Consuelo Gomez hoy tiene 37 años y recuerda que cuando entró a los 18 años a las Hermanas del Buen Samaritano en la Región del Maule era feliz con las tareas religiosas y cuidando enfermos.
Sin embargo, al pasar el tiempo, las cosas cambiaron. Según relata en una extensa entrevista a Emol, la ex religiosa fue víctima de abuso sexual por una monja chilena en España y obligada a realizar duros trabajos sin descanso ni pago, además de casi no tener contacto con el mundo exterior a la congregación.
“No podíamos hablar con gente de afuera, porque nos decían que eran amistades particulares y que no correspondía. Siempre, todo lo que hacíamos, era con miedo”, recuerda.
Sin embargo, asegura que donde peor lo pasó fue en un viaje de trabajo a España en el 2000. Donde, además de las pesadas labores diarias, debía soportar que le revisaran hasta la ropa interior que llevaba.
“Por lo mismo había mucho acoso de los sacerdotes, capellanes y directores espirituales, muchas tocaciones indebidas. Se les iban las manos hacia zonas que no debían. Esto pasaba también en Chile, pero en España lo defendían mucho y aceptaban este comportamiento”, relata al mismo medio.
“Yo fui abusada sexualmente por una monja en España, que también era chilena y superior a mí, varias y repetidas veces. Y todos sabían y me hicieron callar. Me hicieron sentir a mí que era culpable de todo. Pero ahora comprendí que esta es una historia que yo viví, que es mía, y que no soy la única”, confesó, por primera vez a Emol.
Consuelo recuerda que la primera vez que ocurrió fue después de haberle confesado a la religiosa la angustia acumulado por todo lo que vivía en la congregación.
“Sentía que me quitaba mi dignidad (…) Cuando yo entraba al baño, ella también lo hacía y cerraba con llaves para luego manosearme. Me forzaba física y psicológicamente a hacer cosas que yo no quería”, recuerda.
Todos sabían y nadie hizo nada
Tras lo ocurrido intentó pedir ayuda al director espiritual del recinto. “También me hizo callar, por lo mismo, porque me dijo que le iban a dar la razón a ella y no a mí, que yo para él era una simple novicia, y yo, por miedo, no sé a qué, pero por miedo, porque estaba lejos de mi familia, me quedé como parapléjica”, dice.
Desde el 2017 está en tratamiento psicológico y psiquiátrico y explica que decidió a contar su verdad para evitar que a otras les ocurra lo mismo.
“Sé que quedan congregaciones de religiosas y que hay muchas jóvenes que, a lo mejor, tienen esa inquietud, y no quiero que les pase lo mismo que pasé yo. Y también sé que hay muchos papás que se preguntan cómo será la vida adentro, y tampoco quiero que se sientan como se ha sentido mi mamá, con la culpabilidad de que ella fue la que me dio permiso”, dijo a Emol.
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