Me aburrí de andar patiperreando por todo el mundo. Eso me dijo Julieta ayer por la tarde cuando nos reunimos en la chocolatería cercana al parque, en un intento por transformar la tarde del domingo, en algo más que fomingo.
Son pocas las que pueden darse ese lujo de abandonar las travesías por los distintos países, y por gusto, abandonar Verona, y asentarse en otro país como el nuestro.Me dijo que se quedaba en nuestro país y yo grite de la alegría, tanto como en el último concierto al que fui. Cuando nos juntamos me di cuenta del gran don que tiene mi amiga. Es de las pocas que me hacen reír con tanta facilidad. Es de las pocas amigas que realmente creo que son sabias. Cada historia que tiene, hace que los abdominales que no logré hacer durante la semana, los sienta rapidito con cada carcajada que me saca.
Hoy, me contó qué había sido de su domingo anterior. Ese día estaba aburrida, decía con seguridad. Así que con una gran ansiedad por divertir la tarde, y salir de la soledad en la que se encontraba, arrendó una película, y con las ya conocidas pop corn, se sentó en su sillón rojo para verla. La escogida; “Grease”, la típica comedia romántica que ha estado presente durante tantas generaciones. Claro, los primeros minutos de la película, una maravilla, pero bastó que avanzara un poco la cincuentera historia, para que mi poco entretenida tarde se volviera un espectáculo de rabia y desilusión.
Dicen que del amor al odio hay un solo paso, y hoy pude darme cuenta, decía con ímpetu mientras su helado de fresa permanecía intacto en la mesa, entre tantas palabras. Y hoy pudo darse cuenta de lo verídica de la frase, porque pasó de un estado donde dominaban sólo suspiros por Danny Zucko (John Travolta), a sentir una sensación de impotencia contra él, que si lo hubiera tenido al frente en ese momento, de seguro hubiera sido dramática.
Pobre muchachita que de estar encantada pasó a sentirse tan desilusionada, ya que él no quería nada con ella por el simple hecho que se debía demostrar como un macho frente a su pandilla de amigos. Pero claro, algo que unos meses antes, en el verano, se le había olvidado, y había logrado captar la atención de la joven Olivia Newton John.
Una escena que se me quedó metida en la cabeza y que por varias horas no pude sacarme, exclamaba Julieta.Aunque, no sé qué era lo que realmente me llamaba la atención, reflexionó un par de veces en su monólogo. Ya que aceptó que varias veces este guión de película, lo había visto en la vida real. Pero, está bien, no generalizaré, acotó, aunque tampoco se atrevió a excluir a muchos.
Bueno el escenario ahora se armaba así: una tarde de domingo, un sillón rojo cubierto de restos de cabritas por todos lados. Un cenicero hasta el tope, y mi amiga Julieta en una terapia de domingo que partió y terminó a causa de una película que muchas veces había pasado por alto.
Pero esta vez no había sido así, y como he escuchado antes, todo pasa por algo. Esa tarde era parte de una profecía, o como quieran llamarlo. Según Julieta, ella tenía que ver esa película sólo para darse cuenta de una cosa. Los mejores “machos”, como en su intento de ser más pasional, llama a los hombres, en lo que ella define como un mundo más moderno, son muchos más parecidos al rock and rollero personaje que interpreta Travolta. Un muchachito con una vida con ritmo, y astucia, que se equivoca, que la llama, que la olvida, y que la quiere. Y me dijo, en una actitud que demuestra la rápida empatía y adaptación que ha tenido con nuestro país, que los mejores hombres son los que se parecen a un buen pebre chileno, porque pican un poco, pero tienen su encanto y sabor único. Y saben qué, le encontré toda la razón. Mi amiga es muy sabia, ¿ahora entienden por qué se los decía?
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