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Seis recomendaciones para evitar problemas oculares en la nieve

La nieve refleja cerca de un 80% de la radiación ultravioleta, a diferencia de la arena que lo hace entre un 20% y 30%. Por esto un especialista explica detalladamente cómo cuidar nuestra vista en la nieve y las consecuencias a las que nos exponemos si no lo hacemos.

Por Ignacia Romero

Los centros de esquí ya abrieron sus puertas para recibir a los fanáticos de los deportes en la nieve o a quienes simplemente planean ir de paseo a la cordillera a disfrutar del paisaje nevado.

Sin embargo, es importante tener en cuenta los cuidados oculares que debemos tener en este tipo de paisaje, considerando que la nieve refleja cerca de un 80% de la radiación ultravioleta, a diferencia de la arena que lo hace entre un 20% y 30%.

Además, debemos considerar que la proporción de radiación UVA y UVB aumenta un 10% cada mil metros de altitud, por lo que estamos más expuestos en las zonas de alta montaña.

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Imagen: Gentileza Pixabay

Sobre esto, conversamos con Cristian Chávez, doctor en ciencias de la visión de la U. San Sebastián, quien asegura que el uso de una protección ocular adecuada “resulta fundamental durante nuestra estancia en la nieve, por más breve que sea”.

Destaca que “la mayoría de los aficionados a los deportes de invierno en la montaña suelen utilizar gafas tipo máscara (antiparras) que proporcionan la adecuada protección, siempre y cuando las compren en ópticas y establecimientos establecidos”.

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Imagen: Gentileza Pixabay

Los daños oculares derivados de la permanencia por algunas horas en la nieve, “como la conjuntivitis solar, la queratitis solar, las cataratas o las lesiones retinianas, se deben, sobre todo, a la radiación ultravioleta antes mencionada, a la reverberación atmosférica y a la presencia de partículas en suspensión en el aire, como los cristales de hielo”, puntualiza el profesional.

El especialista advierte que “en la queratitis solar, los síntomas suelen ser bilaterales y no aparecen inmediatamente tras la exposición a la radiación UV, sino que entre las 6 y 12 horas posteriores a la exposición. Los síntomas suelen ser dolor ocular, ojo rojo, lagrimeo y fotofobia (dificultad para abrir los ojos por intolerancia a la luz)”.

Ante cualquiera de estos síntomas, Chávez recomienda “acudir lo antes posible a un médico oftalmólogo de urgencia para que reciba tratamiento de forma oportuna”.

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Imagen: Gentileza Pixabay

¿Cómo elegir la protección adecuada?

Usar gafas de sol con alto filtro UV (idealmente categoría 4).

Gafas que cuenten con protecciones laterales o del tipo antiparras. Esto con el fin que se ajusten al rostro lo mejor posible.

– Si los cristales son polarizados se reduce además el reflejo del sol, lo que da mayor seguridad y confort visual durante las actividades que se realizan en la nieve.

Usarlas siempre, independiente de las condiciones climáticas (si hay o no sol, viento o niebla).

Los niños menores de 6 años son aún más sensibles a los rayos UV por lo que también deben usar anteojos adecuados.

– En el caso de personas con defectos de refracción (miopía, hipermetropía, astigmatismo), se pueden utilizar lentes de contacto combinadas con gafas con filtros adecuados, o bien gafas graduadas.

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