Marcela nos cuenta sobre cómo ha criado a su hijo como mamá soltera, con la ayuda de su núcleo familiar y las personas que la rodean. Además, explica cómo algunas empresas nacionales dificultan el trabajo de las mamás.
“En un comienzo me cuestioné mucho la inserción de mi hijo en un mundo donde una familia monoparental es aún mirada como un fenómeno. Y me dolía mucho, fue un proceso de asumir la maternidad sola pero con bastante dolor, mucha pregunta, mucho cuestionamiento por la división social de familia “normal” y “otras” familias.
Al comienzo lo sentía como un socio, un compañero y de hecho solía salir con él, el bolso y el coche, todo eso al hombro y en micro. Íbamos juntos a todos lados. Con el pasar de los años, mi hijo sigue siendo un enorme compañero, un pequeño maestro pero también he ido entendiendo, observando y acompañando su individualidad y quizás ese sea uno de los aspectos más hermosos de criar: darte cuenta de que esa persona es otra persona, tiene sus gustos, sus palabras, sus emociones, sus miedos, entonces una aprende -de a poco, claro- a ceder espacio a esa individualidad.
No siento ninguna desventaja. Felizmente dejé atrás trabajos con jefaturas espantosas donde el ser mamá era un pecado y una traba. Igual, fui mamá siendo grande, a los 28, y como prioricé quedarme con mi hijo el mayor tiempo que pudiera tuve que aguantar varias pegas donde el sueldo era ínfimo y a veces no tenía las mejores condiciones. Todo es bien distinto ahora, por suerte. Sin embargo, creo que para cualquier mamá soltera el tema de la red de apoyo es más que fundamental, para mi hubiese sido infinitamente más difícil sin todas las personas que me apoyaron en los primeros años de mi hijo”.
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