La nueva entrega de Disney, “Frozen 2”, nos muestra elementos bastante elaborados que no suelen estar dentro de las películas infantiles. Elementos que son buenos de transmitir, porque existen y porque abren un espacio de reflexión que podemos discutir con nuestros hijos, según su nivel evolutivo y cognitivo que ayudan a mostrarle el mundo y distintas situaciones.
La película nos emociona, nos impacta en imágenes bien elaboradas y, como siempre, nos entrega una banda sonora de imborrables tonos, suspenso y letras que dicen mucho del sentir del personaje, más que los diálogos incluso. Pero, ¿qué más encontramos en esta segunda parte?
Psicología de los personajes “Frozen 2”
Si tuviera que definir en dos palabras esta película, éstas serían: “respuestas y contexto”. Básicamente, porque enmarca y explica muchas de las situaciones que sucedieron en la primera entrega.
Recordemos que la primera película de Frozen, está marcada por la no aceptación de las diferencias de Elsa, padres que buscan respuestas fuera de mirar y comprender a su hija, y la aíslan con vergüenza y miedo del mundo exterior, incluso separándola de su hermana, lo cual impacta fuertemente tanto en la vida de Elsa como en la de Anna, que despliega todos sus recursos para intentar re vincularse con Elsa, sin comprender y sintiendo muchas veces que ella era la culpable del rechazo que tenía hacia ella.
Algo que pasa generalmente cuando no explicamos a los niños lo que sucede, en temas de conflictos familiares, suelen llenar de respuestas con fantasía que lo culpa y aplaca. Acá nos conmueven los recursos de Anna y cómo la canción “Y si hacemos un muñeco”, es una oda a la fraternidad y perseverancia.
No vale ahondar, porque cae de cajón, pero el miedo que pueden tener los padres a las diferencias de un hijo es lo que hace que finalmente Elsa también tema de ella misma y despliegue recursos más evitantes. Sabe que el contactarse con sus sentimientos duele, y sabe que debe valerse por sí misma porque está sola, además de sentirse culpable por ser quién es.
Elsa, durante ambas entregas, muestra esa evitación a pedir ayuda, esa creencia que puede sola, que no merece ayuda ni contención. La frialdad del despliegue emocional de Elsa, no es más que la consecuencia de esa relación con sus padres y la falta de mirada y respuesta a sus necesidades y particularidades. Elsa es un poco víctima entonces, aunque poderosa cuando es capaz de encontrarse y re construirse para saber quién es y de dónde viene.
Cuando Elsa tiene que reprimir quién es, para agradar a los demás y ganar la aceptación de sus padres, entonces vive con miedo. Por lo mismo sus reacciones están teñidas de rabia y perjudican al resto.
Sin embargo, cuando se encuentra y se acepta, luego de alejarse para ser libre, es capaz de mirar todo en perspectiva y generar lazos que le son reales y satisfactorios.
Anna siempre fue su red de apoyo. Anna cuenta con una tenacidad y perseverancia que solo el amor y esa candidez de quién es genuina con lo que siente. Es todo lo contrario a Elsa.
Desde la normalidad nos enseña que es ella quién tiene los verdaderos super poderes porque si revisamos bien, siempre es Anna quién cuida y respalda, quién es el pretexto para el actuar de Elsa y quién sigue guiada por su corazón, un amor que está lejos de ser romántico y más parecido al verdadero que podemos explicar. Anna es el verdadero calor, sin tener el super poder del verano, ella guarda ese lugar calentito para su hermana y es calor de hogar para todos los personajes.
Disney hace un mea culpa en esta película, pone en voz de Christoff una respuesta a la energía y abandono de Anna: “Mi amor es incondicional, no importa lo que hagas”. Luego de esa frase creo que el imperio Disney se hace cargo del mal que nos hizo idealizando a un príncipe y creyendo que se vive feliz para siempre. ¡Gracias por eso!
El lugar del vínculo primario es clave. Elsa vuelve a la madre, sigue la voz porque le recuerda ese lugar en el que estuvo. El cerebro no busca la felicidad, no busca la plenitud, busca el lugar en dónde siempre estuvo, ella busca a su madre. Encuentra el origen de esas voces y deja de escucharlas luego de escribir su verdadera historia.
Lo no nombrado en la infancia resuena como voz interior molesta hasta que somos capaces de organizarlo, ponerle nombre y re ordenar, escribir nuestra historia. No podemos huir de quienes somos verdaderamente.
Es una película con mucho simbolismo y elementos que pueden llegar a emocionarnos, angustiarnos y repasar nuestra propia vida e historia, nos conecta con eso que queremos hacer y no hemos hecho. Con esos vínculos que somos y seguirán operando inconsciente.
Pero ¿qué salva a Frozen de no ser una saga densa? Olaf. Olaf es el elemento animado sin sentido, lo ironico, las risas. Olaf la articula como una animación para niños. Olaf y ese canto tipo boyband que Christoff hace en medio del camino. Elementos extrañísimos que permiten que riamos y alivianemos la carga del viaje de Elsa y su hermana.
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