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Mi vida con Sida: La historia de Carolina

Una joven de 33 años nos contó cómo se vive con esta enfermedad y hace un llamado a darnos cuenta lo cercana que está a todos nosotros.

Por Javiera Arrate /@javiarrate

María Carolina del Real estaba cursando lo que sería su último año de Relaciones Públicas cuando su cuerpo no pudo más. “Estaba en la etapa de la tesis y estaba muy enferma. No podía ir a clases, entonces a pesar de que era buena alumna, fue imposible seguir”, dice Carolina cuando se refiere al año en que se paseó de doctor en doctor, sin que nadie le entregara un diagnóstico. “Todos me decían que esto era depresión, menos yo. Yo era la única que sentía que esto no era eso”, cuenta.

Recién el 1 de noviembre de 2010, cuando cayó en la clínica por una neumonía grave supo que lo que ella tenía era Sida.

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“Quedé en un trance, que es muy de mi personalidad. No podría decir que me angustié, porque la verdad es que me quede en blanco. Sale el doctor, entra mi papá y yo lo empuje y le dije ‘no me toques’, ‘qué pasa’ me dijo y yo le dije ‘papá tengo sida’ y se me quebró la voz y la lágrima me llego a la mitad del cachete. Los ojos se le fueron a negro, se le apagó la mirada por la ignorancia frente a la enfermedad, además yo estaba muy grave, los doctores le estaban diciendo que era probable que yo me muriera. Se acercó a un lavatorio se lavó las manos, la cara, se acerca y me dio muchos besos, muchos abrazos, como diciéndome ‘no me vengas a empujar, no seas ignorante porque esto no se contagia por darte besos ni abrazos y tu no vas a ser discriminada y ahora te concentras en respirar’. Y ahí estuve concentrada en respirar”.

Siempre ha recibido el apoyo de su entorno familiar, pero dice que “todos han vivido el proceso de forma diferente y yo me he ido enterando con los años cómo ha sido para cada uno. Han pasado tres años y yo recién me entero que para mis hermanos ha sido un tema súper doloroso y difícil de digerir. Mi mamá también tiene muchos sentimientos encontrados, entre preocupación, rabia y pena. Ella me dice ‘yo te hice perfecta, te hice tan sana y llega una persona, pobre hombre él no sabía y te pega esto y ahora tienes esta enfermedad’ y pasa por todos los estados, yo creo que la que lo tiene más resuelto soy yo, mi entorno pasó por un proceso súper doloroso, amigas que lloraron y rezaron mucho”.

EL PREJUICIO DEL EXAMEN

Para recién ser diagnosticada, Carolina estuvo hospitalizada durante un mes en la clínica, es por esto que ella crítica que no sea parte de la rutina de los doctores hacer el test de Elisa, examen que diagnostica esta enfermedad. “Yo esperaba que me dijeran que tenía anemia, hasta leucemia pensé, me sentía muy mal. Yo también pavié, nunca pedí el test de Elisa, nunca se me ocurrió”.

Al parecer el test de Elisa no es parte de la rutina de los médicos, “pienso que pueden pensar que la gente se puede ofender, cuando debería ser algo natural”, dice Carolina, quien también explica que cuando uno comienza a salir con alguien también debería considerar realizarse el examen con naturalidad, “debería ser tan espontáneo como cuando te preguntan si quieres ir a tomar un café o salir a comer, y decir ‘oye ya nos gustamos quizás ya tuvimos relaciones con preservativo una vez y deberíamos hacernos el test de Elisa’, eso no es para descartar la relación, sino para ser honestos. Yo lo que haría es ir juntos y compartir los resultados”.

En la clínica cuando ya estuvo estable Carolina tuvo acceso a un teléfono y cuenta que “agarre el teléfono cuando ya podía hablar y llamé a mis ex pololos, uno por uno para que se fueran haciendo el examen. Se lo fueron haciendo hasta que mi último pololo salió positivo. No tengo ninguna mala onda con él, ningún rencor, fue un accidente lo que nos pasó”.

A fines de 2011, el número de casos notificados de VIH/Sida en Chile, hasta fines del 2011, alcanzó a 26.611 personas, según cifras entregadas por el Ministerio de Salud, de las cuales, 84% son hombres y 13%, mujeres. A pesar de esto se estima que el número de personas infectadas alcanzaría cerca de 50 mil personas que son portadores del VIH, pero no todas lo saben, porque no se han realizado el examen, que es gratuito en el sistema público de salud, al igual que el tratamiento, que está cubierto en un 100% por el Auge, tanto para los asegurados de Fonasa como de las isapres.

Ministerio de Salud 2012

Ministerio de Salud 2012

LA VIDA SIGUE

Cuando fue diagnosticada, y las defensas más altas, lo que le permite estar bien y disminuir las posibilidades de contagiar a través de relaciones sexuales.

“Con el sida puedes tener una vida normal, el problema es la chapa que tiene, la gente se pasa un rollo enorme, que tú te lo pegaste porque pololeaste mil veces, que te lo pegaste porque tuviste un tipo de sexo a las 50 sombras de grey o que eres homosexual, que te inyectas con jeringas infectadas. Yo antes de tenerlo siempre pensé que era por tener sexo con alguien que era portador y puede ser que hayas tenido relaciones una sola vez y justo esa persona era portador”, explica.

