Una de las mujeres ícono en las protestas de 2011 es sin duda Camila Vallejo. Hoy, como diputada del Congreso, comparte su visión sobre el movimiento feminista, en una extensa entrevista con Revista Paula.
“He crecido, he aprendido mucho en estos años. No tengo miedo a plantearme las cosas, a ser lo que soy y mostrarme como soy, sin la coraza que me construí en 2011, cuando me vi obligada a convertirme en presidenta de la FECh (…) en ese tipo de movimientos se decide todo de manera colectiva; así es que fue imposible negarme”, asegura.
Ante este escenario, reconoce que debió buscar una estrategia para que no la discriminaran por ser mujer. “Sabiendo que por ser mujer tendría una lupa encima, me empeñé en que no se me utilizara, no se me frivolizara. Que los medios me entrevistaran para preguntarme si me peinaba así o asá o si tenía pololo no era algo que yo podía aceptar”.
Camila recuerda que el movimiento estudiantil,“era muy masculinizado. En la dirigencia casi no había presencia femenina y estaba históricamente conducida por hombres. Fui la segunda mujer en dirigir la FECh; antes de mí había logrado serlo Marisol Prado, una compañera comunista. Después vinieron muchas otras”.
Y agrega que en los movimientos de izquierda, el machismo estaba muy presente. “Cambiar eso no era algo que entonces estuviera en las demandas del movimiento estudiantil, sí en mi discurso y en el de las compañeras. Cuando gané la presidencia de la Federación algunos decían que había sido “gracias al voto hormonal””.
Debido a esto, la diputada confiesa a Revista Paula que tuvo que mostrarse dura y masculinizarse. “Me pasó eso. Me construí una coraza y la usé por mucho tiempo. Cuando una mujer se muestra firme, inevitablemente la consideran amargada, fría, calculadora, fome. Y si se humaniza o se quiebra, como me sucedió después, cuando en el Congreso exploté por las muertes de niños en el Sename, la reacción unánime fue “la política es sin llorar”. Esa vez tenía la sensibilidad a flor de piel: acababa de tener a mi hija Adela y había estado recién en Palestina, donde vi los sufrimientos horribles que padecían los niños, por eso no me aguanté y lloré. Y fueron implacables, porque el Congreso es un ambiente muy masculinizado, donde a las mujeres nos critican por A o por B o por C”.
A raíz de lo anterior, Vallejo señala que “cuando veo el movimiento de las estudiantes, las académicas, las funcionarias, me emociono. Admiro el coraje, la valentía con que han salido a las calles a tomarse los espacios e incluso a corretear a los hombres encapuchados que han buscado opacar su protesta”.
Y es enfática al responder a la pregunta de si ella se manifestaría de la misma forma que lo han hecho otras mujeres, con los pechos al aire. “Claro que sí, feliz -responde, sacando pecho-. Esas imágenes de tetas grandes, chicas, paradas, caídas, claras, oscuras, que Chile ha mostrado al mundo, son hermosas. Y el mensaje es claro: “Estas son mis pechugas, esas que tú buscabas en páginas porno para masturbarte y que ahora que yo decido mostrarlas, desexualizadas, a ti te escandalizan y te parecen inapropiadas””, finaliza la diputada.
Lee la entrevista completa en Revista Paula.
COMENTAR