La resolución de problemas, la creatividad y la innovación, son expresiones directas del incremento de las habilidades cognitivas, las que son esenciales para el desarrollo humano y el éxito académico.
El pensamiento crítico, el lenguaje crítico y la toma de decisiones, son productos cognitivos esenciales para el desarrollo humano y el éxito académico. El desafío hoy es integrar las habilidades sociales a este paquete de capacidades e incorporarlas integralmente al ámbito educativo, como una herramienta para preparar seres humanos más completos y felices.
El pensamiento humano, es el resultado de una serie de procesos complejos que permiten captar estímulos, interpretarlos y luego darles un lugar en la memoria, para que el cerebro incorpore y compare esa información con los valores y conceptos anteriormente integrados, para generar así una respuesta. Un proceso complejo, que se desarrolla en un plazo muy acotado de tiempo y de manera constante en la vida de los seres humanos.
Es en este escenario que aparecen las habilidades cognitivas, las responsables de que las personas puedan aprender a desempeñar tareas complejas o a prever situaciones futuras a partir de experiencias anteriores. Se trata de procesos que últimamente están siendo muy estudiados ya que son estas capacidades las que han hecho posible la supervivencia de la especie humana.
Son tres las habilidades cognitivas o productos cognitivos asociados a nuestra adaptación y a un medio ambiente que cambia cada vez a mayor velocidad. Estos corresponden al enriquecimiento de la realidad observada con nuevos conceptos o pensamiento crítico; al lenguaje crítico; y a la toma de decisiones.
– El primero, se trata de una habilidad cognitiva que permite asociar la información observada o leída, con elementos de la historia cognitiva del observador. Es decir, que le permitan a la niña o niño generar y aportar conceptos complementarios que mejoran o perfeccionan lo que está observando.
– El lenguaje crítico, consiste en disponer de un arsenal conceptual a través del cual transferir la realidad interior al medio social. Es decir, que la niña o el niño incorpore significativamente conceptos que le permitan expresar su aporte genuino al medio social.
– Mientras que la toma de decisiones, apunta a una habilidad cognitiva consistente en actuar o expresarse coherentemente de acuerdo a los propósitos del observador, después de haber procesado las habilidades cognitivas extraídas de la realidad observada o leída.
Se trata de que la niña o el niño actúe o responda integradamente al desafío cognitivo que le genere un problema, como por ejemplo, responder a las preguntas ¿qué, quién, cuál, cuánto, cuándo, dónde, cómo, en qué orden, qué hace qué, similar o diferente?
Con el refuerzo de estas tres habilidades cognitivas, la niña o el niño va cimentando su historia cognitiva, fortaleciendo su relación con los otros, perfeccionando el concepto de sí mismo y proponiéndose nuevos desafíos cognitivos.
Por tanto, el aprendizaje cognitivo es la suma de conocimiento que el ser humano acumula a lo largo de la vida y que modifica la conducta de las personas. Ayuda a las personas a tomar conciencia e impulsa a la reflexión acerca de sus circunstancias, por eso se ha determinado que el entorno en el que nace una persona y las experiencias vividas, determinan –inevitablemente- su forma de pensar y su manera de ser.
El rol de las habilidades sociales
Hasta ahora, existe una tendencia a separar estas habilidades de las habilidades cognitivas.
Sin embargo, el correcto desarrollo de habilidades sociales requiere de un proceso cognitivo importante para poder ejecutarse con éxito, es decir, son inevitablemente parte de ellas.
Entre las habilidades sociales más importantes para el desarrollo personal y la efectiva interacción con los otros y el entorno, es posible mencionar la empatía, asertividad y las relaciones interpersonales.
En este escenario la infusión cognitiva de las emociones juega un rol fundamental. El modelo de infusión cognitiva explica el aprendizaje significativo de la realidad a través de la extracción de las habilidades cognitivas que la propia realidad contiene. Y las habilidades sociales son un tipo particular de habilidades cognitivas y corresponden a la capacidad de identificar las emociones que se generan en el observador durante la interacción con otros.
Por ello, la infusión cognitiva de emociones en la niña o el niño, le permite reconocer su emoción con la consecuente conceptualización y expresión de la misma, aportando su realidad interior a la interacción con el otro. Estas habilidades sociales son fundamentales para el desarrollo y ejercitación de otras habilidades cognitivas, es decir, la secuencia correcta: la experiencia de la interacción con otros (familia, amigos, profesor, etc.) -conocida como aprendizaje socio cultural-, y posteriormente la significación individual.
Habilidades cognitivas y desarrollo docente
El concepto de habilidades cognitivas también está muy relacionado al “saber hacer”, no es solo memorización, requiere del desarrollo durante la infancia de muchas otras habilidades necesarias para el aprendizaje, lo que resulta particularmente importante para el trabajo con discapacidad o dificultades de aprendizaje.
Estas habilidades se deben desarrollar y ejercitar, explícitamente, en el trabajo con estudiantes y supone un docente que ha realizado este mismo proceso de desarrollo cognitivo. Desde este espacio, el docente puede lograr ‘la empatía cognitiva’ requerida para guiar la ejercitación de estas habilidades en los estudiantes.
Esta ejercitación, en complemento con la teoría de la Plasticidad Cerebral, permite la “siembra conceptual”, el “fortalecimiento cognitivo” y la “construcción activa del pensamiento” del docente y con el consecuente ambiente que éste transferirá en su aula a sus aprendices.
Por ello, es importante que, en la escuela, los equipos directivos promuevan el desarrollo de las habilidades cognitivas de los profesores, así como también extiendan este interés a las familias y apoderados de los estudiantes.
Se trata de atreverse a establecer relaciones “mente a mente” en la relación profesor-estudiante, y a nivel general al interior de la comunidad educativa.
COMENTAR