Correr con regularidad, incluso por períodos cortos de 20 minutos dos o tres veces a la semana, puede incrementar “drásticamente” la expectativa de vida, revela una investigación en Dinamarca.
Los científicos del Hospital Universitario de Bispebjerg, en Copenhague, siguieron a unos 2.000 corredores daneses durante más de 40 años.
Compararon su longevidad con la de personas que no llevaban a cabo este tipo de ejercicio.
Encontraron que los hombres que solían correr entre 60 minutos y 2,5 horas a la semana, divididos en dos o tres períodos, vivieron en promedio 6,2 años más que los no corredores.
Las mujeres vivieron 5,6 años adicionales.
Y para obtener estos beneficios no es necesario trotar a gran velocidad, basta con llevar “un ritmo lento o promedio”, dicen los científicos que presentaron su estudio en la Conferencia de la Sociedad Europea de Cardiología (ESC) que se celebra en Dublín, Irlanda.
“Los resultados de nuestra investigación nos permiten responder definitivamente la pregunta de si correr es bueno para la salud”, expresa el doctor Peter Schnohr, quien dirigió el estudio.
“Podemos decir con certeza que correr regularmente incrementa la longevidad”.
“La buena noticia es que no es necesario llevar a cabo mucho esfuerzo para cosechar los beneficios”, agrega.
¿Peligroso o beneficioso?
Desde hace mucho tiempo ha habido un debate científico sobre si correr, una actividad que se volvió popular en los años 70, es un ejercicio peligroso o beneficioso para el corazón.
La controversia surgió a raíz de que varios hombres de mediana edad han muerto mientras corrían y se ha pensado que quizás la actividad puede ser muy extenuante para los adultos comunes y corrientes de mediana edad.
El objetivo de este estudio era investigar ese vínculo.
Para ello utilizaron los datos del llamado Estudio del Corazón de la Ciudad de Copenhague, que se inició en 1976.
Esta investigación ha seguido a cerca de 20.000 habitantes de la ciudad de entre 20 y 93 años de edad.
Entre los participantes el profesor Schnohr y su equipo seleccionaron a los que solían correr regularmente.
Encontraron a 1.116 hombres y 762 mujeres y compararon su longevidad con la de los participantes que no corrían.
También se les pidió que registraran la cantidad de tiempo que corrían y la velocidad con que percibían que lo hacían: a un ritmo lento, promedio o rápido.
“Como los participantes tenían diferencias de edad tan variadas sentimos que el enfoque más apropiado era una escala subjetiva de intensidad” explica el profesor Schnohr.
Similitudes con el consumo del alcohol
Al final de los 35 años de estudio, los resultados mostraron que el riesgo de muerte entre los corredores varones era 44% menor que los no corredores, y la cifra para las mujeres fue también de 44%.
Los investigadores encontraron también un vínculo entre la cantidad e intensidad de la carrera y el riesgo de que una persona muriera.
“La relación parece ser muy similar a la del consumo de alcohol”, dice el profesor Schnohr.
“La mortalidad es menor en personas que dicen correr a paso moderado que en aquéllos que realizan el ejercicio a niveles extremos”, agrega.
El beneficio “óptimo”, señalan los científicos, se encontró entre los que corrían entre una hora y 2,5 horas a la semana en dos o tres sesiones, especialmente cuando el ejercicio era a un ritmo lento o promedio.
El objetivo es lograr “sentirse un poco jadeante, pero no demasiado”, señalan los científicos.
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