OMS: Chile tiene tasa de fecundidad adolescente más baja de Sudamérica

Por Biut y Agencias

El último informe de Estadísticas Sanitarias Mundiales de la OMS (2011) revela que de cada mil niñas chilenas que tienen entre 15 y 19 años, 51 quedan embarazadas y tienen sus hijos. Una cifra que nos ubica como el país con menor tasa de fecundidad adolescente de Sudamérica, mejor que Brasil (56 por cada mil), Perú (59) y Uruguay (60), y muy lejos de Ecuador (92), Colombia (96) o Venezuela (101).

Y aunque las estadísticas nos favorecen, aún están lejos de la de los países desarrollados, que lucen la mitad de nuestra tasa. Y según la OMS, revelan un avance, aunque lento. “La tasa de 51 nacidos vivos por mil mujeres de 15 a 19 años es, efectivamente, la mejor de Sudamérica, pero refleja un avance paulatino y lento de disminución de este tipo de embarazos respecto a décadas pasadas y una agenda parcial o inconclusa sobre promover esa disminución”, dice a La Tercera, César Gattini, asesor subregional de análisis y estadísticas de Salud de la Organización Mundial de la Salud (OMS).

De hecho, las cifras chilenas no se explican por una reducción de los embarazos juveniles, sino más bien por una estabilización de ellos: entre los 35 mil y 40 mil por año en las últimas dos décadas. Así lo confirma Sylvia Santander, jefa del departamento del ciclo vital de Minsal, quien dice que incluso entre 2005 y 2009 la tasa de embarazo adolescente experimentó una leve alza, de 5,5%.

¿Cuál es la cifra ideal? Según Gattini, no existe una tasa “óptima”, ya que el embarazo juvenil es considerado como un problema sanitario importante, ya que aumenta las posibilidades de muerte o enfermedades tanto de la madre como del hijo.

Sin embargo, países desarrollados muestran cifras bastante lejanas a la realidad chilena: los europeos, por ejemplo, tienen una tasa promedio regional de 24 embarazos cada mil adolescentes, mientras que Canadá, que lidera en América, tiene 14 embarazos por cada mil chicas entre 15 y 19 años.

Para Gattini, el gran foco que debe tener nuestro país es la reducción en los estratos económicos más bajos. La experta del Minsal comparte esa mirada, sobre todo, porque en Chile el embarazo en la adolescencia tiene un fuerte componente social que puede perpetuarse en el tiempo. “El embarazo adolescente reproduce inequidades sociales importantes dentro de las estructuras poblacionales”, explica.

Así lo demostró un estudio realizado por Flacso en 2004, que reveló que la proporción de padres adolescentes en la comuna más pobre de Santiago es 22 veces mayor que la de la comuna más rica de la capital. Así, mientras en Vitacura y Las Condes la tasa de embarazo adolescente era de 6,8 y 8,9 niños nacidos vivos por mil mujeres entre 15 y 19 años (mejor que los países desarrollados), en Alto Hospicio y La Pintana era de 80,7 y 80,9 por mil niñas: un 58% más que el promedio nacional. “Lo que se busca más estrictamente es que la producción de un determinado embarazo y parto sea el fruto de una decisión madura y deseada, sin influencias de riesgo o daño dadas por la pobreza y factores dependientes de inequidades socioeconómicas”, dice Gattini.

Es por eso que el Ministerio de Salud ya se fijó metas para bajar las cifras. Para 2015 se busca reducir los embarazos adolescentes en un 5%. Es decir, que sólo existan 24 embarazadas por cada mil mujeres entre los 10 y los 19 años. Para 2020, en tanto, el plan pretende una baja de hasta un 10%, lo que equivale a 22,9 embarazos por cada mil adolescentes, una cifra similar a la que hoy lucen los países desarrollados.

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