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¿Cómo lograr la armonía en un segundo matrimonio?

Por Biut y Agencias

Conozca algunas claves para vivir en conjunto este proceso con más alegrías que dolores de cabeza.

Cada vez más hombres y mujeres deciden rehacer su vida tras un primer fracaso matrimonial. Sin embargo, muchas de las parejas casadas en segundas nupcias llevan consigo más que una historia previa, como es el caso de los hijos, que pasarán a formar parte de una nueva familia. Para tratar este incesante tema, la psicóloga de Vidaintegra, Gabriela Hasbún, nos entrega algunas pistas para hacer de este proceso un camino agradable para todos sus integrantes.

Según datos del Registro Civil, en mayo de 2010 los divorciados que se volvieron a casar sumaban 29.601, y siete meses más tarde la cifra alcanzaba los 38 mil. Este número indica que los chilenos están abiertos a la posibilidad de rehacer nuestras vidas tras una ruptura amorosa y, más aún, dispuestos a casarse y formar una nueva familia. Como muchas de esas parejas tienen hijos con esta unión también nace un gran desafío.

Espacios para estrechar la relación

Cuando se toma la decisión de convivir en familia, se debe dar un proceso que no debería tomar menos de seis meses, en que se den instancias de encuentro entre los distintos miembros de las familias, que van desde ir a la plaza, a salir un día o un fin de semana. “En un principio puede existir resistencia, y por eso mismo las primeras reuniones debieran ser más bien sin planificación para no generar rechazo, sobre todo cuando son preadolescentes. No es llegar y juntarse todos en una casa si nunca se han visto en la vida. Eso sería muy dañino”, asegura Gabriela Hasbún.

En especial los padres deberían planificar encuentros, donde exista espacio para una conversación tranquila. La interacción de los hijos con el nuevo integrante de la familia es de forma muy paulatina, y tal como afirma la especialista “es un proceso largo, que no garantiza que las relaciones vayan a ser espectaculares ni carentes de conflictos, pero al menos asegura que haya un conocimiento entre quienes van a convivir en el futuro”. Cuando ya se ha dado el primer paso, lo aconsejable es, de ser posible, que la familia se traslade a una nueva casa, donde todos los miembros participar de la construcción del nuevo hogar. Si no existe esa posibilidad, se recomienda dar todas las facilidades para que los nuevos integrantes de la familia puedan hacer suyo el espacio.

Cuando se conforma una familia con hijos ya existentes por ambas partes, lo ideal es que cada niño tenga su pieza. Si esto no es posible, una buena fórmula es agruparlos según edad y sexo, para que puedan compartir intereses y espacios. Esto, si entre ellos, aunque no sean hermanos, exista una buena relación. Si los niños no se conocen mucho, lo recomendable es no separar a los hermanos biológicos, para que no se sientan solos.

Juntos pero no revueltos

Para cultivar una buena relación, la receta es la misma que en cualquier pareja, tener espacios para los dos. Cuidar la unión, llegar a acuerdos y tener resueltas las historias previas. Ninguna relación va a funcionar si no dejan tiempo para ellos y no logran generar espacios para proteger y enriquecer su relación.

¿Dónde establecer los límites de una nueva relación? Es quizás una interrogante que ha sido obstáculo de muchas relaciones. Con respecto a esto, es muy importante que el “tío” o “tía” no intervenga en las decisiones sobre la crianza de los niños que ya han tomado previamente los padres. Se entiende que, si ahora viven todos bajo un mismo techo, existan reglas que rigen la convivencia, pero todas estas normas deben ser conversadas y acordadas, de manera que si la madre da una orden, su pareja la refuerce y no haya contradicciones. “Todo tiene que partir por acuerdos, si no, los conflictos se van a dar de manera permanente. Las peleas entre los niños pueden fácilmente convertirse en un problema de pareja”, agrega Hasbún.

Si el niño reacciona manifestando “Tu no eres mi padre”, o con actitudes de indiferencia frente a la nueva pareja, lo aconsejable es conversar con los niños y lograr un diálogo. Si esto no da resultado, conviene esperar al padre o la madre, para que refuerce lo que se le ha dicho o pedido anteriormente.

: REFORZAMIENTO NEGATIVO : Lo principal es no forzarlos a tratarse como hermanos, ya que esto sólo ocurre con el tiempo, con cariño, y gracias a las instancias que los padres generen para que se cree el efecto. Ellos deben entender que, en adelante, son amigos. A lo mejor resultan súper buenos amigos, o puede ser que no tengan muchas cosas en común, pero es su obligación respetar los espacios. Lo que la pareja no puede esperar es que todo sea una luna de miel, porque no será así.

                                        TIPS PARA UNA SEGUNDA OPORTUNIDAD EXITOSA

Respetar los tiempos y espacios de cada miembro de la familia.

Tratar de que todos participen de la construcción de los espacios que habitarán.

Mantener, en lo posible, una relación armónica con las ex parejas, sobre todo cuando hay hijos de por medio.

No forzar la relación entre los hijos, sino que generar espacios para que se conozcan entre ellos sin presiones.

Los adultos deben enfrentarse a los hijos de sus parejas con naturalidad, sin invadir su espacio ni pretender ocupar el lugar de su padre o madre.

Tomar este periodo como un aprendizaje.

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