Cuántos alimentos transgénicos comemos los chilenos

Por Biut y Agencias

Durante años, las empresas agroalimentarias y las organizaciones de consumidores y ecologistas han estado enfrascadas en una fuerte discusión sobre lo saludable o no de vender y producir alimentos transgénicos: aquellos a los que se le ha introducido material genético de otras especies animales o vegetales para mejorar su apariencia, sus características nutricionales o aumentar su resistencia.

Sin embargo, tal batalla es al menos paradójica en Chile, donde, por un lado, la ley permite el cultivo de semillas transgénicas para venderlas en el exterior (no en el mercado interno ni menos producir alimentos elaborados con ellos), pero por otro ha dejado que las despensas nacionales hayan sido colonizadas por estos productos que llegan desde el extranjero, especialmente desde Argentina y EE.UU. De hecho, Miguel Angel Sánchez, presidente de Chilebio, gremio que reúne a las empresas dedicadas al desarrollo de cultivos biotecnológicos, estima que cerca del 80% de los alimentos que se venden en los supermercados de Chile tienen componentes transgénicos, la mayoría derivados de cultivos de maíz, soya y canola. “Se puede aceptar que la totalidad de la soya y el maíz importados son transgénicos y que casi toda la soya y maíz consumido en Chile es importado”, dice Romilio Espejo, investigador del Inta de la Universidad de Chile.

Aunque en la actualidad no existe un registro completo y actualizado sobre estos alimentos, usamos una guía de consumo responsable, elaborada por Greenpeace en 2004, con información proporcionada por las mismas empresas, una lista hecha por el Sernac, en 2000, y estimaciones de expertos para establecer cuántos de los alimentos que los chilenos consumimos a diario tienen elementos transgénicos.

Margarinas, cecinas y pan Al menos 11 marcas de margarinas, que representan el 90% del mercado, incluyen un ingrediente transgénico: la lecitina de soya, derivado de soya modificada genéticamente y que se usa como emulsionante para facilitar la digestión de la grasa. La misma función cumple en 10 marcas de cecinas y patés y en cuatro de las cinco principales marcas de pan envasado, en los que humecta la masa.
Tallarines y salsas de tomates Un chileno consume 9,4 K de pastas al año. Dos empresas concentran el 82% de la producción de este alimento, las mismas que elaboran la mayoría de sus productos, como tallarines, espirales, etc. con lecitina de soya que, en este caso, mejora la masa y reduce la pegajosidad. Dieciséis salsas de tomate, en tanto, contienen almidón de maíz transgénico, usado para dar consistencia al producto.
Yogur y leches El almidón de maíz modificado genéticamente también se usa en yogures y leches, para darles consistencia. En Chile, tres empresas concentran el 55% del mercado de leche fluida, según las estadísticas de Fedeleche. Estas mismas empresas producen leche entera, cultivada, de chocolate y yogures usando este insumo transgénico.
Cereales para el desayuno Diecinueve tipos de cereales para el desayuno fabricados con maíz, trigo y avena y saborizados con miel o chocolate contienen ingredientes derivados de maíz transgénico, como harina integral de maíz, semolina de maíz y jarabe de glucosa, que se usa como endulzante. Doce de ellos son fabricados por las dos principales empresas del rubro y concentran más del 81% de las ventas
Hamburguesas y vienesas El 95% de las hamburguesas son de carne de vacuno, y seis marcas en Chile declararon usar soya modificada genéticamente para fabricarlas. Sólo dos marcas no usan transgénicos y eran de pollo. Asimismo, ocho de las 11 marcas de vienesas y salchichas analizadas por el Sernac usaban este transgénico, que se utiliza para dar sabor y consistencia a los productos.
Atún y mariscos en lata y aceites Nueve marcas de atún y dos de mariscos enlatados tienen productos transgénicos, específicamente aceite vegetal. Además, 12 marcas de aceite vegetal y de maravilla que se venden en los supermercados tienen aceite de soya y aceite de canola, un cultivo modificado genéticamente. Entre ellas se encuentran las seis principales marcas, que cubren el 83% del mercado del país.
Sopas y cremas en polvo Según un estudio elaborado por Nielsen, el 90% de los hogares chilenos consume sopas y cremas. De acuerdo con la lista de Greenpeace, la totalidad se las sopas y cremas disponibles en el mercado chileno incluyen en su elaboración productos transgénico, como, por ejemplo, almidón de maíz modificado, que les da la consistencia.

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