La nueva ley de etiquetado llegó para quedarse. Y, si ya nos hemos sorprendido con los discos pare en color negro que nos avisan si un producto es alto en calorías, grasas y azúcares, a partir del 27 de junio los veremos obligatoriamente en cada producto procesado.
Pero, ¿contribuirán efectivamente estos símbolos a bajar las tasas de obesidad, tanto en niños como adultos? Según Carmen Gutiérrez, Directora de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico, el impacto sólo durará en la primera etapa de implementación.
“En un primer momento, las personas se darán cuenta de la presencia evidente de las etiquetas en los alimentos y al mirarlas tendrán que hacer un acto de decisión, es decir, ‘¿compro o no este producto con altos índices?”, dice la especialista.
Un cambio sin gran impacto
Pese a que Gutiérrez afirma que “las etiquetas podrían desincentivar el consumo e indirectamente podrían llegar a impactar en un cambio de hábito”, al mismo tiempo señala que “aunque la iniciativa legal dará mayor pie para una reflexión sobre lo que comemos, es difícil que cambie los hábitos alimentarios de las personas, ya que éstos están fuertemente arraigados desde los primeros años de vida”.
“Los nuevos etiquetados van a influir en la medida que la gente entienda el mensaje y que le haga sentido. Sin duda el ‘Alto en…’ es un lenguaje más comprensible que el cuadro nutricional detrás del paquete en pequeños números, pero también hay que considerar que a las personas les hará sentido o no de acuerdo a sus experiencias y gustos personales”, indica la psicóloga.
La docente de la Universidad del Pacífico comenta que “es similar a lo que pasaba inicialmente con las campañas de desincentivo de algunos malos hábitos, como las imágenes insertadas en las cajetillas de cigarro, donde se enfatiza el efecto negativo de continuar con el vicio. Las personas lo consumen igual porque esas consecuencias negativas no son de carácter inmediato, por lo que continúan haciéndolo”.
Invasión de etiquetas
Según un sondeo donde se entrevistó a 500 personas, siete de cada diez señaló que sí leen el etiquetado, y de éstos el 50% declara que los discos pare sí influyen en su decisión de compra. “Sin embargo, en la decisión final de comprar o no un producto van a influir otros factores además de rótulo, como por ejemplo el gusto personal, la costumbre (siempre consume el producto de esa marca), el precio, las otras alternativas que hay disponibles, etc.”, indica Gutiérrez.
Junto con esto, el exceso de etiquetas en algunos productos puede, según Gutiérrez, incluso ser contraproducente, ya que “la ‘invasión’ de etiquetas en todos los productos provoca la sensación de que nada es sano porque todo está con rótulos”.
Sumado a esto, “las alternativas más sanas frente al etiquetado podrían ser los productos orgánicos, pero son más caros y menos accesibles. Por eso, este es un proceso largo de cambio de cultura, hábito y de consciencia, porque finalmente no pasa sólo por la información, sino que está sustentado en un motivo personal que uno le da a ese mensaje”, concluye la Directora de la Escuela de Psicología de la Universidad del Pacífico.
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