Fue un día que regresaban de vacaciones que Isa no se sentía muy bien. Tenía dolores de estomago y mareo. Ambos lo atribuyeron a la comida y agua del país en que estaban. Al llegar a Chile, el malestar seguía. Matías fue a comprar un test de embarazo por recomendación de su cuñada, para descartar cualquier cosa. “Cuando lo vimos se nos detuvo el tiempo, nos miramos, lloramos y nos abrazamos, fue un momento de demasiada felicidad”. La noticia llegó un 15 de septiembre.
Durante los últimos dos meses de embarazo de Isa, comenzó el tiempo de preparación. Fue un proceso de mucha conexión y empollamiento.
Elisa nació en la misma sala donde Isa y Matías hicieron el momento previo al parto. La espera comenzó a las 7.00 am de ese 21 de abril. “En todo ese momento estuvimos solo con luz de una lampara de sal que llevamos. Queríamos mantener un ambiente íntimo, simulando que fuera el útero. También llevamos nuestro vaporizador y pusimos esencias que nos dieran tranquilidad”, cuenta Matías.
Cuando Isa comenzó el trabajo de parto, Matías sintió que había llegado el momento para el que ambos se habían estado preparando por meses. “Se me pasó nuestra historia, recuerdos, viajes, risas y millones de recuerdos. Sabía que en unas horas más nuestras vidas cambiarían”, cuenta.
“A los minutos de que nació, después de hacer apego con su mamá y ver ese momento instintivo y tan animal como cuando busca su pechuga por primera vez, fue mi turno de hacer piel con piel”.
Matías se sacó la bata, la tomó en sus brazos y pudo sentir un olor muy profundo. Era olor a nacimiento. Elisa no lloraba, solo hacía sonidos. Durante diez minutos estuvieron mirando, contemplando y conteniéndose por primera vez.”Sentía como su calor me llenaba por completo y no lo podía creer.”.
El olor entre placenta, sangre y líquidos lograban algo muy especial. “Suena raro, pero no era malo. Era intenso. Ese olor me quedó como unos cuatro días en las manos”.
Al tomarla la sintió liviana. Un ser totalmente delicado y frágil. “Al hacer piel a piel, pude sentir su cuerpo calentito, su llanto y toda la fuerza con la que venía dentro. Fue maravilloso”.
Matías reconoce que nunca había sentido algo similar. “Nunca había sentido tanto amor junto. Ver a tu señora, que pasó por todo el trabajo de parto, y luego ver a tu hija ahí con ella es para sentirte lleno. ¡Es un tremendo orgullo!”.
El contacto piel a piel o también llamado Método Canguro, es algo que se ha ido incrementando durante los nacimientos. Tras un arduo trabajo de parto, el contacto directo del bebé con los padres genera calma y ayuda a la regulación de la frecuencia cardíaca, temperatura y respiración del recién nacido. Además, permite la liberación de hormonas que ayudan a la lactancia materna y protección contra infecciones.
Esta práctica ha generado un nuevo acercamiento del padre durante el proceso de parto. Ya no es visto como un mero observador, sino que también se ha vuelto en participante directo.
“Después de leer, el contacto piel a piel es una manera que el hombre tiene de participar en el parto, lo que comúnmente no se hace. Mientras mas lees, entiendes que mientras antes se cree el lazo con tu hijo, mejor”, explica Matías .
Respecto al rol del padre en la maternidad, Matías indica que se ha evolucionado respecto a la información disponible. “Ahora se sabe lo fundamental que es el padre en los primeros meses de vida. Que también puede hacer apego, más allá de ser la imagen del proovedor de familia y netamente eso. En cada mirada, cada muda se va haciendo una increíble conexión”.
¿Qué significa para ti haberte convertido en padre?
Una gran responsabilidad que asumo con muchas ganas
¿La mayor felicidad de un padre primerizo?
Tener a tu hijo/a en los brazos.
¿Y el mayor temor?
No ser capaz de darle todo lo que necesita.
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