Cuando los aviones de la Fuerza Aérea de Chile iniciaron el bombardeo a La Moneda, alrededor de las 11 de la mañana del martes 11 de septiembre de 1973, el destino del país cambiaría en forma irrevocable. En el otro hemisferio, el fotógrafo holandés Koen Wessing (1942-2011) tuvo la pulsión de venir a capturar el ambiente y la imagen de aquel estado de sitio, la transformación de una nación que fue intervenida por sus propias fuerzas armadas y de orden. Inmediatamente ofreció la exclusiva a un periódico de Holanda y adquirió un pasaje de avión, que lo tendría, durante semanas, registrando escenas rutinarias de esos días de impacto, persecuciones y miedo colectivo.
Retrató a los militares apostados en Santiago, revisando las carteras y la ropa de los transeúntes; las poblaciones destruidas y sus casas convulsionadas por los allanamientos; las quemas de libros y revistas que, supuestamente, contenían mensajes subversivos; las calles vacías y de aspecto fantasmal; una ciudad extenuada, en el límite de su fragilidad. También retrató gente llorando la muerte del poeta Pablo Neruda en septiembre de 1973. Pasó inadvertido, ingresando al Estadio Nacional -para entonces convertido en un campamento de prisioneros- compartió cigarrillos y fotografió a los detenidos. Parecía uno más, cambió su aspecto, se afeitó, cortó el pelo y vistió un traje gris prestado.
Una vez avanzado en su misión, fue precavido y contactó a una azafata amiga, para que hiciera llegar sanos y salvos sus negativos fotográficos a Holanda. Y ya de vuelta en su país amplió gran parte de ellos y los imprimió en un papel barato para fabricar un libro bastante artesanal, uniendo sus páginas con corchetes: Chile. Septiembre 1973, que se convirtió en un reportaje de la represión que se vivía en el país.
Con el tiempo, fue creciendo su anhelo de devolverle a los chilenos ese testimonio gráfico. Y ese día finalmente llegó, pero no su reencuentro con el país que conoció en plena crisis. Koen Wessing murió el 2 de febrero pasado, después de una larga enfermedad y después de meses de supervisar, a la distancia, el montaje de su exposición Imágenes indelebles, la primera gran actividad de 2011 en el Centro Gabriela Mistral (GAM). La exposición, que se inaugura el miércoles, consta de 39 fotografías, todas las que aparecen en el libro, más otras recuperadas de los negativos originales de Wessing. Y complementándola, un video en que éste relata su vida en el fotoperiodismo.
Wessing comenzó a trabajar como freelance en 1963. Viajó a China, Afganistán, Burundi, Rumania, Tíbet y Kosovo tras registros gráficos que, con el tiempo, Roland Barthes definiría como “la verdad en pleno rostro”, en su clásico libro La cámara lúcida (1980). Retrató la Revolución Sandinista en Nicaragua en 1979, y las matanzas civiles en El Salvador en 1980, tras la muerte del arzobispo Romero. Parte de ese material también integra la muestra que se extiende hasta el 30 de abril.
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