Si a comienzos de siglo el furor por el terror venía de oriente con El aro, El grito e incontables títulos ya olvidados, hoy el género ha cobrado nuevos bríos con talentos surgidos desde España.
Desde hace un lustro una serie de directores hispanos ha conseguido notoriedad en su país y han logrado tener eco en el resto del mundo, y principalmente en Estados Unidos, donde han podido ingresar por la puerta ancha a dirigir y donde sus películas han tenido sus correspondientes remakes. El último de estos títulos es Los ojos de Julia, una cinta de Guillem Morales, la que con la producción de Guillermo del Toro y el protagonismo de Belén Rueda (El orfanato), se estrena mañana en las salas locales luego de su debut en el Festival de Toronto del año pasado y ser el segundo filme más taquillero del 2010 en los cines españoles.
Los ojos de Julia, suerte de hermana menor de El orfanato, gira en torno a Julia (Rueda), quien sufre una enfermedad degenerativa en los ojos por lo que se está quedando ciega, y comienza a investigar lo que hay tras el aparente suicidio de su hermana gemela, quien padecía la misma enfermedad. La cinta originalmente iba a realizarse en inglés y cuenta con la coproducción del estudio Universal, lo que garantiza su próxima entrada a Estados Unidos.
La cinta es el último título de una serie de filmes que han renovado el género con tratamientos opuestos a los que comúnmente utiliza Hollywood: preeminencia de la atmósfera por sobre los efectos, un ritmo pausado, cercanía con historias sobrenaturales y profundidad sicológica de sus personajes.
Luego de los intentos de directores como Alejandro Amenábar (Los otros) y Alex de la Iglesia (El día de la bestia), sin duda que el gran éxito que posibilitó exportar a un grupo importante de talentos, fue El orfanato (2007). La cinta de Juan Antonio Bayona logró recaudar 35 millones de dólares en el mundo y obtuvo positivas críticas. Además, ya se confirmó para el 2013 su remake americano, bajo el nombre de The orphanage.
Junto a ella, el otro gran éxito del terror made in España es Rec -dirigida por Jaume Balagueró y Paco Plaza-, convertida a estas alturas en una franquicia. La cinta sobre un edificio cuyos residentes están contagiados por una enfermedad que los convierte en zombies, ya tiene dos partes, y sus consiguientes remakes: Quarantine. Además, se anunció la tercera parte que se llamara Rec: Genesis.
Otro título importante es Enterrado (Buried), una cinta hablada en inglés dirigida por Rodrigo Cortés y protagonizada por Ryan Reynolds, la que fue uno de los títulos mejor recibidos del 2010. Ganador del National Board of Review al mejor guión original, la cinta es una producción española que tuvo una abierta distribución en EEUU y que sorprendió por su originalidad, ya que está íntegramente rodada dentro de un ataúd donde está atrapado el protagonista.
Los títulos y directores suman y siguen. Algunos más experimentados como Juan Carlos Fresnadillo, ya dirigió la secuela de Exterminio (28 semanas después) invitado personalmente por Danny Boyle y se apresta a estrenar Intruders, con Clive Owen y Daniel Brühl, mientras se rumorea que podría encabezar la secuela de El cuervo. Mientras que Los cronocrímenes, éxito del año 2007 dirigido por Nacho Vigalondo y una de las cintas más imaginativas surgidas en los últimos años, tiene fechado para el 2012 su versión americana, bajo el nombre de Timecrimes.
Crítica cinematográfica de la película
Por Pablo Marín.
El cine de horror es un territorio donde la producción española no sólo ha sabido clavar su bandera con éxito comercial: también es un ámbito en el que, por la vía de las atmósferas y el desarrollo de personajes, ha marcado diferencias con las tendencias efectistas que se han impuesto en Norteamérica y el Lejano Oriente. Un ejemplo reciente fue El orfanato, cuya protagonista, Belén Rueda, se repite ahora en Los ojos de Julia, tal como Guillermo del Toro en la producción. La cinta, que se emparenta menos con el cine de hoy que con tonos, ritmos y climas de un celuloide ya ido, sigue los pasos de una mujer cuya hermana es llevada a la muerte por un tipo que vive a escondidas del mundo. Alguien a quien debe encontrar a tiempo, para no correr la misma suerte. Todo ello, en medio de una lograda inmersión en el sentido de la vista como ventana al mundo, como el lugar de los miedos, las fragilidades y esperanzas. Es cierto, se le arranca la moto de la sensiblería y cada tanto debe pasar revista a uno que otro cliché del género. Pero el solo hecho de tomarse en serio los dolores que explora y a los individuos que los padecen, pone a esta cinta en una liga superior.
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