamá de tod@s , es una forma de mirar el mundo. Un lente que jamás va s a poder sacarte, que no es mejor ni peor, pero es completamente distinto a lo que siempre soñaste que sería.
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