Costosos tratamientos impiden que parejas que quieren ser padres lo logren. Ahora piden que la infertilidad sea cubierta como una enfermedad más.
Es la ausencia de embarazo tras doce meses de relaciones sexuales sin anticoncepción, así la definió la Organización Mundial de la Salud (OMS) que la reconoció como enfermedad en 2009 y, sin embargo, someterse a un tratamiento contra la infertilidad en Chile sigue siendo un lujo al que pocos tienen acceso.
Se estima que el 10% de las parejas chilenas en edad fértil tienen problemas para concebir un hijo. A nivel global, la OMS señala que afecta al 25% de las parejas y a unas 80 millones de mujeres.
En la actualidad, los tratamientos de fertilidad van desde la terapia hormonal y el uso de óvulos o espermios donados hasta la Fertilización in Vitro (FIV) y la inyección inter o intracitoplasmática de espermatozoides, que involucran la manipulación de gametos y utilización de tecnología de punta que encarecen su costo, transformándose en el gran obstáculo para las familias chilenas.
Tomando eso en cuenta, un grupo de 50 pacientes infértiles se aliaron para formar Queremos ser Padres, con lo que pretenden ayudar a parejas que no pueden tener hijos, consiguiendo mayor acceso a tratamientos de reproducción asistida, así como el aumento de cobertura por Fonasa y el fin de la discriminación de parte de las Isapres.
“Queremos ser la voz de los sin voz e invitar a todos los que se interesen a ser parte de nuestra agrupación. Somos miles los que llevamos esta enfermedad en silencio”, sostuvo Patricia Ramírez, vocera de la agrupación. Según la representante, cada intento de embarazo puede llegar a costar 3 millones de pesos, “una cifra inalcanzable para la mayoría de las familias, cuyo ingreso promedio es de 300 mil pesos”, asegura.
Consecuencias
La infertilidad es una enfermedad que si no se trata puede afectar psicológicamente a nivel individual y de pareja. “El no poder lograr algo supuestamente tan natural como embarazarse deteriora la autoestima tanto de la mujer como del hombre. Surgen culpas y la presión del entorno empeora la estabilidad emocional de la pareja, dentro de una sociedad en la que el núcleo de familia es altamente valorado”, explica la psicóloga Irene Furman, del Programa de Fertilización Asistida de la Unidad de Medicina Reproductiva del IDIMI.
Apoyo estatal
El Instituto de Investigación Materno Infantil de la Universidad de Chile (IDIMI) es el programa de fertilización artificial más importante que cuenta con financiamiento estatal en el país, funciona en el Hospital San Borja Arriarán y atiende a 250 parejas anualmente, con una lista de espera de aproximadamente un año.
Un apoyo para las familias que no pueden costear un tratamiento privado, pues son pocos los centros especializados que tienen convenio con Fonasa, realidad que contrasta con la de Buenos Aires, por ejemplo, donde desde este año existe una Ley de Fertilización Asistida que permite a las parejas acceder a los tratamientos de manera gratuita.
La agrupación Queremos ser Padres no pide gratuidad, pero sí más cobertura.
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