“Nuestra única posibilidad radicaba en buscarnos entre nosotros mismos, puertas afuera. En construir algo entre los huachos, por los huachos y para los huachos. Estaba claro: teníamos que apandillarnos o morir”. La cita del historiador Gabriel Salazar, tomada de su libro Ser huacho en la historia de Chile (2007), es el punto de partida para el montaje Donde el diablo perdió el poncho, que debutó ayer en el Ciclo de Teatro Emergente de Lastarria 90 y que se presenta hasta el 3 de abril. Dirigida por Claudio Espinoza, la obra toma el texto de Salazar y crea una historia situada en el Valle de Illapel, donde tres hermanos huérfanos en el Chile de 1860 forman una pandilla de bandidos para sobrevivir. “El texto es una visión dramática del huacherío de Salazar, que se aleja de la visión folclórica y paternalista del campo chileno”, dice el director Luis Barrales (Niñas araña), a cargo, junto a la dramaturga Manuela Infante (Juana), de seleccionar las ocho obras, de entre 79 proyectos presentados, que dan vida al ciclo, apoyado por Minera Escondida.
Entre las piezas destaca Fuegos artificiales, del colectivo F.A., que muestra las carencias afectivas dentro de un grupo de personas a la espera de que termine el 2011, y WC, de la compañía La Laura Palmer, con guión de Alexis Moreno, sobre un hombre que pierde a su mujer e hija en un accidente en un parque de diversiones. Ambas debutan el 5 de mayo.
“Hay temas que se repiten. Unos ponen en tela de juicio la moral con que hoy se enseña cómo vivir, y otros, la mayoría, plantea la crisis de la familia como institución. Hay una rabia contra el actual modelo biparental , muy brutal. Es el gran tema de hoy”, dice Barrales.
Con esos enfoques se presentan, desde el 5 de mayo, La mala madre, dirigida y escrita por Catalina de la Parra, que habla sobre el problema de los allegados, y El exilio de la mujer desnuda, desde el 6 de abril, basado en un texto de Juan Radrigán. Este narra la historia de una mujer perseguida y con secuelas de maltrato físico, que es rescatada por un poeta que ya no logra escribir.
El ciclo cierra el 24 de julio con La boda, dirigida por Carlo Urra: una comedia coral ambientada en 1970 sobre una pareja de jóvenes recién casados. “El director no tiene más de 25 años y tiene un elenco muy bueno, liderado por Rodrigo Pérez. Esta obra promete”, remata Barrales.
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