Científicos en Estados Unidos encontraron una forma de convertir la grasa blanca inerte y perjudicial del organismo en grasa marrón, capaz de quemar calorías y reducir el peso corporal.
El estudio, llevado a cabo en ratas, consistió en bloquear una proteína en el cerebro de los animales que se sabe estimula el apetito.
Y el resultado, afirman los investigadores de la Escuela de Medicina de la Universidad Johns Hopkins, fue que no sólo se redujo el consumo de calorías de los animales y, por lo tanto su peso, sino también observaron que su grasa se convirtió en tejido adiposo marrón, cuya única función es quemar calorías.
El hallazgo, dice el estudio publicado en Cell Metabolism (Metabolismo Celular), podría conducir en el futuro a un nuevo tratamiento contra la obesidad en humanos.
Todos los mamíferos, incluido el ser humano, cuentan con dos tipos de grasa en su organismo: el tejido adiposo blanco y el tejido adiposo marrón.
La grasa blanca suma el 20% del peso corporal en hombres y 25% en mujeres. Es la típica grasa que se acumula en el abdomen y alrededor de la cintura, y la encargada de almacenar todas las calorías adicionales que consumimos.
Por otro lado, el tejido adiposo marrón -la grasa buena- se encuentra principalmente en el feto y los recién nacidos, que la usan como fuente de energía para generar calor y al mismo tiempo quemar calorías.
Sin embargo, cuando los bebés crecen, su grasa marrón desaparece casi por completo y queda reemplazada por la grasa “mala”, la blanca.
Varios expertos han propuesto en el pasado que si se logra estimular al organismo para que produzca más grasa marrón en lugar de grasa blanca se podría encontrar la forma de controlar el peso corporal y prevenir la obesidad y sus enfermedades asociadas.
Ahora, los científicos de Johns Hopkins, parecen haber encontrado esa forma.
Enfoque novedoso
El doctor Sheng Bi y sus colegas diseñaron un experimento para investigar si suprimiendo una proteína, llamada neuropéptido Y (NPY) que se sabe estimula el apetito, lograban reducir la grasa corporal de las ratas.
La NPY se encuentra en el hipotálamo, la región cerebral que regula el hambre, la sed, la temperatura corporal, el equilibrio de agua y la presión arterial.
Durante cinco semanas, los investigadores estudiaron a dos grupos de ratas, ambos alimentados con una dieta regular, pero a uno de los grupos se le suministró un virus para inhibir a la proteína NPY.
Los resultados mostraron, al final de las cinco semanas, que el grupo tratado con el virus pesaba menos que el otro grupo.
Para confirmar los resultados volvieron a dividir a los animales en otros dos grupos y a uno lo alimentaron con una dieta muy rica en grasas.
Los científicos volvieron a observar que las ratas alimentadas con la dieta de grasas y tratadas con el virus lograron mantener un menor peso corporal que las ratas que comieron una dieta normal y cuya proteína NPY funcionaba normalmente.
Esto demostró, dicen los investigadores, que la supresión de la NPY logró reducir el consumo de alimentos y entre más se suprimía la proteína, menos comían las ratas.
Sorpresa
La mayor sorpresa, sin embargo, ocurrió posteriormente cuando los científicos analizaron la composición de la grasa de las ratas.
En la región de las ingles de las ratas con la NPY inhibida, los científicos no encontraron la grasa blanca que se esperaría observar en los animales adultos, sino descubrieron que ésta había sido reemplazada con grasa “buena” marrón.
Los científicos creen que esta transformación podría deberse a una activación de las células madre de grasa marrón que contiene el tejido adiposo blanco.
Tal como expresa el doctor Bi “si logramos que el organismo humano convierta su grasa mala en grasa buena capaz de quemar calorías en lugar de almacenarlas, podríamos contar con una importante herramienta nueva para combatir la epidemia de obesidad”.
El científico cree que quizás es posible lograr en seres humanos el efecto obtenido en las ratas inyectando células madre de grasa marrón debajo de la piel para quemar grasa blanca y estimular la pérdida de peso.
Pero afirma que “sólo con futuras investigaciones podremos saber si esto es posible”.
Por su parte, el doctor Jeremy Tomlinson, experto del Centro de Investigación de la Obesidad de la Universidad de Birmingham, Inglaterra, afirma que este estudio es “estimulante, novedoso e interesante”.
“Necesitaremos muchos más estudios para confirmar si funciona, pero podría ofrecernos una forma factible de desarrollar nuevas terapias contra la obesidad”, señala el experto.
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