Una nueva tendencia en relaciones es la que se ha presentado hace un tiempo. Los solosexuales, responden a una sexualidad en solitario, sin la necesidad de tener pareja.
Jason Amstrong, en el post How I learned to love myself as a solosexual explica que “no estamos hablando de la paja rápida en la ducha antes de ir al trabajo por la mañana. Se trata de hombres que se masturban durante horas”. Es más, los hombres tienen su propio signo, el masculino con la flecha hacia adentro.
En el caso de las mujeres también existe esta tendencia pero no tan marcada como en los hombres. Ellas son más silenciosas y menos organizadas.
“El acto de masturbarme lleva implícito muchos otros como bailar frente al espejo, fumar, beber mi adorado Jack Daniels, ver porno o jugar con una serie de cosas o ideas que yo he recopilado durante toda la semana”, continúa explicando Amstrong. “Lo que ocurre es que llego a un estado trascendental en el que mi cuerpo se identifica con mi pene y mi cerebro es solo sexo (…) No tengo intención de compartir el sexo con otros y la intensidad que esto me produce es suficiente para poner mis prácticas en el puesto número uno de mis preferencias sexuales”.
Algunas de las razones que podrían causar que las personas elijan esta tendencia, según la sexóloga y psicóloga Ana Sierra, con consulta en la Fundación Sauce en Madrid y que recoge El País “puede que exista en el fondo una causa que evite el contacto, puede ser una mala experiencia o frustración de una relación anterior, el miedo al compromiso, al fracaso o a no estar a la altura e, incluso, el temor al contagio, a contraer enfermedades venéreas”.
A pesar de que a primera vista no se note algún inconveniente sobre esta práctica, la sexóloga advierte que “es más fácil que una práctica llegue a ser obsesiva cuando no depende de nadie y cuando se tiene a mano”.
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