Siempre pensamos que el deporte es lejos lo más saludable que hay. Que jamás hacer algún tipo de ejercicio podría causarnos daño alguno, sino sólo reportarnos beneficios.
Sin embargo, un grupo de científicos australianos descubrió que sí podrían existir algunos problemas, sobre todo si tus rutinas son excesivas.
“Hacer un ejercicio extenuante durante más de dos horas puede causar problemas gastrointestinales”, es parte de las afirmaciones de la investigación liderada por Ricardo Costa, publicada en la revista especializada Alimentary Pharmacology & Therapeutics y consignada por la web de la BBC.com.
Ojo con estos síntomas
Conocido como Síndrome Gastrointestinal Inducido, esta patología puede ocurrir “independientemente de cuán en forma está el individuo”.
Según los investigadores “a medida que la intensidad y la duración del ejercicio aumenta también se incrementan distintos indicadores de lesión gastrointestinal, que afectan a su funcionamiento, perturbando procesos como la permeabilidad, la absorción y la endotoxemia”.
De esta forma, el deporte extremo puede dañar células del intestino, provocando síntomas como acidez de estómago, hinchazón, eructos, calambres, dolor abdominal, flatulencia, náusea, diarrea, vómito y necesidad de defecar.
Deportes más riesgosos
Las investigaciones indican que, lejos las rutinas que más provocan este tipo de problemas en la zona gástrica son aquellas que “ejercen una mayor presión sobre el estómago y los intestinos”.
“El 10% de quienes corrieron un maratón o medio maratón reportaron síntomas gastrointestinales”, aseguran los estudios de Costa, que agregan además que pruebas como el Iron-Man son las que más problemas provocan.
Pero, ¿de qué forma pueden evitarse estas patologías? Según los autores hay ciertas maneras de mitigar la sintomatología, como por ejemplo evitando la deshidratación y el uso de antiinflamatorios, además del consumo frecuente de hidratos de carbono, que también ayudan a proteger la zona.
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Muchas veces tenemos ganas de hacer ejercicio, ir al gimnasio o simplemente salir a trotar por la playa con sol pero, a medida que pasan los minutos, esta motivación va disminuyendo, nos va ganando la pereza y nos envolvemos en dudas como qué comer, a qué hora salir o qué ropa ocupar.
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