En Chile alrededor del 71% de niños, niñas y adolescentes recibe algún tipo de violencia intrafamiliar, ya sea psicológica o física; y un 25,6 % son víctimas de violencia grave, informa Susana Arancibia, docente del Magíster familia, infancia y adolescencia que dicta la Facultad de Ciencias Sociales y Económicas de la Universidad del Pacífico.
Además, la especialista señala que “la mayor parte del maltrato a niños ocurre al interior de sus propios hogares y habitualmente es perpetrado por los adultos en quienes recae la obligatoriedad de proporcionar los cuidados, afecto y protección”. Por esto, es importante reconocer los tipos de maltrato que podría estar sufriendo el menor.
“Todos ellos generan consecuencias negativas para los niños a corto, mediano y largo plazo. Unicef describe el maltrato físico grave como aquellas instancias cuando alguien patea, muerde o da un puñetazo; quema con algo (cigarro, objeto, agua caliente); golpea o trata de golpear con objetos; da una golpiza, amenaza con un cuchillo o armas, usa cuchillos para agredir a un niño, niña o adolescente. De igual forma el maltrato psicológico se observa toda vez que existe hostigamiento verbal, habitual por medio de insultos, críticas, descréditos, ridiculizaciones, así como la indiferencia y el rechazo explícito o implícito hacia el niño, niña o adolescente. También se considera maltrato el rechazo, aislamiento, conductas orientadas a aterrorizar, ignorar o corromper a un niño/a”, señala la académica de la U. del Pacífico.
Susana explica que “cada vez que un niño es testigo de violencia entre sus padres también se transforma en una víctima de violencia, aprendiendo además que esta es una forma válida de relación en la vida y cuyas consecuencias por desgracia se observan en la vida más adulta”.
Otra forma de violencia está dada por las conductas negligentes de los cuidadores o progenitores. “Entendiéndose por éstas, a la falta de cuidado y protección mínima para satisfacer las necesidades de los niños y niñas, especialmente los más pequeños”, agrega la especialista.
Señales para reconocer si un niño es maltratado
“Más allá de los indicadores físicos de violencia tales como moretones, fracturas, quemaduras, hemorragias internas, etc, los niños manifiestan cambios importantes en su conducta”, explica Susana.
Si un niño extrovertido y activo repentinamente se vuelve tímido, o agresivo, un patrón habitual de encontrar es que los niños tienden a ponerse muy ansiosos repentinamente, incluso es posible verificar cambios importantes en la conducta de los bebés.
A continuación detalla el comportamiento según la edad de los niños:
-En niños menores de un año de vida:
Se comunican principalmente a través del llanto. “Los niños comienzan a llorar sin sentido, se vuelven irritables y en los casos más severos, dejan de llorar y de mirar el rostro de las personas a su alrededor, mantienen la mirada perdida en el espacio y la actividad motora disminuye notoriamente”, advierte.
-Niños entre 1 y 3 años:
Cuando el niño vuelve a asumir comportamientos infantiles superados, aparece la urgencia por usar chupete; si hay control de esfínter y el menor necesita volver a los pañales. “En general se entiende como toda acción que los retrotraiga a un tiempo y mundo previo más seguro. Sin embargo en este sentido es preciso ser cuidadosos ya que no toda regresión a conductas previas infantiles significa maltrato”, dice Susana. En ocasiones tales conductas simplemente apuntan a los avances y retrocesos normales de cada niño. En tal sentido es importante que los padres observen y conozcan las diferentes formas de reaccionar de sus niños, sin que esto se traduzca en angustia o conductas obsesivas ya que los niños al ser expertos en lenguaje analógico (corporal) empatizan con la emoción de sus padres, generándose una angustia familiar que será de escasa utilidad si se sospecha de algún tipo de maltrato infantil.
-Niños mayores que pueden hablar y explicar:
Es preciso escuchar el relato de los niños, sin manifestar el propio sentir ya que esto los asusta o limita. “Lo más adecuado es permitir que el niño exprese todo su relato con las menores interrupciones posibles, de modo tal que se sienta escuchado y al mismo tiempo perciba el apoyo del adulto a quien expresa su dolor o perplejidad. En tales casos los niños suelen estar asustados, muchas veces por las posibles amenazas que puede haber realizado el o la agresora, es muy importante que el adulto contenga y tranquilice al niño, le dé certeza de que está a salvo ahora y que no es culpable de lo sucedido”.
Preguntas clave
¿Qué preguntas deben hacer los padres a los niños para indagar la existencia de maltrato? “Cuando los niños pueden expresar su sentir, los padres pueden preguntar libremente como se hizo tal moretón, o que sucedió, muchas veces los pequeños cuentan historias fantásticas sobre lo sucedido, en estos casos es muy importante la actitud del adulto de escuchar activamente, mostrándose interesado pero no acosador, y en una forma que propicie al niño poder seguir narrando los posible hechos constitutivos de violencia”, explica la docente.
En el caso de los niños que efectivamente han sido sufrido maltrato, la profesora de Magister Familia, Infancia y Adolescencia dice que los tratamientos más frecuentes son dependiendo del tipo y nivel de maltrato.
“Se debe considerar la intervención psicológica individual, familiar y el trabajo en red con otras instituciones como la escuela, Cesfam, sistema judicial entre otros. En todos los casos, lo más importante es velar por el ´interés superior del niño evitando la re victimización en todos los niveles”, finaliza.
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Según la Encuesta Nacional de Prevención, Agresión y Acoso Escolar, realizada por el Mineduc a estudiantes de octavo básico en 2011, uno de cada cuatro niños que es víctima de acoso, lo vive diariamente y se siente afectado por esta situación. Sin embargo, las consecuencias del acoso escolar en los niños muchas veces no se ven a simple vista.
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