A pesar de que su tratamiento le permite estar mejor de salud, advierte que tiene recaídas: “la vida sigue pero tú no vuelves a ser 100% la misma, tienes menos energía, si tienes un resfrío se te puede convertir en neumonía, de repente te da fiebre y no sabes por qué. He tenido hospitalizaciones cortitas de unos cuatro días por algo respiratorio, casi siempre es respiratorio. Estas mucho más propensa, pero mientras más suben mis defensas más te alejas de estos episodios de llegar a urgencia a la clínica”.

En una conversación con ella misma, Carolina le puso al Sida Alicia. Con ese nombre la encaró y le dijo: “Alicia, te vas o te quedas y si te vas quedar lo siento pero yo como sushi y lo tengo prohibido, si te quedas vas a vivir conmigo va a ser fumando, porque tengo ese vicio. No me alimento tan bien, no descanso como debería descansar y bueno está soy soy yo, cruzo mal las calles, soy dispersa y pajarona, entonces o te quedas conmigo y te adaptas o te vas”. Según cuenta Carolina, Alicia por el momento se ha portado bien.

Sus visitas al doctor son cada seis meses con un infectólogo de la unidad de Sida del Hospital Salvador, de la que dice estar muy agradecida por los profesionales que han trabajado con ella.

LA VIDA AMOROSA CON SIDA

Cuando se enteró de que tenía la enfermedad pensó que los pololeos se habían acabado para ella.

“Dije, voy a llenar mi vida con otras cosas, se acabaron los hombres porque eso ya fue y nada que ver. Después me di cuenta que no me ha faltado. Uno sigue estando en el mercado, porque es tu personalidad la que sigue importando, tu interior es lo que a los hombres siempre les va a importar, lo demás hay que informarse para que el cabro no esté asustado. Hoy tengo una nueva pareja de un año y meses, es el amor de mi vida y tengo una relación normal con sus altos y bajos. El tema de la enfermedad entre nosotros está súper clara y él lo ha manejado súper bien y me ha acompañado al doctor, ha escuchado de la boca de los doctores los riesgos que corre estando al lado mío y los que no. Es un gallo con un carácter súper especial, tiene la fortaleza, la nobleza y la cultura como para enamorarse y proyectarse con una mujer con una enfermedad como la mía y como él hay muchos más que están dispuestos a estar con una mujer infectada”, dice Carolina.

DISCRIMINACIÓN

No todo ha sido acogedor para Carolina del Real, pues ha tenido algunos episodios que la han hecho sentirse discriminada, “mi mejor amiga del colegio me pego una patada en la cara con el tema y dijo cosas como que no quería que yo le tocara a sus hijos, ni que me fuera a bañar en su piscina”, pero eso fue muy al principio de mi enfermedad.

A pesar de que en Chile, la Ley 19.779 impide las discriminaciones de las personas con esta enfermedad al acceso a educación, trabajo y salud, Carolina si ha sufrido de discriminación laboral este mismo año

“Estuve casi contratada para trabajar en el banco Bice, estaba lista partía el primero de abril, entrar fue un proceso súper engorroso de entrevistas y etapas. Se filtró que yo tenía Sida y me llamaron para decirme que no iba a entrar con alguna excusa. Pero todo se sabe, tengo súper claro cómo fue, quién lo filtro, qué se dijo en esa reunión. Pero yo no voy a andar destinando mi energía en vengarme ni andar quizás parándole los carros a cada persona que se me ocurra, yo prefiero mejor educarlos, en vez de agredir como ellos lo han hecho, yo prefiero educar y dar un mensaje positivo”. Es este mensaje el que actualmente mueve a esta joven de impresionantes ojos verdes, que espera dejar un sello y lograr que el Sida sea mirada como cualquier enfermedad crónica, una de la que debemos cuidarnos e informarnos porque tal como ella dice “no es algo lejano y le puede pasar a cualquiera”.

PEGAR EL GRITO

En un comienzo Carolina empezó a manifestarse artísticamente, ejemplo de eso es un mural en el living de su casa. Después pensó en lo mucho que le gustaba hablar y escribir, por lo que con el fin de comunicar sentimientos, emociones creó su blog en el que contó al mundo que tiene Sida.

“No sabía hacer blogs y me metí a un tutorial de youtube, lo armé y comencé a escribir cosas de mujeres. Fui hablando a meter con las temáticas que de verdad me mueven que tienen que ver con discriminación, injusticia y hay una gran verdad que tengo que contar que está ligada con la discriminación, con la injusticia y conté mi verdad, no sabía que iba a provocar”. Lo que provocó esa columna fue que le llegaran cientos de mensajes de apoyo y admiración por los que ahora está asombrada.

Yo soy una agradecida porque a pesar del infierno que me tocó vivir hay gente que realmente lo está pasando pésimo y está sola, saben que tienen la enfermedad y no se lo pueden contar a nadie. Entonces creo que tengo que mandarle un mensaje al que no está infectado, para que cambie su visión de la enfermedad y para que así los que están infectados no se sientan en esa jaula, como me escribe un chico o otro que no se atreve a mirar a su mamá a los ojos”, explica Carolina acerca de esta plataforma que le permitió “pegar el grito”, tal como ella dice.

En el texto, titulado Caída libre…mi verdad, Carolina escribe “yo ya di la cara…ahora tú no me bajes la mirada y me sueltes la mano por miedo o prejuicio…te lo pido por favor…vamos a cambiar la estrechez mental y desinformación de Chile…ustedes y yo podemos”.

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