Se necesitaron varios años y miles de kilómetros recorridos para que el nombre de Gustavo Russo se convirtiera en sinónimo de calidad. Después de casi 20 años bailando en decenas de espectáculos de tango, con directores diferentes, de ganar concursos y de pasar por Broad- way, Russo pensó que ya era hora de crear un espectáculo para él y su compañera de baile por años, la actriz y bailarina Samantha García.
Así nació el año 2000 Tango seducción, espectáculo que Russo trajo a Santiago el año pasado y que volverá a poner sobre el escenario del Teatro Nescafé de las Artes, el 23 de junio, demostrando que se merece todos los elogios recibidos. “Brillante, extremamente vivo, el tango de Gustavo Russo obliga a un agudo virtuosismo para dejar guardado en los registros. Elegante, dramático, agresivo”, es como el periódico Le Monde, de París, recibió a Tango seducción.
El espectáculo, que ya ha visitado grandes escenarios del mundo, como el Olympia Theatre de París, el Opera House de Jerusalén, el Kremlin Theatre de Moscú o el Chungmu Art Hall de Seúl, sitúa a 12 bailarines en escena para contar la historia del tango argentino, guiados por bandoneones, violines, pianos y las letras de Astor Piazzolla. En el primer acto, siete parejas ejecutan números grupales y solos, fusionando técnica y belleza artística. En ese clima, el público entra a la segunda parte del espectáculo, mucho más erótica y violenta que la anterior, donde el autor narra una historia de amor para escenificar la intensa seducción del tango.
Además de volcar sus experiencias para crear la coreografía y de dirigir el espectáculo, Gustavo Russo se sube al escenario para cada función. Su destreza como bailarín ha sido también elogiada por la crítica, que rescata su autoridad, energía controlada y destreza. Todo un logro, sobre todo, considerando que el bailarín, cuando era adolescente, odiaba el tango. Con los años, esa música que le parecía “para viejos” se ganó su corazón y transformó a Russo en, como dijo la prensa francesa, “el Barishnikov del tango”.
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