La vida que llevan la periodista Isidora Urzúa (29) y la diseñadora gráfica Eleonora Aldea (33) la eligieron así: estudiando, trabajando, enamorándose, casándose, teniendo hijos, siendo freelance, criando. Aldea es madre de Leopoldo Gutiérrez (9) y Félix Bley (2), y Urzúa de Bruno Akil Abusleme (8 meses). Ambas son “caseritas”, como se definen ellas. Es decir, mujeres que por algún motivo –el de ellas es por opción- hacen su vida laboral y maternal estando todos los días en la casa.
“Es difícil estar pendiente de todo, es un trabajo más”, reconoce Aldea. Por lo mismo, hace nueve meses las amigas decidieron llevar todas sus conversaciones y desahogos a un podcast llamado “Caseritas” que se puede escuchar a través de Soundcloud y que graban todas las semanas a las 9 de la mañana “en horario de mamá”, como dice Urzúa. En él estas mujeres, que por sus trabajos mantienen una activa presencia en redes sociales, tocan de la manera más honesta que pueden las dificultades la maternidad ayudando con tips, experiencias y con humor a otras mujeres que escuchan sus casi 40 minutos de conversación a través de internet.
¿En qué momento pensaron que hacer Caseritas era una buena idea?
Eleonora: Pasamos harto tiempo hablando sobre lo que era ser mamá.
Isidora: Quizá porque de nuestro grupo de amigas somos las únicas que somos mamás, las únicas casadas, las únicas que tenemos hijos y las únicas freelance.
E: Y eso nos llevó a querer hacer un podcast para hablar de ser mamá, estar en la casa y al mismo tiempo trabajar. Sentíamos que no había un programa o una columna que lo hiciera. No había un canal, un algo donde se hablara de estos temas, pero de una forma relajada, chistosa y feminista.
¿Se puede ser feminista llevando una vida menos activista y más de casa?
I: Es que ese es precisamente el punto: el feminismo tiene que partir desde la casa. Lo hemos conversado miles de veces porque además las dos tenemos hijos hombres.
E: En muchas conversaciones hemos concluido que el feminismo venía mucho del camino de la mujer soltera intelectual guerrillera y es más que eso. Y tuvimos cuestionamientos dentro de nosotras mismas como: ya, soy feminista, pero estoy casada y tengo hijos, entonces quizá eso no se ajusta a lo que las feministas creen que es el feminismo.
I: Aunque nosotras tenemos maridos que son súper feministas y que no le tienen miedo a lo femenino. Conozco padres que no tienen idea de cómo hacer dormir a la guagua, en cambio yo trato de vivirlo desde lo cotidiano y eso no se ve, y lo que se ve de nosotras es que somos mamás, que estamos en la casa cuidando niños y que por lo mismo nuestro ingreso económico es peor. Pero en la práctica, creo que hacemos mucho más por el feminismo porque al mismo tiempo estamos educando.
¿Les han pasado el “feminismómetro”?
A: Sí, y estoy súper en contra de que me digan “esta es la manera correcta de hacer las cosas”. Hay muchas mujeres que se lo pasan diciendo quién es feminista y quién no antes de entender que estamos en una construcción todavía. Por lo mismo, muchas veces pasa que me encuentro diciendo algo que al final me deja pensando en si puedo decirlo abiertamente si soy feminista. Es como si una no pudiera resbalarse nunca. Eso lo transmitimos en Caseritas, y también que en ningún momento pretendemos ser correctas. Es rico sentir que desde la casa estamos haciendo feminismo e incluyendo hasta a la señora Juanita que está en su casa criando guaguas. Eso también puede constituir un acto feminista, ¿por qué no?
En sus podcast hablan de lencería, de cómo ha cambiado su cuerpo desde que son madres y de los tipos de vaginas, incluso. ¿Hasta dónde tienen el umbral del pudor?
I: Es complicado. De hecho, siempre tengo que hacerle advertencias a Sebastián, mi marido. En el podcast anterior hablé que fui a Love Lust a comprarme lencería porque estábamos de aniversario esa semana y a él le molestó. El cree que las cosas que se cuentan tienen que tener un objetivo, no contarlas por contarlas, pero yo creo que era buena idea decirlo. O sea, me compré una cuestión transparente sabiendo que tengo las tetas por el suelo y que tengo estrías.
E: De hecho, ese momento fue maravilloso y lloramos de emoción del discurso que dio la Isidora sobre ponerte algo así aunque te cuelgue el rollo. Por otro lado, yo soy cero pudorosa. Cero a nivel problemático. Yo creo que eso también nos sirve porque somos cero tímidas y cero enrolladas al momento de hablar. A mi marido ni siquiera le aviso, no le advierto nada. El otro día escuchó un programa y me dijo que estaba súper chistoso y bueno. Me dio feedback, pero en ningún momento me cuestionó. Yo creo que él ya se entregó.
Comunicando sin pudores
El trabajo de Eleonora Aldea se difunde principalmente a través de redes sociales. Es ahí donde expone sus talleres de lettering, vende los productos que diseña con sus propias manos y también se da espacio para publicar asuntos de su vida privada como fue el desarrollo de su complejo y último embarazo como su vida familiar. Son cientos los mensajes que a diario le llegan a través de Instagram, Twitter, Facebook y Tumblr. La redes sociales es el único tema que divide a “Caseritas”: “Yo soy mucho más pudorosa y miedosa con ese tema. De hecho, no hay ninguna foto en redes sociales de mi hijo porque yo no he querido que aparezca”, cuenta Urzúa.
Eleonora, tú llevas una vida muy activa en redes sociales: publicaste la evolución del nacimiento de Félix y se puede ver que respondes preguntas más íntimas en Tumblr. ¿Cuál es tu filtro?
