Todas las sociedades pasan por momento difíciles, ya sea por desastres naturales o por eventos sociales que nos remueven a todos. Estos hechos no solo nos afectan material y económicamente, sino que generan una serie de manifestaciones a nivel psicológico y relacional, que pueden afectar nuestra salud mental seriamente.
Durante y después de eventos catastróficos o de conflictos sociales, es totalmente natural sentir angustia, preocupación, irritabilidad, tristeza, culpa, impotencia y todo tipo de experiencias emocionales desagradables.
A nivel físico, podemos sentirnos más cansados, presentar dolores de cabeza, insomnio y reducción del apetito, entre otros.
En cuanto a nuestras facultades cognitivas, y considerando la gran cantidad de información que circula hoy en día, podemos experimentar confusión, incredulidad, rumiación, pueden aparecer recuerdos relacionados a vivencias traumáticas similares, dificultad para concentrarse y para tomar decisiones.
Las relaciones interpersonales también pueden verse afectadas. En este sentido, puede aparecer un incremento en las discusiones y conflictos, las personas podemos empezar a buscar culpables, aparecen sentimientos de vulnerabilidad y desconfianza, posiblemente acompañados de una sensación de abandono o rechazo.
Lamentablemente, se tiende a generar una polarización en la que cada uno intenta aferrarse a sus creencias y a seleccionar la información que mejor encaje con lo que le parece lógico y razonable. Por lo tanto, frente a cualquier idea que pueda poner en duda esa lógica, nos sentimos amenazados, asustados y enrabiados, tendiendo a hacer esfuerzos por negar la idea o tratar de hacer pensar al otro de forma diferente.
Autocuidado en tiempos de crisis
Por suerte hay cosas que podemos hacer para enfrentar estos momentos de alta tensión de forma más serena y salir mejor parados de las crisis.
El concepto de autocuidado se refiere a una serie de estrategias que ponemos en práctica para prevenir o aliviar cualquier malestar que pueda aparecer en situaciones complejas.
A continuación, enumero alguna de las formas de autocuidado más pertinentes para enfrentar momentos de crisis social:
Busca compañía e intenta generar instancias en las que puedas hablar con personas en las que confíes de lo que les pasa.
Trata de reconocer tus emociones y comunicarlas. Cuando le ponemos palabras a lo que sentimos se hace más fácil sobrellevarlo. No juzgues lo que sientes ni lo que sienten los otros. Como se dijo antes, es totalmente natural que nos sintamos intranquilos e inseguros. Busca generar ambientes de comprensión, en los que todos puedan sentirse contenidos y escuchados, más allá de su opinión sobre los hechos. Pon especial atención a niños, ancianos o personas vulnerables.
Intenta mantener buenas relaciones con tu comunidad, buscando ayudar y ser solidario cuando alguien lo necesite.
Ser generoso y preocupado es reconfortante y promueve sentimientos de bienestar y seguridad. Evita justificar, frente a otros, actos de violencia física o psicológica hacia cualquiera de los grupos involucrados en la crisis. Trata de no reaccionar de forma agresiva ante la opinión de otros y evita intentar convencerlos de que piensen de otra forma. Considera que la opinión de cada uno se basa en sus conocimientos, experiencias y creencias.
Ten cuidado con la sobrexposición a la información que anda circulando.
Busca momentos de desconexión de la televisión, radio y redes sociales. Cuando decidas informarte, busca diferentes fuentes y chequea que la información que recibes sea certera y cuente con evidencia que la sustente. Pon atención al uso que le das a la información y evita difundir contenido que pueda perturbar a otros.
Trata de seguir adelante con tu rutina y con hábitos saludables de sueño y alimentación.
Si sigues un tratamiento psicofarmacológico no lo suspendas ni interrumpas. Mantente ocupado, realizando actividades que te hagan sentir bien, productivo y activo. Evita el consumo de drogas que aumentan la agresividad y la ansiedad como el alcohol, la cocaína y la marihuana.
¿Qué hacemos con la ansiedad?
Busca actuar siempre en base a tus valores para sentirte en calma contigo mismo. Intenta encontrar qué es lo que te hace sentido y cómo es que puedes aportar para que todos estemos mejor.
En situaciones en las que experimentes mucha ansiedad, busca la compañía de alguien en quien confíes y que pueda mantener la calma.
Si aparecen síntomas físicos importantes, trata de recordar que se te van a pasar y que no pueden provocarte un daño importante. La ansiedad se activa por la anticipación de una situación peligros o amenazante, por lo que las mejores técnicas para disminuirla tienen que ver con poner nuestra atención en el aquí y el ahora.
Una forma de hacer esto es atender al flujo de tu respiración durante un par de minutos, dejando que siga su ritmo, aunque sea agitado. No intentes calmarlo ni alterarlo De a poco verás que vuelve a la normalidad.
Otro ejercicio útil es describir todo lo que ves a tu alrededor, también durante un par de minutos: colores, formas, objetos, personas, cómo están vestidas, etc.
También verás cómo las señales de alarma de la ansiedad bajan su intensidad. Si ves que alguien más está con montos excesivos de ansiedad, puedes dirigir estos ejercicios dando instrucciones simples y claras.
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