Nadie está exento, ya que suelen experimentarse sin una causa aparente. Entre los síntomas se encuentra la sudoración excesiva, aumento inusual del ritmo cardíaco y la sensación de falta de aire. Por suerte, hay maneras de reconocer si lo padeces. En Biut te contamos cómo y qué hacer en este caso.
Si bien se trata de una enfermedad relativamente conocida, muchas de las personas que sufren de “Ataques de Pánico” no la identifican de inmediato y deben recurrir a un especialista para que lo detecte. Esto, según el sitio femenino de El Clarín, www.entremujeres.cl, se debe a que se producen sin una razón determinada, por lo que es difícil reconocerlos.
A medida que pasan los días e influye en el desarrollo de las actividades cotidianas de quienes lo padecen, se transforma en un “Trastorno de pánico”, que se define de acuerdo al mismo artículo como “la sensación temporal y aislada de miedo, o malestar intensos, acompañada de cuatro (o más) síntomas, que se inician bruscamente y alcanzan su máxima expresión en los primeros diez minutos”. Entre estos están:
-Opresión o malestar torácico.
-Sudoración.
-Palpitaciones o aumento en la frecuencia cardíaca.
-Sensación de ahogo o falta de aliento.
-Náuseas o molestias abdominales.
-Inestabilidad, mareo o desmayo.
-Miedo a perder el control o a morir.
-Parestesias (sensación de hormigueo).
-Escalofríos o sofocaciones.
Los episodios suelen durar entre diez minutos y media hora, dependiendo del caso y los temores comienzan al encontrarse lejos de casa o al quedarse solos. De acuerdo a la psicóloga clínica, Alicia López Blanco, detrás de estos miedos “puede esconderse un sentimiento de falta de confianza en las propias capacidades para afrontar aquello que se evalúa como amenazante”, lo que se basa en experiencias personales desafortunadas que pudo haber tenido la persona con anterioridad.
Si padeces de un trastorno de pánico, lo recomendable es acudir a un especialista que utilice tratamiento psicoterapéutico. A través de este tipo de ayuda, la persona afectada realiza un trabajo personal, que consta de sacar a la luz la causa real de lo que le preocupa y asociarla con la emoción que genera. Una buena alternativa de fondo para decirle “adiós”, de forma definitiva, al problema.
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