E: Publico lo que quiero que vean, no todo. A veces pasa que llega alguien y se disculpa porque sabe cosas sobre mí y me dice “perdón, ¡qué psicópata!”, y es cero psicópata, porque yo tengo todo ahí. A mí no me molesta nada ni tengo problemas con compartir información en redes, solo me molesta cuando la gente es media patuda, se pasa para la punta y comenta o emite opiniones sobre cosas donde yo no abro tanto la puerta para que opinen como la crianza de mis hijos. Pero también creo que yo establezco el tono de las cosas y los límites. Cuando dicen que me expongo demasiado me dan ganas de preguntar si me ven haciendo pipi en la mañana o en ropa interior. Mi vida es un cien por ciento y lo que están viendo es un 25.
I: Yo tengo una postura distinta. Tengo reparos con las redes sociales por el tema energético. Siento que la gente te puede desear mal. De hecho, no subí ninguna foto mía cuando estaba embarazada. No quise subir ecografía, no quise anunciarlo, nada. ¿Para qué exponer a mi guagua que ni había nacido? Solo cuando nació subí algunas fotos mías embarazada. A Bruno, mi hijo, lo subo solo a las historias de Instagram porque así no quedan registros de él en internet.
Además, las redes sociales dan a la gente una falsa sensación de que son parte de tu vida.
E: Ah, no. Yo pienso que la gente es más buena que mala. Soy optimista en ese sentido. Creo en la buena energía y siento que la exposición en redes sociales solo me ha traído cosas buenas porque de verdad siento que hay un grupo grande de gente que de verdad me desea bien y a raíz de eso me han pasado puras cosas buenas. Y siento que esa misma energía, la devuelvo y por eso trato de hacer cosas más buena onda.
Ustedes hablan de los niveles de “caserita” en sus podcast. ¿En cuál están ustedes?
E: Cien por ciento. Somos the real caseritas.
I: Yo estaba en la casa mucho antes de que el Bruno estuviera en los planes. Tenía dos programas en radio La Clave. Ahora tengo uno no más y otras cosas que grabo, pero desde la casa, por eso tengo equipos más producidos. Es muy complejo, pero sigo siendo freelance.
E: Es bacán, pero es súper difícil también. No quiero proyectar la idea de que todas las mamás deberían hacerlo porque es muy peludo. Trabajar en la casa, con niños en la casa, con perros, es difícil.
¿Qué ha sido lo más complejo?
E: Que al estar en la casa automáticamente tus hijos piensan que vas a estar con ellos jugando todo el día, pero generalmente estoy trabajando y no puedo hacer todo lo que me piden. Si estuviera afuera trabajando, no existiría posibilidad de interrupciones, pero como estoy ahí, es difícil para ellos entenderlo. No es la panacea decidir estar en la casa, es súper peludo lograr equilibrar esto.
I: El cansancio es otro factor. Yo estoy todo el día cuidando a Bruno sola y voy a trabajar a las nueve de la noche, porque el programa es en vivo, y llego en calidad de bulto. Una vez entrevisté a Beto Cuevas y no tengo idea qué me dijo, mi cerebro estaba completamente apagado funcionando con piloto automático. Estar en la casa criando y trabajando es un sacrificio muy grande.
E: Ojalá que esto no lo lea Beto Cuevas.
I: También hay que lidiar con comentarios. La otra vez me piqué mucho porque una persona me preguntó cuánto trabaja y le dije que iba una hora a la radio. Me dijo: oh, ¡qué poco trabajai! Me quise morir.
E: A mí me pasa mucho que me dicen que es rico estar en la casa. Y no es como que esté viendo Netflix. Y eso que también tengo nana, así es que tengo tiempo liberado, pero aun así es agotador. Se avanza más en la noche también, cuando están durmiendo, entonces también duermes como el forro.
Lo que dicen pareciera ser la esencia del podcast que tienen, donde las temáticas no son una idealización de la juventud, la maternidad, ni el freelanceo.
I: Eso es. Caseritas es una apología al hogar.
E: Es normalizar el hogar, es un espacio seguro para mujeres que están en la casa y, al mismo tiempo, quieren sentir que la casa no es todo lo que son. Es muy raro porque es una apología a la casa, la crianza y damos hasta tips para planchar las camisas, pero siempre también teniendo en cuenta que es algo que elegimos, que no padecemos. Elegimos criar en la casa y ser freelance.
¿Qué proyección tiene el podcast?
I: Integrar más a las mujeres. Caseritas ayuda mucho. Sobre todo a hacerse cargo de la fantasía de la maternidad. Hay muchas fantasías sobre todo en la tele sobre que las mamás estamos felices limpiándole el poto a la guagua, y lo cierto es que la maternidad es un campo de batalla todos los días, pero nadie te lo dice. Todas las mujeres vivimos la dualidad de que hay días en que quieres escapar sin guagua, sin nada, y no volver, o quizá la cabeza al horno. Y eso te da culpa, porque te inculcan que todos los días tienes que querer a mi hijo y hasta cuando se mande un condoro. Todos te dicen que cuando vas a parir casi que vas a sentir fuegos artificiales. Y yo creo que de a poco se ha ido eliminando ese concepto.
I: Caseritas se hace cargo de la maternidad, la crianza y el hogar real, como de verdad se vive. Nosotras no maquillamos nada ni juzgamos nada. La maternidad es difícil y todas tenemos distintos recursos para hacerla más fácil.
E: La pega del feminismo durante muchos años fue sacar a la mujer de la casa a la calle. Es fácil, por lo mismo, que una se sienta aislada estando en esta posición, por eso seguiremos con este podcast, para que cualquier mujer pueda decir: oye, a ellas les pasa lo mismo que a mí. Esto, al final, es un verdadero espacio seguro.
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