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Cómo afecta el déficit atencional a las mujeres

El suplemento de Tendencias de La Tercera publicó el relato que escribió la columnista Maria Yagoda en la revista The Atlantic, donde cuenta su experiencia tras ser diagnósticada de déficit atencional.

Por Francisca Quezada

¿No recuerdas dónde dejas tus cosas? o lo que es peor aún, ¿Olvidas a cada instante lo que tenías pensado hacer? No te avergüences, puedes estar siendo víctima de algunos síntomas que trae el déficit atencional, un cuadro que se diagnostica habitualmente a los niños, pero los adultos y sobre todo, nosotras las mujeres, no estamos libre de padecerlo, pues es más común de lo que se piensa.

El suplemento de Tendencias de La Tercera publicó la experiencia que la columnista María Yagoda relató en la revista The Atlantic, tras ser diagnósticada de déficit atencional. En el artículo, Yagoda hace hincapié en lo importante que fue para ella someterse a un tratamiento. Y es que, es muy habitual que las mujeres pasemos por alto ciertas señales de este cuadro, debido a que se cree que lo habitual es que los niños sean diagnosticados de esto, más que los adultos.Déficit atencional

“Tanto o más dañinas son las consecuencias de dejar este cuadro sin tratamiento, lo cual se ha convertido en una historia demasiado común para mujeres como yo, quienes no sólo desarrollan síntomas de forma más tardía en sus vidas sino que también presentan indicios de la enfermedad -desorganización y olvidos, por ejemplo- que son diferentes de los que manifiestan comúnmente los hombres”, asegura María.

Según la columnista de la revista The Atlantic, quien mejor sabe esto es la doctora Ellen Littman, autora del libro “Entendiendo a las niñas con déficit atencional”, que ha estudiado a personas con esta alteración por más de 25 años.

La especialista atribuye el bajo diagnóstico del déficit atencional de niñas y mujeres a las ideas erróneas que existen en torno a su manifestación de los primeros estudios que se hicieron en los ’70.

“Estas investigaciones se basaron en niños pequeños de raza blanca sumamente hiperactivos que eran llevados a las clínicas. El criterio de diagnóstico se desarrolló en base a esos informes. Como resultado, esos criterios representan en exceso los síntomas que se ven en los niños pequeños, dificultando que las niñas sean evaluadas a menos que se comporten como varones hiperactivos”, dice Littman.

María Yagoda aprendió de la doctora Littman, que el déficit atencional no se ve de la misma forma en niños y niñas. Las mujeres con este desorden tienden a ser menos hiperactivas e impulsivas y a actuar de forma más desorganizada, dispersa, olvidadiza e introvertida.

“Ellas han alternado entre la ansiedad y la depresión por años. Es esa sensación de no tener control sobre nada”, explica la especialista. Y María Yagoda recuerda que “durante las dos décadas previas a mi diagnóstico, nunca habría sospechado que mis síntomas eran síntomas. En lugar de eso, consideraba que estos rasgos -mi desorden, mis olvidos, mis problemas para concentrarme, la pérdida constante de documentos importantes- eran defectos personales vergonzosos”, asegura.

Maria Yagoda dice en la revista The Atlantic, que la terapeuta Sari Solden explica que “durante mucho tiempo, estas niñas ven sus dificultades para priorizar, organizar, coordinar y prestar atención como fallas de su carácter. Nadie les dijo que es algo neurobiológico”.

La terapeuta agrega que, “a menudo, si las niñas son inteligentes o viven en casas que les dan apoyo, los síntomas se ven enmascarados. Debido a que no son hiperactivas ni causan problemas a otras personas, no son diagnosticadas hasta que chocan con una pared, que a menudo es la universidad, el matrimonio o el embarazo. Muchas cosas que para otras personas resultan rutinarias, como comprar provisiones, hacer el almuerzo o responder correos electrónicos- no se vuelven automáticas para este mujeres, lo que se puede volver vergonzoso y agotador”.

Revisa el reportaje completo en el suplemento de Tendencias de La Tercera.

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