Entre 2007 y 2015, la cantidad de niños y adolescentes en Estados Unidos que visitaron las salas de emergencia por pensamientos suicidas e intentos de suicidio se duplicó. ¿Qué pasa en Chile?
Según explica el Dr. Pablo Espoz, académico de la Escuela de Medicina de la Universidad Andrés Bello, “la conducta suicida en nuestro país, que va desde la ideación suicida hasta el acto consumado del suicidio, especialmente en población adolescente ha alcanzado cifras alarmantes“.
El psiquiatra indica que “según la Organización para la Cooperación Económica y Desarrollo (OECD), Chile es el segundo país con la mayor tasa de incremento en suicidios consumados en el periodo 1990-2010 donde creció en un 90%, solo superado por Corea. Y en la población adolescente en el periodo 1999-2008, la tasa de mortalidad por suicidio en Chile se incrementó en un 215%, según reportes del INE y el MINSAL, citados en el estudio del Dr. Valdivia en Concepción”.
Efectivamente, el 2012 el 3,1% de los suicidios se concentraba en la población entre 4 y 12 años y un 7% en los adolescentes entre 12 y 18 años.
“Si bien, se han hecho enormes esfuerzos por disminuir estas tasas, entre los que se incluyen programas de detección en Atención Primaria y el Programa Nacional de prevención del suicidio, así como el GES de Depresión en mayores de 15 años, lo que ha hecho que el número total de suicidios consumados sea relativamente bajo, es la tasa de incremento de suicidios la que nos mantiene dentro del top mundial, lo que significa que en nuestro país el suicidio aumenta de manera acelerada entre nuestros adolescentes”, explica el psiquiatra infantil y de la adolescencia.
¿Por qué un niño podría intentar terminar con su vida?
Espoz explica que las causas que conducen a la conducta suicida en niños, niñas y adolescentes son múltiples. “Podemos considerar factores personales, familiares y sociales. Entre los factores personales, se encuentran la presencia de patologías en salud mental, como trastornos anímicos, trastornos ansiosos, el abuso de sustancias o trastornos conductuales, además de la vivencia de experiencias de vida adversas como el maltrato o el abuso”.
“En el plano familiar, la disfunción familiar, la historia familiar de suicidio y la violencia intrafamiliar entre otras condiciones, y en lo social, un sistema escolar pobre en desarrollo emocional, experiencias de estrés psicosocial, como el bullying o la alta exigencia en rendimiento así como condiciones de vida adversas como la pobreza”.
En el último tiempo, dice el psiquiatra que se ha visto que “existe un grupo de niños, niñas y adolescentes que ha visto incrementado de manera relevante sus índices de suicidabilidad, se trata de la población LGBTI+ quienes son enormemente estigmatizados y discriminados, se cree por esta razón son una población tremendamente vulnerable a presentar conducta suicida“.
¿Cuál es el rol de los padres y los cuidadores en este tema?
“El primer rol de los padres o cuidadores es proveer a los niños, niñas y adolescentes de un ambiente seguro y confiable para su desarrollo, que les permitan expresar su emocionalidad y que puedan confiar en ellos como figuras de soporte importantes“, indica el doctor.
“Los padres o cuidadores son cruciales en potenciar un desarrollo emocional sano que le permita a los niños, niñas y adolescentes enfrentar de mejor manera las presiones internas y externas que pudieran conducir al suicidio. Por otra parte, cumplen un rol preventivo al poder identificar alteraciones anímicas o conductuales en los menores. En esas líneas, acercase a ellos para hablar de su emocionalidad y su mundo interior, e indagar de manera activa las autopercepciones de los niños, niñas y adolescentes que les permita hacerse una idea de los conflictos por los que están pasando. Potenciar la autoestima y la flexibilidad emocional”.
¿Las redes sociales pueden convertirse en un detonante?
El psiquiatra señala que hoy en día para los niños, niñas y adolescentes las redes sociales y en general el internet, “representan un factor de presión personal mayor pues es considerado por ellos como un espacio de dominio necesario para la sociabilización“.
“La misma dinámica de las redes les permite interactuar en un lenguaje propio del cual se han empoderado. Pero al mismo tiempo el esquema en el que se da la interacción en línea permite un nivel de anonimato importante, esto ha hecho que la desinhibición, el acoso y el hostigamiento franco campeen”.
“Entonces, si consideramos el nivel de exposición en redes sociales de niños y adolescentes, junto con la urgencia de identificarse y pertenecer a determinados grupos, podemos visualizar el efecto que tiene tanto el cyberacoso como el bullying sobre la autoestima y la emocionalidad infantil y adolescente, lo que se traduce en mayores tasas de suicidabilidad. Además, en redes sociales se producen habitualmente relaciones “amorosas” poco consistentes o lábiles, por lo mismo pueden estar expuesto a mayor nivel de frustración en la medida en que los “compromisos” de relación parecen intensos, pero en verdad son poco definidos. Muchas de estas relaciones en redes sociales conducen a intentos cuando existen rupturas o peleas”, concluye Espoz.
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