Jamás te puedes perder una fiesta sólo por no tener pareja. Es la regla número uno de una mujer moderna.
El sitio www.revistaohlala.com preparó algunos consejos para lograr disfrutar de esa fiesta o matrimonio igual o más que si estuvieras con ese hombre que aún no se digna a aparecer en tu vida.
La iglesia
Ahí están todos, sentados de a dos y mirando hacia la puerta. Las mujeres arreglan sutilmente la corbata a sus parejas, mientras ellos acompañan este momento con cara de “que se termine esta farsa ya, quiero comer, tomar y volver a mi casa”.
¿Qué hacer? Recurrir a otra amiga soltera no invitada a la que podemos llamar por teléfono para compartir este incómodo momento es una de las prácticas más comunes. Con ella podrás conversar tranquilamente mientras se realiza la ceremonia, comentar los vestidos de las otras invitadas y comenzar a preparar las armas para conquistar al padrino durante la fiesta que se viene después. Lo mejor de todo es que durante todo el evento tendrás una compañera totalmente inseparable.
Cóctel
Te miras de reojo con tu cómplice, sus vestidos son la combinación perfecta entre estilo (porque hay que llamar la atención) y sexy (simplemente porque estás soltera y puedes). Al llegar al cóctel te fumas un cigarro o dos junto a tu amiga y empiezas a buscar a otros solteros invitados a la fiesta. De seguro ellos también se sienten incómodos, así que es el mejor momento para acercarte a conversar y conocer a otras personas. Si hiciste la tarea correctamente, los novios ya te habrán dicho qué amigos te convienen y están disponibles, así que llegó la hora de comenzar a identificarlos.
A estas alturas seguramente esos hermosos zapatos con taco ya te están torturando, así que busca cualquier excusa para sentarte a descansar, porque luego vendrá el baile.
Comida
Abren las puertas ornamentadas y llegan otras dos horas de prisión domiciliaria. En esta etapa debes permanecer sentada en una mesa en la que estás rodeada de parejas porque seguramente tu amiga y cómplice quedó a varios metros de distancia.
Es el momento de apelar a toda la creatividad para no dormirse sobre la entrada. La misión es conseguir continuas excusas para levantarse, llamar la atención y, de paso, desfilar las horas de Pilates que invertiste mientras el resto perdió tiempo cocinándole a su hombre.
¡A bailar!
Es el momento que has esperado toda la noche. Eres libre y la pista es toda tuya. En algunas canciones para dos (¡muerte a la vuelta de los lentos!) vas a tener que aplaudir como idiota o arrancar al baño para disimular.
Dile sí a romper parejas encabezando la fila de conga, a hacer la obra de caridad y sacar a bailar al abuelo al ritmo de Frank Sinatra, a ser “la amiga buena onda” y rodear a la novia. Busca una pareja de baile que valore tu producción, si no lo logras… mézclate con la multitud.
Fin de la fiesta
Las canciones comienzan a repetirse. ¿En qué momento se te ocurrió que éste sería el lugar en que conocerías al hombre de tu vida? Es un mito. Los amigos del novio se pasan la fiesta saltando en grupo, transpirados desde el comienzo hasta el fin. Claramente, lejos de querer enamorar o ser enamorados por nadie. Si te vas acompañada, mejor, pero las posibilidades son pequeñas y es tiempo de afrontarlo. Lo mejor es irse temprano después de bailar, comer y disfrutar el bar de postres.
ahi si?
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