Quien no se haya sentido estresado alguna vez, que lance la primera piedra. Y es que el exceso de trabajo, estudio y problemas de diversa índole repercuten inevitablemente en nuestra salud mental.
Sin embargo esta sensación no solo afecta nuestro estado emocional. De no ser tratado, el estrés puede afectar otros órganos de nuestro cuerpo, como por ejemplo la piel.
“Cuando nos sentimos sometidos a presión, nuestro sistema nervioso manda instrucciones al cuerpo para que libere hormonas de estrés, como adrenalina y cortisol, que producen cambios fisiológicos y desajustes hormonales, debilitando nuestro sistema inmunológico, con el fin de ayudarnos a hacer frente a la amenaza o al peligro que vemos sobre nosotros. Es lo que se llama respuesta de estrés o reacción de lucha o huida”, explica Sandra.
Por otro lado, cuando padecemos ansiedad y estrés nuestro cuerpo libera histamina, que está relacionada con la respuesta alérgica.
Estos desequilibrios afectan nuestro sistema inmunológico, produciendo la aparición de picazón, enrojecimiento, urticarias, que parecen una alergia por contacto y que provocan la necesidad de rascarse continuamente, llegando a formar heridas o produciendo la rosácea.
“Aparecen herpes, la dermatitis y psoriasis o el empeoramiento de estas enfermedades. También estas alteraciones hormonales descontrolan la producción de grasa en la piel, haciendo que aparezcan pequeños granitos, que además se agravan por la producción de cortisol, más particularmente, haciendo aparecer el acné”, indica la especialista, también directora de Bodynew, Dermocosmética 100% Natural.
La contaminación ambiental es otro de los peores enemigos de nuestra piel, que actúa como barrera y acusa rápidamente el efecto a la exposición de la baja calidad del aire en nuestras ciudades. Una mala calidad ambiental acelera la edad biológica de la piel, nuestros poros se tapan y aumenta las inflamaciones en la piel.
En este contexto, la también Ingeniero Químico de la Universidad Tecnológica Metropolitana, aconseja que “cuidar nuestra piel limpiándola diariamente con productos calmantes y desintoxicantes. Además, aplicar productos hidratantes libres de aromas, ya que, de lo contrario, pueden contener alcohol y producir alergias, principalmente productos con ácido hialurónico y que contengan antioxidantes. Por último, la experta recomienda beber agua en su estado natural diariamente con al menos dos litros”.
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