Jacqueline Roque pagó caro los costos de ser la última musa de Picasso. Se conocieron en 1953, en un alfarería en la Riviera francesa, donde el artista elaboraba sus cerámicas. Ella tenía 27 y él 72 años. Aunque ella se resistió al principio y venía de un doloroso divorcio, el pintor terminó por conquistarla: se casaron en 1961. Eso sí, Roque sólo pasó a engrosar la larga lista de amantes que siguió teniendo el genio mujeriego. Sin embargo, durante los años que estuvieron juntos, hasta su muerte, en 1973, Roque se transformó en su única musa en la tela y el papel, con al menos 400 obras donde aparece retratada. La obsesión de Picasso con las mujeres protagonizó el año pasado la muestra Celebrando a la musa, en la Galería Marlborough de Nueva York. La exhibición tuvo 200 grabados del autor de Guernica, realizados entre 1905 y 1968.
Una selección de 24 grabados de la exposición neoyorquina llega ahora a la galería AMS Marlborough de Vitacura, hasta el 11 de junio. Se trata de su trabajo centrado justamente en los años 60, el período en el que la mayor modelo de Picasso fue Jacqueline Roque.
“Fue la gran impulsora de su obra y una gran compañera. Los grabados se enfocan en esos años y hay varios de 1968, cuando Picasso se refugió en el sur de Francia, para dedicarse por completo al grabado”, cuenta Ana María Stagno, directora de la galería y encargada de seleccionar la obra que llegó a Chile, mientras el resto de la muestra que se expuso el año pasado en Nueva York se exhibe por estos días en Mónaco y Londres.
Entre las piezas, hay parejas desnudas en la cama y escenas inspiradas en el arte clásico, el circo, la tauromaquia y la mitología. Sobresale la Suite 347, famosa serie que Picasso desarrolló exhaustivamente en 1968 y que es considerada el diario personal del artista, donde mezcla experiencias autobiográficas y fantasías. Ese año, Picasso tomó contacto con los hermanos Aldo y Piero Crommelynck, quienes se habían formado con el famoso grabador Roger Lacouriere y que ayudaron al español a imprimir su nuevo trabajo de 347 estampas.
El resto de las obras en exhibición muestra a Picasso pintando a su musa, Jacqueline Roque, quien luego de su muerte, en 1973, se convirtió en la principal heredera de su obra.
Eso sí, la viuda tuvo que luchar con amantes, hijos, críticos, investigadores y fanáticos por la memoria del pintor. Logró distribuir los bienes del artista, levantó el Museo Picasso en Madrid y 13 años después de la muerte del cubista, se suicidó de un disparo.
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