Tiffany y Glenis Decuir son una pareja de lesbianas que cuando se enteraron que se convertirían en madres, quisieron compartir la experiencia de dar el pecho a su hijo.
“Sé lo profundo que es este vínculo, que comienza desde el mismo momento en que te enteras de que estás embarazada, así que no sabía cómo iba a poder conectar emocionalmente con nuestro bebé”, explicó Glendis en el sitio Bebés y Mamás.
Para lograr esto, investigaron sobre los métodos para hacerlo y eligieron el protocolo Newman Goldfarb, que consiste en “combinar la sincronización de las hormonas correctas y retirarlas en el momento óptimo para engañar al cuerpo y que crea que la mujer está embarazada”.
“Comencé a inducir la lactancia en febrero de 2018 con anticonceptivos hormonales. Nueve semanas antes del nacimiento del bebé comencé a sacarme la leche para estimular las mamas”, contó Glendis.
Problemas
Pese a lo dificultoso que fue encontrar un médico que la ayudara en su propósito, Glenis reconoció que “encontramos a una consultora de lactancia que, aunque nunca había probado la inducción de la lactancia, decidió ayudarnos en nuestro camino”.
La mujer también tomó domperidona, un medicamento que se usa normalmente para tratar afecciones estomacales y que, a pesar de que la hicieron engordar más de 13 kilos, aumentaron sus niveles de prolactina, resultando beneficioso para ella, por lo que decidió seguir tomándola incluso después de que naciera el bebé.
Pero eso no fue todo, ya que la pareja de Tiffany sufrió IGT (Insuficiencia de tejido glandular o hipoplasia mamaria), “una afección que provoca que la mujer no pueda producir suficiente leche para su hijo, ya que no hay suficiente tejido mamario para contenerla”, explicó al sitio mencionado.
Ver esta publicación en InstagramUna publicación compartida de Glenis Decuir (@decuirinducinglactationstory) el
Lactancia compartida
“Dejamos que Orion se enganchara primero a Tiffany, para que ella pudiera establecer la lactancia, y luego ya le amamantaría yo”, contó Glendis.
“En el momento en que nació Orion, ya tenía más de 17 litros de leche materna en el congelador, así que su prioridad era que Tiffany estableciera la lactancia”, indicó en el sitio Bebés y Mamás.
“Todos en la sala de partos fueron muy comprensivos y estaban muy intrigados, porque nunca antes había vivido una situación similar. Después de una hora de piel con piel con Tiffany y de que ella le diera el pecho, le amamanté yo. Y así durante las siguientes tres semanas: cada vez que Orion comía, sus dos mamás le dábamos el pecho, siempre Tiffany primero, y después yo. Transcurridas tres semanas pudimos alternarnos en las tomas sin que la lactancia se resintiera”, enfatizó la mujer.
¿Y el resultado?
“Tiffany incluso ha reconocido que, si yo no hubiera podido alimentar a nuestro bebé, la lactancia hubiera sido más estresante para ella y asegura que le encanta mirarnos cuando doy el pecho porque cree que tengo el mismo derecho que ella, como madre, a alimentarlo con leche materna”, aseveró Glendis quien, además, agregó que tener una lactancia compartida les sirvió a ambas para conectarse con el pequeño.
Tras el rechazo de los médicos y la falta de información sobre la inducción, Glendis abrió una cuenta en Instagram para contar su experiencia y, de esta manera, ayudar a otras madres que quieran realizar ese método.
“Por eso, mirando ahora atrás, hace un año, cuando ni siquiera sabía que la inducción era posible, me sorprende lo lejos que hemos llegado y lo que hemos logrado como familia”, finalizó la mujer.
COMENTAR