Algunos padres pensaron que habían malinterpretado las técnicas del médico. Otros supusieron que sus hijas mentían o estaban confundidas.Pero a medida que surgieron más detalles, las madres y padres debieron afrontar una cruda verdad: un renombrado médico del deporte había abusado sexualmente de sus hijas.
Esos padres, muchos de los cuales derramaron lágrimas en la corte, confrontaron al doctor Larry Nassar durante la larga serie de audiencias que determinaron su condena. Varios confesaron que se sienten culpables y se siguen preguntando cómo pudieron pasar por alto los abusos, que a veces ocurrían en la misma habitación donde se encontraban, mientras el médico fingía que revisaba a las jovencitas.
“Voluntariamente llevé a mi tesoro más preciado del mundo a sus manos, y usted le hizo daño físico, mental y emocional. Y ella tenía sólo 8 años” , le reprochó Anne Swinehart a Nassar. “Nunca me desharé del sentimiento de culpa que tengo por esta experiencia”.
Muchas de las jóvenes deportistas habían acudido a Nassar en busca de ayuda con lesiones propias de la gimnasia. El médico fue sentenciado el miércoles a 175 años de prisión, tras admitir que había agredido sexualmente a sus pacientes durante el tratamiento médico cuando era empleado de la Universidad Estatal de Michigan y de la federación estadounidense de gimnasia, entre cuyas tareas está la de entrenar a las competidoras olímpicas.
Nassar se valió de su simpatía y reputación para apagar cualquier sospecha. Se sentía tan seguro que llegó a abusar de las pacientes frente a sus padres, cubriéndolas con su cuerpo o con una sábana. Su clínica en el campus universitario estaba decorada con afiches autografiados por estrellas olímpicas, lo que resaltaba sus credenciales ante las jóvenes deportistas y sus familias.
Los padres que expresaron preocupaciones dijeron que Nassar había desestimado sus preguntas. La madre de una víctima de 12 años contó que le había preguntado al médico por qué no usaba guantes. “Él respondió de un modo que me hizo sentir estúpida por preguntar” , señaló. “Me dije a mí misma: ‘cállate, él es un doctor olímpico’. La culpa que sentimos mi marido y yo es paralizante, porque no pudimos proteger a nuestra hija”.
Algunas víctimas dijeron ser tan jóvenes que no comprendieron que el médico había abusado de ellas sino hasta que fueron adultas. Y por lo tanto, no se lo contaron a nadie. Y los entrenadores aseguraban a los padres que Nassar era el mejor médico y podía ayudar a que sus hijas alcanzaran sus sueños.
Paul DerOhannesian, exfiscal de Nueva York que ha escrito un libro sobre juicios de agresión sexual, dijo que los perpetradores de abusos que ocupan puestos que les confieren autoridad suelen ejercer un “poder tremendo” sobre los niños y sus padres.
Además, algunos progenitores temen a lo que pueda ocurrir con los menores si reportan un abuso. Y los chicos suelen tener dificultades para hablar con sus padres sobre temas de índole sexual. “Esto no debería convertirse en una situación en que culpemos a los padres” , advirtió DerOhannesian. Pero incluso cuando los abusos de Nassar fueron reportados a los entrenadores y a las autoridades, pocos creyeron que el médico hubiera cometido esos actos. Y ello provocó que los padres y niñas dudaran de sus propias denuncias.
Donna Markham relató la forma en que su hija Chelsey, quien tenía 12 años, comenzó a sollozar en el automóvil de regreso a casa, tras una sesión con Nassar. “Mami, él colocó sus dedos dentro de mí, y no llevaba guantes” , dijo la jovencita, quien luego le rogó a su madre que no confrontara a Nassar, ante el temor de que ello descarrilara su carrera en la gimnasia.
Al día siguiente, Donna Markham le contó lo sucedido al entrenador de la niña, quien no le creyó. La mujer preguntó a otras madres si sus hijas habían mencionado algún tocamiento inapropiado por parte de Nassar. “Me miraron como diciendo ‘me estás mintiendo'” , testificó ante la jueza, mientras trataba de contener el llanto. Poco después, Chelsey Markham abandonó la gimnasia y siguió un “camino de autodestrucción” , que la llevó al suicidio.
La policía en Michigan investigó a Nassar dos veces. Una pesquisa en 2004 concluyó que sus actos eran apropiados para el tratamiento médico. Otra, en 2014 y 15, no derivó en cargos penales.
La jueza Rosemarie Aquilina, quien sentenció a Nassar, pidió a los padres que no se sintieran culpables. “Las banderas rojas estaban quizás ahí, pero estaban diseñadas para permanecer ocultas” , comentó.
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