El estrés es uno de “los escultores más grandes del cerebro”, señala la neurocientífica española y presidenta de la Federación Europea de Sociedades de Neurociencia, Carmen Sandi, quien afirma que desde que existe vida hay estrés porque es uno de los mecanismos más importantes para la adaptación y supervivencia.
Sandi, que investiga en el Neuroscience-Brain Mind Institute de Lausana (Suiza), repasa en una entrevista con Efe qué es el estrés, sus consecuencias para la salud o qué investiga la neurociencia.
¿Qué es el estrés?
El concepto es difícil de explicar, es muy amplio y los que trabajamos en este ámbito coincidimos en que hay que definirlo mejor. Hay un estrés positivo, que es el estrés motivador, y otro que es el que nos preocupa, aquel estrés que nos supera, que nos hace sentir que no somos capaces de cumplir con los objetivos.
¿Qué consecuencias tiene el estrés para la salud?
Las consecuencias son muchas, tanto fisiológicas y neurofisiológicas como de comportamiento. Las respuestas de ansiedad aumentan y si el estrés se convierte en crónico puede aparecer la depresión. Pero también hay que tener en cuenta que el cerebro, el sistema nervioso y el organismo se organizan de forma adaptativa.
¿Nos adaptamos al estrés?
El organismo se adapta para sobrevivir ante situaciones de estrés y esto ha sido así siempre desde el punto de vista evolutivo. Es decir, el individuo desarrolla una adaptación conductual que hace que tenga mayor apatía, que se quede retraído, lo que en el fondo sirve para evitar que se exponga a problemas. De alguna manera, reducir la motivación para seguir luchando es una forma de guardar energía y proteger al individuo de la exposición de peligros. Entender esto ayuda a no estigmatizar a las personas con depresión.
¿Cuándo aparece el estrés?
El padre del estrés, Hans Selye, decía que el estrés es la vida y la vida es estrés. Y es que desde que existe vida hay estrés porque es uno de los mecanismos más importantes para la adaptación y la supervivencia. De hecho, nacer es ya un reto enorme de estrés.
En una situación de estrés, ¿el cerebro se desarrolla de diferente manera?
Sí, el estrés es uno de los escultores más grandes del cerebro. El estrés temprano tiende, por ejemplo, a provocar que los individuos tengan diferentes adipocitos -células que forman el tejido adiposo-, es decir, más grasa y menos músculos. Esto, se cree, es una forma de programar tu organismo para guardar energía porque este siente que de alguna forma habrá un problema de escasez. También puede hacer que los individuos sean más agresivos; no todos los que han tenido estrés en edades tempranas lo son, pero sí se ha visto una tendencia. Además, el estrés temprano hace que las personas puedan ser más vulnerables a sufrir estrés en un futuro.
¿Este conocimiento qué aplicaciones podría tener?
Estamos en una primera fase que es descriptiva, de comprensión sobre qué tipo de estresores tienen efectos más nocivos. Pero esto ha de acompañarse de estudios neurobiológicos y en eso estamos. Solo así sabremos si podemos manipular la actividad cerebral. Además, también hay investigaciones para saber qué genes y cambios epigenéticos están detrás de una mayor vulnerabilidad al estrés.
Las sociedades, ¿tendemos cada vez más a estresarnos?
Ahora mismo el problema no es comparar si los niveles de estrés son mayores o menores, sino que generamos estrés en situaciones que no tienen sentido tenerlo, y esto es un problema.
¿Hay diferencia entre estrés y nerviosismo?
El nerviosismo es una manera de hablar, no existe a nivel científico; si te pones nerviosa para una entrevista de trabajo, eso es estrés.
¿La tecnología causa más estrés?
A algunas personas sí, pero como casi todo. Somos muy variados en cuanto a quién responde a uno u otro estrés. Las tecnologías están diseñadas, y porque nosotros también funcionamos así, para crear adicción. La sociedad y los individuos nos estamos comparando continuamente con otros. Esto es muy inconsciente y genera mucho estrés, y ahora está exagerado con internet y las redes sociales.
Desde julio de 2018 dirige la Federación Europea de Sociedades de Neurociencia, ¿hay igualdad de género en ciencia?
No, y la neurociencia no es de los mejores ámbitos para hablar de igualdad. Estamos, en general, en un buen momento de cambio, pero ahora hay que trabajar fuerte para que el cambio sea real y no una ilusión, porque el rechazo aún sigue ahí.
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