Es muy común oír que con el pasar de los años el sexo en la pareja deja de ser lo mismo, que se va perdiendo el deseo sexual y comienza a practicarse con mucho menos frecuencia que en un principio. Pero, ¿por qué ocurre esto?, ¿les pasa más a mujeres u hombres?.
Cuando la pareja entra en la rutina, ya sea por los hijos o por trabajo, los tiempos y el cansancio, muchas veces impiden que puedan tener un momento íntimo, comenzando a tener relaciones con menor frecuencia que antes. Y es aquí donde comienza a disminuir el deseo sexual.
Así lo explica la endocrinóloga Myriam Belmar a El País, “si las relaciones son gratificantes, nuestro organismo nos pedirá volver a tenerlas para volver a experimentar la satisfacción que le genera.” Esto, según la experta, se debe al sistema de recompensa, que libera hormonas durante el acto sexual, creando sensación de placer y bienestar y produciendo una “pseudo adicción o necesidad de volver a experimentar el estímulo que les ha generado”, señala.
Es por esto que mientras con menor frecuencia se practique el acto sexual menor será el enganche. Ya que nuestro cuerpo se “olvidará del clímax previamente alcanzado, lo que hará que no necesite tan activamente un nuevo encuentro sexual para alcanzar el bienestar“, dice la especialista.
El deseo sexual – llamado libido – en una pareja, también puede condicionarse por otros factores como la alimentación, el estrés y falta de sueño, además de algunos tratamientos médicos. “Los ansiolíticos, cirugías como la histerectomía o determinadas enfermedades, además del envejecimiento, podrían producir descensos de las cifras de testosterona o estrógenos y desencadenar una disminución del deseo sexual”, menciona la endocrinologa.
Sin embargo, esta práctica no es igual en hombres y mujeres ya que según la ciencia la libido en los hombres es bastante constante en comparación a la de las mujeres, donde existe oscilación debido a los cambios hormonales que produce el ciclo menstrual.
Pese a esto, la sexóloga Núria Jorba explica a El País que es muy común que tras un largo tiempo sin tener relaciones, nuestro cuerpo se acostumbre a la falta de ellas. La experta con una metáfora explica, “si hace mucho que no cogemos la bicicleta, cuando vayamos a subirnos tendremos cierta sensación de presión, miedo, ansiedad. Se trata de la pérdida de control y seguridad”.
Es por esto que para no perder la costumbre, la especialista recomienda “no dejar de conectar con nuestra autosexualidad, el pensar en sexo, fantasías, deseos, es decir, sentirnos eróticos con nuestro cuerpo y estimularnos para fomentar el placer”.
COMENTAR